Existen dos objetivos esenciales a toda institución de educación superior: Lograr aprendizajes (valores, conocimientos, actitudes, ansias de aprender y de dudar, entre otros) y que esto sea de utilidad para la empleabilidad de sus estudiantes en el presente y, por supuesto, para el futuro. Finalmente, estos ingresan confiando en que estas organizaciones educativas los prepararán y les proporcionarán las mejores herramientas para un ignoto futuro.
Por tanto, toda institución formativa estudia su presente en sus más diversas manifestaciones para que de este modo pueda construir perfiles de egresos adecuados a las necesidades del presente y las probables que nos traiga el futuro. De tal modo, que fortalecer la investigación de escenarios futuros pasa a ser una necesidad creciente, para proporcionar insumos actualizados a las distintas carreras ofertadas.
Nunca en la historia se ha vivido una situación tan impredecible como en el presente en el que observamos portentosos los cambios y los que se suponen vendrán, que cuesta hoy tener certezas respecto así lo que hacemos hoy, es lo que racionalmente debemos hacer. En el siglo XV y XVI, en el XVIII y XIX hubo cambios importantes, pero nunca tan profundos y holísticos como los de hoy. He aquí la raíz sustancial del desconcierto presente.
Si pensamos en los trabajos publicados examinando el probable futuro, un informe de McKinsey que entrevistó a 800 ejecutivos, aseveraron que el 36% ha acelerado la digitalización de su cadena de abastecimiento; que un 48% lo ha hecho en sus canales de distribución; un 85% en la interacción y colaboración de sus equipos y un 67% en la incorporación de automatización e inteligencia artificial. Asimismo, un estudio de esta misma entidad titulado “The future of work in Europe” afirmó que en Europa, fruto del COVID 19 y la aceleración en automatización y digitalización, se ha incrementado el porcentaje de trabajos que pueden ser desplazados. Los sectores más afectados serán: Retail y ventas al por mayor, con un 68% de sus trabajos en riesgo; manufactura (37%); servicios de alojamiento y alimentación (94%); construcción (58%); transporte y almacenamiento (50%).
En general los estudios que intentan aproximarse al estado de la demanda laboral del futuro, coinciden en que habrá preferente demanda de ciertas actividades y ocupaciones laborales como análisis de datos; especialistas en inteligencia artificial; big data analytics; marketing digital; especialistas en automatización (procesos y maquinarias); expertos en transformación digital; ciberseguridad; desarrolladores de software; expertos en internet de las cosas, etc.
En su versión negativa para ciertas tareas y funciones y que genera alta preocupación es que existirá reducción de la demanda en trabajos rutinarios como personas que ingresan datos e información; secretarias y administrativos; auditores; empleados en procesos de manufactura y ensamblaje; mantención; información de clientes y servicios al cliente; operaciones; mecánicos y reparadores de maquinarias; analistas financieros, etc. Por tanto en estos perfiles de egreso, sugiere la literatura, se requiere revisarlos y fortalecerlos para reorientar sus capacidades a cuestiones y capacidades que efectivamente se requieran en estos especialistas.
Por otro lado, si observamos las habilidades que se requerirán en el futuro el informe “The Future of Jobs 2020”, publicado en octubre 2020 por el World Economic Forum, las 15 principales habilidades que se demandarán en el futuro ordenadas de mayor a menor importancia serán: Pensamiento analítico; innovación; solución de problemas complejos; pensamiento crítico; creatividad;liderazgo; uso de tecnología, monitoreo y control; diseño tecnológico y programación; resiliencia, tolerancia al stress y flexibilidad; capacidad de razonamiento y solución de problemas; inteligencia emocional; experiencia del usuario y resolución de sus problemas; orientación al servicio; evaluación y análisis de sistemas; persuasión y negociación.
Se puede concluir entonces que los cambios como consecuencia de los avances de la ciencia y la tecnología aplicada sumado a nuevas exploraciones antropológicas son de una magnitud inédita, y que mucho de lo que hoy observamos en el mundo es consecuencia de esto, lo que está generando situaciones novedosas y vertiginosas en todos los sentidos. En periodos de interregno como el actual, con una época que no desea morir y otra distinta que desea nacer, es normal que exista desconcierto. Lo importante es determinar qué es lo que debe permanecer y escoger con inteligencia e insumos adecuados lo que debe cambiar. Se trata de adaptarnos sin renunciar a esencialidades que nos conectan con un concepto de persona que es preciso cuidar y fortalecer, como también el reformar aquello que ya no será de utilidad, para de este modo aprender las técnicas y saberes que si serán importantes para la nueva materialidad de un mundo nuevo que emerge con fuerza y autoridad.
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