Junto con destacar el siempre necesario ejercicio de referirnos a nuestros quehacer como la Educación Superior en su conjunto, y no pensar en la natural representación que tiene la Educación Universitaria, quisiera reconocer la relevancia que estas jornadas han alcanzado en toda la región, y como año a año aportan conocimiento, buenas prácticas, relaciones y redes de colaboración entre los participantes. Dado el contexto de la educación superior a nivel global, las presentes jornadas visualizan dos de las más importantes tendencias globales que tienen un impacto en el gobierno y la gestión de las instituciones de educación superior de América Latina: internacionalización y desarrollo estudiantil.
De la internacionalización, y en particular desde la formación técnico profesional, podemos primero ver que ser parte de una tendencia que hoy es global en el ámbito de la educación superior, no es un tema de voluntad o pertinencia, sino de una ola a la cual nos debemos subir. Ya sea desde una visión estratégica de ser World Class, o desde el aprendizaje de competencias de empleabilidad, u hoy llamadas competencias genéricas para el siglo XXI, el sentido de una formación para un mundo global es un requisito clave para quienes formamos a los técnicos y profesionales que la sociedad demanda.
En lo particular, y en el marco de nuestra estrategia de internacionalización en Duoc UC, hemos intentado identificar las oportunidades y problemas generados desde un ámbito local, reconocer las diferencias y compatibilidades con el sistema universitario, y maximizar los mecanismos que permiten lograr los propósitos, particularmente en el contexto de la formación. A diferencia del sistema universitario, donde la colaboración internacional se enfoca en la generación y diseminación de conocimiento, para el sector Técnico-Profesional gran parte del esfuerzo se concentra en:
1. La formación integral de sus titulados, mediante experiencias de aprendizaje significativas y contextualizadas, que les otorguen una visión global de su trabajo. Esto incluye una formación para manejar una segunda lengua, contextos interculturales, proyectos colaborativos internacionales, certificación de competencias, etc.
2. La movilidad de estudiantes y profesores ya sea en períodos regulares de intercambio, pasantías docentes, o cursos de especialización.
3. Estándares de calidad académicos basadas en referentes internacionales, lo que incluye desde análisis de referentes en la actualización de planes de estudio, hasta la certificación internacional de algunos de nuestros programas (como por ejemplo NASAD para la Escuela de Diseño de Duoc UC)
4. Atracción de estudiantes internacionales, ya sea de intercambio, admisión especial, o en programas puntuales de especialización, que nos permiten enriquecer nuestras propias aulas. Es clave mencionar iniciativas de conjunto como el programa Learn Chile, marca sectorial al alero de ProChile para la internacionalización de la propuesta de valor formativa de nuestro país.
5. Trabajo colaborativo en redes internacionales que potencian la formación vocacional, como por ejemplo la World Federation of College and Polytechnics, que agrupa a las más importantes instituciones de educación superior de ámbito Técnico-Profesional.
Finalmente, y desde el Desarrollo Estudiantil (segundo driver de esta jornada), creo que es aún más relevante el contrapunto desde la educación técnico profesional. Sin ahondar demasiado en las diferencias de enfoque formativo del sistema TP v/s el universitario, son múltiples las particularidades y características propias que reconocemos en el perfil de los alumnos TP, lo que necesariamente afecta a las estrategias de desarrollo estudiantil:
– La edad promedio de los alumnos de inicio en formación TP es de 22 a 23 años, llegando a casi 25 para los alumnos de jornada vespertina. Ello implica que solo un tercio proviene directamente del colegio.
– Cerca del 40% de los alumnos estudian carreras en jornada Vespertina, compatibilizando trabajo y estudio. De este gran volumen (más 200 mil a nivel nacional), una buena proporción comienza a optar por programas semipresenciales.
– El 55% de los estudiantes trabaja y estudia, proporción que sube al 80% en los alumnos vespertinos.
– Dos tercios son primera generación en Educación Superior.
– Probablemente los mismos dos tercios provienen de los 3 quintiles más vulnerables de nuestro país.
Estas y otras características apoyan la modelación de nuestras estrategias de desarrollo estudiantil, que parten de aspectos tan básicos como el manejo de la deserción y abandono (retención y tasas de titulación); la nivelación de competencias básicas de lenguaje y matemática; la orientación y apoyo al tránsito a la educación superior (hoy implementada desde el propio colegio con el programa PACE); mecanismos de financiamiento; trabajo en competencias de empleabilidad e interpersonales; y apoyo al desarrollo laboral y la construcción de redes de apoyo y capital social.
El desafío es pasar de un modelo de trabajo sobre las carencias, a un modelo de gestión de las oportunidades que trae cada uno de nuestros alumnos.
Sin lugar a dudas, el solo hecho de reunirnos en torno a la formación de nuestros alumnos del siglo XXI, nos demanda revisar nuestras estrategias docentes del siglo XX, y nuestros a veces aún más arcaico ambiente de aprendizaje (o enseñanza para ser más preciso), inspirado en las salas del siglo XIX.
Les deseo una muy prospera jornada de trabajo.
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