Cuando nos preguntamos sobre el aprendizaje del alumno, tendemos a poner el foco en aspectos como el programa instruccional de la asignatura, el tipo de clase, los instrumentos de evaluación o los talleres prácticos; pero luego de haber vivido un estallido social seguido de una pandemia, la pregunta que debemos hacernos ahora es, ¿cuánto hemos aprendido nosotros en este proceso?
Las nuevas tecnologías, digitalización e hiperconectividad, son la nueva forma de trabajar y de relacionarnos, y no podemos quedarnos al margen, ya que de nosotros depende que nuestros alumnos incorporen estas herramientas para mejorar su inserción y desarrollo en su etapa laboral.
El dinamismo que caracteriza a Duoc UC favoreció una rápida adecuación a las nuevas condiciones de operación, apoyando a los docentes con un programa de cursos de capacitación en el uso de herramientas tecnológicas y la incorporación en el contexto de educación a distancia. También se ejecutaron una serie de medidas de apoyo directo a los alumnos, las que consideraron ayudas en la entrega de implementos para desarrollar las clases, como kit para talleres, conectividad, equipos computacionales, beneficios financieros, además de ajustes y adecuaciones académicas. Una vez implementadas todas estas medidas y asumidos los costos que eso implicó a toda nuestra comunidad, es el momento de analizar las mejoras e innovaciones que debemos desarrollar, de cara a un futuro cambiante y exigente que se acerca cada vez más a mayor velocidad.
Respecto a los procesos académicos, los principales aprendizajes están relacionados con avanzar en hacer más eficiente el desarrollo de las competencias. Esto, poniendo el foco en el aprendizaje experiencial y profundizando los aspectos más relevantes de cada asignatura, junto con potenciar en el estudiante la reflexión a través del análisis de casos, presentar soluciones y lograr conclusiones para, posteriormente, presentarlas de manera eficiente, segura y fluida. Lo anterior se podría realizar acotando la extensión de los encargos a desarrollar, junto con una reducción en la cantidad de evaluaciones, con el objetivo de darle mayor énfasis a la retroalimentación técnica del docente y a la presentación y defensa de los proyectos o encargos para poner en práctica las competencias comunicacionales y de presentación que deben realizar los estudiantes.
Las comunicaciones fueron unos de los puntos más críticos durante la pandemia, al no poder acercarnos físicamente a los alumnos. Nuestra relación se percibió más distante, lo que generó inconvenientes para llegar a ellos de manera oportuna, y también para recoger sus inquietudes, produciendo distorsiones y retrasos. Debido a ello, tuvimos que adaptarnos, y lo hicimos por medio de la incorporación de nuevos medios de comunicación, que complementaran a los oficiales, aportando así a la instantaneidad de los mensajes. Identificamos que estos deben ir en formato fácil de compartir, ser visualmente atractivos y, por sobre todo cortos, cosa de focalizar los aspectos más relevantes, pero siempre dando la alternativa de establecer un horario de atención presencial o remoto para quienes quieran profundizar sobre el comunicado.
Para levantar información desde los alumnos, debemos reforzar los canales oficiales de representación y participación de los consejeros, como un pilar fundamental de conversación, análisis, reflexión y acuerdos. Además, de complementar con distintas instancias paralelas de comunicación y participación, por medio reuniones de atención a distancia y la asignación de docentes tutores por nivel o jornada, ya que las principales inquietudes de los alumnos se centran en aspectos académicos de las asignaturas en curso, por lo que es más efectivo generar líneas de comunicación especificas por nivel, jornada, o procesos específicos. De esta forma, iremos mejorando los tiempos de respuesta, junto con la efectividad de las acciones asociadas al requerimiento o problema.
Un aspecto muy relevante es el medio por el cual nos comunicamos, y que este esté asociado no solo a temas administrativos o académicos, sino que también relacionados a la forma de entendernos como “comunidad”. Hoy las comunidades no están centradas en pertenecer a una sede o escuela necesariamente, sino que se sustentan principalmente en la comunicación entre personas que tienen un interés en común. Esto hace que estas redes sean diversas y dinámicas, lo que implica para nosotros estar más conectados y apoyar la creación de estas comunidades por medio de proyectos, actividades o temas de interés para el alumnado. Con esto lograremos mejorar el sentido de pertenencia del alumno y la formación de sus primeras redes de apoyo académico y futuros contactos laborales.
De manera especial, debemos poner un énfasis en analizar el futuro de la jornada vespertina, la cual ya venía a nivel global transitando a una semipresencialidad y, en algunos casos, total virtualidad. También fue la jornada más impactada por la pandemia, por lo que debemos pensar en cuál es el valor agregado que tendrán a partir de ahora, y para ello definir adecuaciones a corto plazo, como pueden ser focalizar en la semana las asignaturas en modalidad remota, para priorizar las actividades prácticas los sábados, por ejemplo. La idea es ir extendiendo y a la vez enriqueciendo la jornada presencial, como una instancia no solo para ir los talleres, sino que también para poder realizar los trabajos grupales, desarrollar proyectos, crear redes de apoyo y recibir todos servicios y beneficios del Punto Estudiantil. Además, debemos pensar cómo hacer que la jornada sea compatible con la vida familiar, ya que estudiar en esta modalidad es una decisión que impacta, no solo al estudiante en sí, sino que a todos los integrantes del hogar. Para esto, quizás, podemos analizar alternativas como una programación de sábados por medio, e incorporar actividades recreativas, deportivas y culturales para los alumnos y sus familias.
0