Que una carrera técnica o profesional sea pertinente, constituye la base sobre la cual se construye la oferta educativa de una Institución de Educación Superior. Esto, que hoy nos parece obvio, no lo era tanto hace muy poco tiempo. Este cambio de énfasis, el paso de los procesos a los resultados, silencioso, pero brutalmente diferenciador, hace que hoy debamos enfocarnos en el resultado del proceso educativo.
¿Qué está ocurriendo con el proceso de aprendizaje de los alumnos y cuánto valor le agregamos al final de su carrera? El desafío está en diseñar un sistema de gestión del aprendizaje del alumno, y en medir cómo lo aprendido se transforma en valor para la persona. En muchos casos, los alumnos aprenden lo que hemos convenido enseñarles. Sin embargo, en ocasiones, aquello les agrega muy poco valor, tanto así que en algunas oportunidades su sueldo al terminar los estudios superiores, es igual o inferior al que tendrían sin estudiar.
Sin duda, ésta es una nueva mirada al prisma educativo. Implica modificar los métodos de evaluación de los resultados, y, a partir de ellos, probablemente tendremos que volver a revisar nuestras metodologías de enseñanza. Debemos poner el foco realmente en el estudiante y no en el qué o cómo enseñamos, ya que depende del propio estudiante cómo se desarrolle su aprendizaje.
También nos debemos detener a considerar si solo los conocimientos agregan valor al individuo. Espontáneamente y rápidamente la respuesta es no. La experiencia de quienes dirigen sistemas de reclutamiento de trabajadores, nos dicen que las características diferenciadoras no están en lo que saben sino en el cómo son capaces de usar esa información.
El futuro técnico o profesional debe poseer otros atributos diferenciadores para ser preferido dentro de una oferta que pareciera ser igual. Al respecto, un ejemplo que permite graficar esto de mejor manera es el siguiente: Una porción de agua puede estar contenida tanto en una botella de cristal como en un “sachet”, sin embargo el valor que le atribuimos al H2O contenido en cada formato es completamente distinto.
La propuesta consiste en ir incorporando gestión de los resultados como componente crítico de nuestro quehacer. Revisar nuestro modelo de evaluación; incorporar evaluaciones externas; avanzar con el modelo de competencias no curriculares; promover la incorporación temprana al mundo laboral y reputar el prestigio de Duoc UC, podrían ser acciones claves a realizar en el camino que debemos abrir.
Especial mención requiere, a mi juicio, la incorporación temprana al mundo laboral, ya que la experiencia laboral afecta las habilidades cognitivas de las personas de una manera positiva, especialmente en los segmentos con menor preparación previa. No resulta tan relevante el tipo de labor que desempeña, por lo que se desprende que cualquier trabajo remunerado mejora los resultados de aprendizaje de los estudiantes.
Por lo tanto, el indicador crítico de mejora de la educación impartida debiese ser la empleabilidad, de manera cuantitativa y cualitativa. Al fin y al cabo los alumnos vienen a buscar un título profesional que los habilite a trabajar en lo que ellos soñaron y vivir de eso.
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