“Renacer entre costuras” es el nombre de la capacitación que nació por la colaboración de muchos agentes haciendo sinergias. Impulsado por una especial invitación de funcionarios de Falabella de la región de Valparaíso a nuestra carrera de Diseño de Vestuario, quienes dedicaban horas de voluntariado para ayudar a un grupo de mujeres de la región, “Mujeres de energía positiva” llamadas así porque son mujeres que actualmente viven con VIH. Dichos voluntarios, bajo la asesoría de alumnos, alumnas y docentes de la carrera de Asistente Social de la Universidad Santo Tomás, detectaron la necesidad de entregarles algunas herramientas para generar recursos y emprender en algunas áreas, destacando la confección.
Rápidamente, como carrera, nos pusimos en campaña junto a la docente Lorena Fuenzalida para buscar un equipo idóneo de alumnas quienes quisieran participar como monitoras, entregando conocimiento, pero que tuvieran especial carácter para enfrentar esta capacitación de manera cariñosa y empática. Carla Fabio, Poulette Cañete, Nicole Arcos, Javiera Del Sante, Catalina Godoy y Laura González, fueron las estudiantes seleccionadas, quienes durante cuatro meses también realizaron su práctica profesional en la capacitación.
Para desarrollar el taller se planificaron las clases para varias semanas con una exhaustiva programación, capaz de transmitir los conocimientos de confección de productos de rápida producción y de baja complejidad. También nos propusimos que en un futuro se puedan comercializar los productos que realizaron en las clases en alguna plataforma de Falabella. A partir de junio, las participantes de “Renacer entre costuras” participaron en 2 clases semanales: el viernes para reforzar y el sábado en una sesión más extensa.
Durante este proceso quisimos extender la invitación al equipo de nuestra Pastoral para que nos acompañaran a regocijar con sus valores y palabras certeras a nuestras nuevas estudiantes.
Y si contábamos con las ganas, el espacio, el equipo y los conocimientos, ¿por qué no sumar a más personas? Así nació la idea de integrar también a colaboradores de nuestra Sede para aprovechar la instancia de enseñarles principios básicos de confección. Tras una convocatoria, se sumaron para ser parte: Isabel Margarita Quiroz, Maria Fernanda Henríquez, Jacqueline Campos y Natali Hernández, alumnas aventajadas y aplicadas, que luego de una semana laboral pesada, compartían y aprendían al igual que todas.
Nuestras mujeres positivas mostraron inmediatamente alto entusiasmo por asistir a las clases. Con la ansiedad de comenzar y partir creando, se iniciaron dinámicas para conocernos, hablar de VIH abiertamente, generar confianzas y romper hielo, que es esencial para poder dar paso a los conocimientos. Partimos con aprendizajes básicos de apresto a la maquinaria y de autocuidado para no exponer a nuestras chiquillas a ningún tipo de accidente. Sombreros, bolsos, toma ollas, scrunchies, delantales de cocina, cojines, pieseras y un sinfín de productos se realizaron en clases entre ensayo y error, entre frustración, orgullo, risas y contención.
Algunos días nos llovió más de la cuenta y se nos dificultaba que todas llegaran a clases, otros días rondaba y amenazaba el COVID-19, pero siempre logramos de alguna manera sacar adelante las clases y reforzar los viernes, a cargo de la estudiante Nicole Arcos, nuestra querida y paciente monitora. En cada clase, disfrutaron experimentando y aprendiendo.
Cada sábado las esperábamos con un desayuno calentito para partir con energía, esperar a las atrasadas y pasar el frío, gracias a la colaboración del equipo de Falabella que nos ayudó con esto. También reconocemos el aporte significativo en materiales que la marca juvenil Sybilla donó, textiles que alcanzaron para todos los productos que realizamos durante la capacitación.
Fueron cuatro meses de encuentros cada semana, donde se vieron avances significativos y mucha habilidad para realizar productos cada vez más complejos; además, nació la amistad y desapareció rápidamente el VIH.
Cuando se acercaba el final de la capacitación, buscamos una manera especial de cerrar este periodo en una ceremonia preparada con mucho cariño para reconocerlas a todas, estudiantes, monitoras y docentes, momento que generó el espacio para agradecer.
En el teatro de nuestra Sede, el padre Paulo Lizama (Capellán de la sede Viña del Mar), nos acompañó para regalarnos hermosas pero divertidas palabras, parte de su impronta y cercanía. Fue una instancia emotiva donde nos abrazamos y celebramos habernos encontrado, porque todos aprendimos, no solo de costuras, sino también de entrega, solidaridad, empatía y colaboración.
En esta ceremonia, también aprovechemos de anunciar una segunda parte de este taller para reforzar y buscar concretar más aún el sueño del emprender, que se realizará en el verano. En esta oportunidad, gracias al aporte de Pastoral, Vinculación con el Medio y la sede de Viña del Mar, logramos entregarle a cada una de las integrantes participantes del taller de “Mujeres de Energía Positiva”, una máquina de coser que les permitirá seguir practicando en sus casas.
Sin duda, lo más emocionante de este proyecto ha sido la cantidad de personas que trabajamos para entregarles conocimientos y cariño, que les permitirá además desarrollar un nuevo oficio y crear sus propios emprendimientos. Hemos aprendido mucho de cada una de ellas, lo que ha sido muy gratificante.
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