En los próximos días se cumplirán 30 años desde que San Juan Pablo II promulgó la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae (ECE)[1]. Fue el 15 de agosto del año 1990. Aunque se pueda creer en una primera mirada que está dirigida únicamente a las universidades católicas, Duoc UC adscribió enseguida a ella y era natural que así fuese.
Transcurrieron unos pocos meses desde su promulgación hasta que Duoc UC hiciera públicamente suya la nueva Constitución Apostólica. El 31 de mayo de 1991, en una fría mañana, nos reunimos en el teatro que existía en el edificio de la sede Antonio Varas. Toda la comunidad de Duoc UC nos hicimos parte, como institución de educación superior católica, de esta Constitución.
Llevábamos tan solo un año desde que había abierto sus puertas este, para nosotros, nuevo edificio ubicado en Antonio Varas 666, un paso realmente notable e imprescindible en el desarrollo futuro que tendría nuestra Institución. En ese entonces teníamos una matrícula de alrededor de 14.000 estudiantes, con sedes en Santiago, Concepción, Valparaíso y Viña del Mar. El Instituto Profesional contaba con unos 7.000 alumnos y el Centro de Formación Técnica con 2.700. Pero también 3.900 estudiantes, todos adultos, seguían los cursos de regularización de la enseñanza media. Por aquel tiempo, recién se había inaugurado el Liceo Politécnico Andes en la comuna de Renca.
Presidió la ceremonia don Juan de Dios Vial Correa quien era el Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile en ese momento, acompañado de Rodrigo Alarcón Jara, Rector de Duoc UC. Recuerdo que el rector Vial dictó una charla magnífica, que les recomiendo leer. También se nos entregó, con toda formalidad, durante la ceremonia, un ejemplar de la Constitución a cada uno de nosotros. Fue un acto muy solemne.
¿Alcanzaba lo dicho por San Juan Pablo II en Ex Corde Ecclesiae a una institución como la nuestra? Pues, lo responde la misma Constitución Apostólica en el nº 10:
“Además de las Universidades Católicas me dirijo también a las numerosas Instituciones Católicas de Estudios Superiores. Según su naturaleza y objetivos propios, ellas tienen en común alguna o todas las características de una Universidad y ofrecen una particular contribución a la Iglesia y a la sociedad, sea mediante la investigación, sea mediante la educación o la preparación profesional. Si bien este documento se refiere específicamente a la Universidad Católica, también pretende abarcar a todas las instituciones católicas de enseñanza superior, comprometidas en la transmisión del Evangelio de Cristo a los espíritus y a las culturas”.
A partir de esa definición, el rector Vial nos interpeló con sentido de urgencia:
“Si lo pensamos un momento, esta afirmación exige una atención muy particular de parte de las instituciones no universitarias. Ellas deben realizar un discernimiento cuidadoso para mantener íntegros los principios que emanan de la Constitución, adaptando su aplicación a sus peculiares circunstancias”.
Recordando a los fundadores de la Universidad Católica, especialmente respecto de la visión de don Abdón Cifuentes, agregó:
“Las palabras que recordaba más arriba de Ex Corde Ecclesiae, vienen entonces a confirmar y a animar el impulso que latía ya en la intuición básica de nuestros fundadores, de que todas estas ramas de enseñanza superior, técnica y profesional, están orientadas por principios que les son comunes y que por ser instituciones católicas ellas son, en último término modos y maneras por los que la Iglesia llega al corazón mismo de la sociedad para influir allí sobre la estructura del pensamiento, sobre los criterios de juicio y sobre las normas de acción”.
Me atrevo a afirmar que nuestro Proyecto Educativo (PE) se enmarca con humildad a ese mandato. Por de pronto, comienza recordándonos que “Duoc UC surge como centro educativo en el año 1968 desde el ‘Corazón de la Iglesia’” (PE, pág. 9), esto es, Ex Corde Ecclesiae. Sin embargo, veamos algo más.
¿Cuáles son los puntos de encuentro entre la Ex Corde Ecclesiae y nuestro Proyecto Educativo? Como primer antecedente, al momento de actualizar nuestro Proyecto Educativo el año 2015, es importante recordar que la Constitución Apostólica fue el texto central que se tuvo a la vista. En esta columna, tan solo quisiera destacar tres elementos centrales de este documento institucional, que, con fuerza y claridad, hace suyo el mandato de laConstitución Apostólica.
En primer lugar, el explícito y necesario reconocimiento de que “Somos una institución católica fundada en el propósito de servir a Dios, la búsqueda de la Verdad y del Bien Común” (PE, pág. 8). Duoc UC nació como una respuesta concreta a las necesidades del país. Nació como una expresión palpable de vinculación con la sociedad, en sintonía con los problemas de la gente. A ese propósito nos exhorta San Juan Pablo II en el nº34 de Ex Corde Ecclesiae:
“La Universidad Católica siente la responsabilidad de contribuir concretamente al progreso de la sociedad en la que opera: podrá buscar, por ejemplo, la manera de hacer más asequible la educación universitaria a todos los que puedan beneficiarse de ella, especialmente a los pobres o a los miembros de grupos minoritarios, que tradicionalmente se han visto privados de ella”.
En este punto me animo a recordar lo necesario que es reafirmar una y otra vez nuestra identidad. Esa es una obligación para cada uno de los que integramos Duoc UC. Nuestro sello institucional requiere el influjo vital que cada uno le aporta desde su rol, por lo que no puede ser una actividad carente de sentido. Así lo señala la Ex Corde Ecclesiae, según el art.4 #1 de las Normas Generales: “La responsabilidad de mantener y fortalecer la identidad católica de la Universidad, compete en primer lugar a la Universidad misma.”
Un segundo elemento, que no puedo dejar de mencionar, es la Pastoral. Dentro de la precariedad institucional de aquellos años – a comienzos de 1991- recuerdo con especial nitidez que la urgencia de dar cuerpo a una Pastoral fue un desafío en el que se intentó avanzar con voluntarioso empuje. En la actualidad, nuestro Proyecto Educativo afirma, citando a la misma Constitución:
“… es indispensable contar con una Pastoral capaz de encontrarnos con Jesucristo, para encarnar la fe en las actividades diarias de nuestra institución, para ofrecernos momentos para conocer y profundizar en el Evangelio y en el Magisterio, para animarnos a participar de la celebración de los Sacramentos e invitarnos como Comunidad a ser conscientes y responsables con aquellos que sufren física y espiritualmente.” (ECE, nº38-49, PE, pág. 10).
Hoy vemos que nuestra Pastoral cumple su rol en una Iglesia en minoría, que invita a todos los que quieran escuchar, con su mensaje de alcance universal: una Pastoral que sale al encuentro. Se trata de una Pastoral que intenta dar testimonio de una Iglesia en salida, tal como nos ha pedido el Santo Padre, como tal, su acción busca ser proactiva, visible y explícita.
Por último, quisiera destacar la importancia de la persona humana. La Ex Corde Ecclesiae nos advierte que:
“Entre los criterios que determinan el valor de una cultura, están, en primer lugar, el significado de la persona humana, su libertad, su dignidad, su sentido de la responsabilidad y su apertura a la trascendencia. Con el respeto a la persona está relacionado el valor eminente de la familia, célula primaria de toda cultura humana.” (ECE, nº45).
Se ha destinado gran parte del texto de nuestro Proyecto Educativo a desarrollar esta verdad, se ha intentado hacer con un tono pedagógico, porque interesaba que este documento mayor de nuestra institución fuese clarificador y orientador. Reconocemos que toda persona, siempre, es un fin en sí misma y posee un valor intrínseco. Por esto, ella debe ser respetada y querida, por la grandeza de ser persona: un ser único e irrepetible con una historia y un proyecto de realización personal. Con un destino trascendente.
Junto a ello, la aspiración del ideal docente en la perspectiva de “maestro”, ha quedado sintetizado, entre muchas otras formas, por ejemplo, en:
“El docente no debe olvidar nunca que la educación no es una escueta comunicación de contenidos, sino una formación de personas a quienes se debe acoger, comprender y querer, y en quienes se debe suscitar esa sed de verdad que poseen en lo profundo, el afán de superación, y la vocación de servicio a sus semejantes.” (PE, pág. 15).
De igual modo, la relevancia de la formación integral ha quedado grabada, como objetivo y también como desafío. Como propósito de ella -de la formación integral- se afirma:
“En definitiva se busca imprimir en los estudiantes una impronta que los caracterice por su capacidad sobresaliente en términos técnicos-profesionales y por ser personas íntegras -que se encaminan a gozar de una verdadera madurez humana y espiritual- capaces de reconocer su rol trascendente en el desarrollo de la sociedad y del bien común.” (PE, pág. 18)
Han transcurrido, muy de prisa, estos 30 años de la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, desde su promulgación, como Duoc UC, nos adscribimos con entusiasmo a ella, hoy nos permitimos, con modesta satisfacción, sentir que hemos sido partícipes de “la rica experiencia cultural de la Iglesia” (ECE, nº43).
Lunes 10 de agosto de 2020.
[1] Editorial escrita por Kiyoshi Fukushi Mandiola. Vicerrector Académico de Duoc UC
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