“Profesor, mi compañero que debe exponer ahora pero no tiene conexión a internet desde su casa. Él quiere desarrollar su parte con una llamada de WhatsApp, así mientras el habla yo voy cambiando las láminas ¿Qué opina?”
Fue en una clase con novatos de Relaciones Públicas en que diferentes equipos debían exponer sus investigaciones estando en modo de presentador a través de Collaborate, y me resultó no solo gratificante sino muy motivador ver a mis alumnos que, pese a las dificultades, lograban sacar adelante sus exposiciones, motivo de orgullo, sin duda. Pero esta no fue la única situación, hubo muchas otras esa mañana en las dos secciones de mi asignatura de Tecnología Digital. Sin duda, nuevos tiempos.
Estaba en nuestra genética el trabajo de aula o laboratorio, en ello toda la institución y nuestros alumnos. Era una labor conocida, cómoda, contábamos con soporte, unos horarios y unas rutinas. Todo era una virtuosa forma de lograr los aprendizajes y de un día para otro, en algunas horas, nos vimos regresando a casa y sometidos a trasladar una experiencia casi perfecta a un escenario incierto y con opacidad. No ha sido fácil, esto es una transición en vivo hacia nuevos formatos y maneras, no solo de exponer contenidos sino lograr esos aprendizajes que hacen sentido a la tarea de todas y todos en Duoc UC. He sentido el peso de esa responsabilidad: Hay momentos de agobio, pero también de satisfacción, un péndulo esquivo e inestable.
Los próximos días no serán mejores y con ello debemos reforzar el sentido final y compromiso. Pero esto no solo es un acto de valentía y arrojo, debemos reconocer también que los docentes y los alumnos, algunos en mayor o menor medida, estamos además en un contexto de amenazas, de cambio y de noticias nada de alentadoras. Nuestro estado de ánimo se ve enfrentado a desafíos mayores y debemos reconocer en ello un desafío adicional. Como leen, nada fácil.
La historia de la humanidad ha estado plagada de eventos como estos, otras pandemias, guerras, hambrunas, y comprobamos que de todo esto se ha salido adelante. Hay algo en el espíritu humano que logra arremeter y lograr la sobrevivencia no exenta de dolores. Lo que ocurre en nuestro caso es que todo eso no era parte de nuestra historia reciente. Sin saberlo el camino estaba llano, avanzábamos a buen ritmo, pero eso ha terminado por ahora y el regreso, cuando ocurra, probablemente habrá generado un rediseño de muchas cosas. En eso debemos encontrar oportunidades para la raza humana.
Esto ha sido un cambio radical en nuestra forma de vida, el entendimiento aun no es completo, por el contrario, parece no haber piso firme para la lógica. Los docentes, los alumnos, la institución estamos reflexionando, decidiendo, esperando, pero no quietos, no podemos detener el compromiso y propósito. Ahora vivimos en una aventura en tiempo real y muy desafiante, trasladarnos temporalmente de la sala a una pantalla. Algo parecido también para aquellos que por el año 1700, aproximadamente, iniciaban la educación a distancia a través de correspondencia. Vaya cambio significativo, sobre todo en esos años, más tarde fue el turno de trasladar la experiencia de aula a la radio, a la televisión (en Chile, Teleduc), a la prensa escrita, y desde el desarrollo de la internet comenzamos a escuchar del e-learning como ese algo que con el paso del tiempo se ha consolidado y validado para el pregrado y el postgrado.
Esto se ha acelerado como nunca y no estábamos suficientemente listos, nada nos hacía presagiar en lo que ahora estamos hablando de Collaborate, Zoom, cápsulas de video, podcast, webinars, vivos, un lenguaje evidentemente diferente de sala, plumones, data, pendrive, eso análogo tan conocido. Giramos en 180° y con urgencia.
Otra experiencia significativa de este tiempo ha sido descubrir que lo que para muchos de nosotros ha sido un privilegio para otros debe ser un derecho. Me refiero a la disposición de tecnologías, acceso a internet y calidad de ella. Todo nos parecía bien homogéneo, pero nuevamente la realidad nos ha golpeado, muchos de nuestros estudiantes estaban lejanos del ideal, han visto dificultado sus aprendizajes, se han complicado y como no, en las sedes estaba todo disponible, en casa muy poco.
Les hemos apoyado, hemos sido parte de la solución, si bien no todos están en esas mejores condiciones. Nuevamente el llamado de atención y nuestra empatía. Los docentes tenemos una gran responsabilidad en esta cadena de eventos y sucesos, todo comienza desde nosotros. Estamos todos los días en esa virtualidad con nuestras alumnos y alumnos, como no comprender lo que estos jóvenes les están ocurriendo, debemos ser soporte emocional, espiritual, escucharlos de forma activa, verlos a través de la pantalla, sentirles y ofrecer ayuda. Son personas que recién están iniciando la vida. El ejemplo que señalo al principio de esta nota refleja su capacidad de superación. Les señalé en su momento lo que habían hecho sin darse cuenta, lo valioso de su actuar, ingenuo pero muy potente, estaban nerviosos y querían exponer, sortearon la dificultad, estaban felices.
Ellos ese día me entregaron un mensaje, sin mediar palabras, me dijeron, profe, se puede, no será perfecto, nada muy ideal, pero se logra. Ese día comenzó un nuevo tiempo, más feliz, más empático, con más tolerancia, con exigencias diferentes y más amables, centradas en lo que importa: formar personas, hacer de ellos una mejor versión en tiempos de COVID-19 y para cuando esto sea solo un mal recuerdo.
Ese día me emocioné.
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