Todo comenzó a principio de marzo cuando nuestras autoridades sanitarias confirmaban el primer contagiado de COVID-19 en Chile. A su vez y en paralelo, muchos de nuestros nuevos estudiantes se preparaban para su Semana Cero y el resto se disponía para comenzar prontamente sus clases, así como los docentes realizaban los últimos ajustes en sus planificaciones. Nadie se imaginaba en el viaje que nos estábamos embarcando ni mucho menos en lo transformativo que este sería…
El turismo en Chile previo al estallido social venía creciendo a tasas importantes: entre el 2010-2018 creció un 104% en términos de llegadas de turistas extranjeros, el aporte a la economía nacional representaba un 3.5% al PIB y un 10,2% al empleo en Chile. Se convertía así en el año 2018 en la industria con mayor exportación de servicios, posicionada como la cuarta industria a nivel nacional después de la exportación de salmones.
Muchos reconocen el potencial del turismo y lo observan como una alternativa a la diversificación de la matriz productiva y extractiva del país. Actualmente la industria se encuentra operando, con mucha dificultad y a una capacidad del 30%. Pese a esto las expectativas de recuperación son muy favorables en el mediano plazo.
La pandemia no solo remeció a los sectores productivos que generan empleo, sino también al sector educativo que aporta con los técnicos y profesionales necesarios para el funcionamiento de las industrias, en este sentido Duoc UC no fue la excepción.
En la Escuela de Turismo de Duoc UC todas las medidas tomadas para enfrentar la situación han apuntado a garantizar la esencia de nuestro modelo educativo basado en el aprendizaje práctico. Tan pronto visualizamos que el modelo presencial, al cual estábamos acostumbrados, debía cambiar y de sopetón, comenzamos la revisión de los programas instruccionales de manera de identificar los aprendizajes que pudieran ser impartidos en forma virtual. A su vez, se identificaron los componentes que inevitablemente requerían ser impartidos en forma presencial, de los cuales debíamos hacernos cargo, de manera de garantizar los aprendizajes y la adquisición de competencias.
Lo anterior no fue fácil, ya que involucró hacer ajustes sobre la marcha, subirnos a un tren expreso cuya detención era y aún es desconocida. Sumado a los grandes esfuerzos humanos en romper miedos y paradigmas, en adaptarse a impartir y a recibir clases virtuales, en trabajar a distancia, en motivar a los equipos virtualmente.
No muy adaptados aún, tuvimos que buscar formas creativas de garantizar el aprendizaje, y con esto quedó en evidencia el gran compromiso de muchos de nuestros docentes, quienes usando sus mejores habilidades disciplinares y tecnológicas comenzaron a crear material de apoyo a sus clases, ya que el esfuerzo central evidentemente no podía cubrir todas las necesidades. Se crearon cápsulas, se adaptaron softwares para acceso remoto, se crearon comunidades para compartir buenas prácticas, pero principalmente se desafiaron nuestras habilidades.
Un gran esfuerzo también ha sido realizado por nuestros estudiantes, quienes han tenido que adaptar su forma de aprender. Tuvieron que sortear impedimentos de conectividad, de equipamiento, de espacio físico en sus hogares y quizás cuantas cosas más que nunca nos enteraremos.
Los equipos directivos de Carreras y Centrales también hemos tenido que adaptar nuestro quehacer, tanto de coordinación cómo de realización de tareas. Hoy vemos que es posible realizar actividades de vinculación con el medio, actividades de capacitación docente, de producción instruccional y otros en forma remota.
El principal desafío que nos queda como Escuela es velar y asegurar que todo el aprendizaje del componente práctico que no se ha podido entregar a los alumnos en este semestre, ya sea actividades en terreno para Ecoturismo y Turismo Aventura, el uso de talleres de cocina y salón comedor, el uso de talleres para las carreras de Hotelería, logremos implementarlo de la mejor manera posible, esto ya que nuestro modelo basado en competencias así lo promete.
Nuestro foco como institución indudablemente siempre ha sido el alumno, más aún creo que el mayor aprendizaje no es tan solo para ellos, sino que para toda la comunidad institucional. No cabe duda de que la llamada contingencia nos está desafiando y enseñando a todos claras competencias laborales que tal vez no estaban tan explotadas, sobre todo en el uso de la tecnología como herramienta para la gestión.
Así también hemos desafiado nuestra creatividad, innovación, capacidad de colaboración y motivación, resolución expedita de problemas, manejo de crisis y sobre todo la flexibilidad y adaptación al cambio. Solo nos queda asegurar que nuestros estudiantes adquieran estas mismas destrezas, que finalmente son las llamadas habilidades del futuro que ya llegaron hoy.
“El final del viaje no es el destino, sino los contratiempos y recuerdos que se crean en el camino”. Penelope Riley.
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