Estas palabras se las dedico a mi hija Lindsey y a los jóvenes que han perdido la esperanza en algún instante, pero que han sido lo suficientemente fuertes para, después de caerse, levantarse y seguir adelante, tal como Jesús lo hizo por nosotros.
Cuando era una niña pensaba que la vida me deparaba muchas cosas, algunas de ellas claramente me harían más feliz que otras, pero… ¿Qué es la felicidad? ¿Encontrar el sentido al sinsentido? Aquello que no te deja avanzar, que no da tregua y nos enfrenta al desconcierto, carente de la sutilidad que nos entrega una emoción, al permitirnos la posibilidad de cambiar nuestro destino, aunque muchos señalen que está escrito.
En la medida que fui creciendo, comprendí que somos parte de una serie de estímulos que nos permiten avanzar o retroceder, según nuestras convicciones y anhelos, pero la interrogante es: ¿En qué momento decidimos que nuestras vidas no serían lo que planeábamos?
El sinsentido entonces podrá mostrarnos la capacidad de, precisamente, darle sentido a aquello que no lo tiene.
A veces nos aferrarnos más allá de nuestra propia voluntad al sinsentido y, todo lo que parece inalcanzable en una etapa, se logra mediante la reflexión, de la inspiración que nos enseña el acercarnos a nuestra espiritualidad, comprendiendo que en este pasar transitorio, podemos observar la fragilidad de cada persona, mirar en su interior y constituirnos en un instrumento de Dios, para llegar a otros que necesitan nuestro apoyo, pero por sobre todo el apoyo de lo divino.
Muchas veces nos cuestionamos la presencia de Dios, quien entregó la vida de su hijo Jesús, en objeto de redención de los seres humanos y hoy debemos comprender que dicha redención también es parte de la nuestra.
Han hecho consciente cuánto tiempo han dedicado a la búsqueda de aquello que, en muchas ocasiones, escapa de la realidad total de lo mundano. Aquello que en ocasiones nos demuestra que somos el reflejo de un momento imperfecto, pero que, si lo observamos desde la humildad y la esperanza, podría llegar a ser el único instante que permanecería intacto, entonces podríamos llamarlo nuestro momento perfecto.
Asimismo, por circunstancias que desencadenan una profunda tristeza, cuestionamos nuestra FÉ e incluso algunos llegan a renegarla. Se alejan de la nobleza que se puede encontrar al sentir paz, cuando nos invade la nostalgia y tantas otras sensaciones que ojalá no viviéramos jamás.
Pero… ¿Quién dijo que la felicidad se encontraría sin el esfuerzo de entregarnos por completo a su existencia? No importa cómo se presenten las situaciones, con quién y en qué momento. Lo importante es avanzar con la premisa de que Dios nos creó para venir a este mundo a ser felices y, las formas para alcanzar lo anterior, es parte de nuestra tarea.
Quisiera finalizar con una cita de la Novena del Padre José Kentenich, que señala: “Dios encuentra posibilidades donde el hombre no ve ninguna, por ello entrégale todo aquello que no te permita levantarte después de caer”.
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