Iniciábamos este año con aparente normalidad, dejando atrás un 2019 complejo, que también nos llevaba a prepararnos a un nuevo escenario para dar continuidad a nuestra labor en caso de reactivarse los conflictos en nuestro país. Incluso analizábamos la eventual implementación de clases online, cuando de pronto nos vimos enfrentados a una pandemia que nos dejaba a todos una gran incertidumbre.
Teníamos que tomar rápidamente medidas y decisiones ante algo desconocido, algo que nunca habíamos vivido y que tal vez alguna noción teníamos de un pasado muy lejano. Entonces, el compromiso de todos quienes integramos Plaza Norte fue inmediato, con entusiasmo y dedicación, los equipos comenzaron a investigar y proponer soluciones. De estos surgieron diversas iniciativas, las que luego se transformaron en parte de nuestro quehacer.
Si bien es cierto que la educación remota se tenía pensada, esta situación nos obligó a posicionarnos en ella a gran velocidad. Nuestros estudiantes, quienes son nuestro eje principal, requerían continuar con su desarrollo académico, aún en estas circunstancias, lo que nos llevó a reinventarnos en todos los ámbitos creando nuevas formas de trabajo. Ante este desafío, nuestras herramientas más valiosas fueron sin duda el trabajo colaborativo, la confianza y la generación de redes, con el objetivo de construir, aunar y aplicar el conocimiento y potenciar dichas redes.
Cuando las circunstancias lo ameritaban, preparamos nuestra Sede para recibir a nuestros colaboradores, docentes y estudiantes e implementamos todas las medidas de seguridad que nos permitieran comenzar a retomar nuestras actividades presenciales, en la medida que la autoridad sanitaria lo permitiera.
En este contexto, generamos mecanismos creativos y flexibles para resolver los desafíos de Plaza Norte en distintos ejes de acción dirigidos a nuestra comunidad y nuestros alumnos.
Lo primero fue preocuparnos de la salud de nuestra comunidad. Tenemos un gran equipo de personas, parte de los cuales pertenecen a población de riesgo, por lo que tomamos medidas para protegerlos. Si bien algunos de ellos aún no pueden asistir presencialmente, estamos siempre en contacto y en esta reinvención nos han cooperado remotamente en lo que han podido.
También realizamos reuniones periódicas con nuestros docentes, la Dirección de la Sede y la Subdirección Académica, juntándonos con más de 200 profesores al menos tres veces durante el año. En la misma línea hemos llevado a cabo reuniones ampliadas, con una frecuencia mensual, para transmitir a nuestros colaboradores las acciones para adaptarnos al escenario actual y las probidades que hemos tomado frente a la pandemia y de esta manera buscar el modo de avanzar colaborativamente.
Así también, nuestros alumnos han participado en diversos proyectos de innovación educativa, cultura, vinculación con el medio, y han recibido nuestras clases. De hecho, durante el segundo semestre hemos dictado el 99,5% de las clases programadas, completando más de 25.734 horas, la mayor parte de ella en formato remoto.
Respecto a la innovación educativa, nuestros alumnos a través del CITT en trabajo conjunto con la Fundación Alberto Hurtado, desarrollaron el video juego “Jugao como Alberto Hurtado”, que fomenta la solidaridad.
En cultura, realizamos visitas guiadas para alumnos y funcionarios, al museo de Frida Kahlo, museo del vaticano y museo Van Gogh, teniendo una asistencia de alrededor de 100 personas.
La potenciación de las redes y la vinculación con el medio de nuestros alumnos la hemos concretado a través de dos proyectos de investigación aplicada: Construcción de cámaras climáticas, adaptando y reconvirtiendo refrigeradores en desuso; y un sistema de interacción humano-robot en salud pública.
También realizamos visitas guiadas a las empresas logísticas: Portuaria Antofagasta y Viña Murviedro, contando con la asistencia de más de 160 alumnos.
Nos vinculamos a una Planta de Revisión Técnica (PRT) donde más de 40 alumnos hicieron talleres aplicados en sus instalaciones. Dichos talleres fueron transmitidos vía remota a los alumnos que no pudieron asistir, con lo que logramos mayor cobertura.
Dadas las circunstancias vividas este año y el trabajo que hemos realizado, nos podemos dar cuenta que nuestra casa de estudios es un espacio de desarrollo socioemocional, de encuentro, de crecimiento junto a otros, de aprendizajes profundos, un lugar privilegiado para el desarrollo de habilidades y, por sobre todo, un espacio desde donde descubrir y comprender el mundo complejo, global y digitalizado en que estamos insertos.
Estamos viviendo un momento crucial en nuestra historia como Sede y como institución, con la posibilidad cierta de construir un ecosistema de innovación educativa: seguir desarrollando la capacidad innovadora de los docentes y la comunidad académica. Por eso nuestro actuar solo puede ser colaborativo, donde la comunicación es fundamental.
Quizás muchas veces nos enfocamos demasiado en lo cognitivo y hoy nos podemos dar cuenta más que nunca, en la importancia del desarrollo social, afectivo y emocional, en el que nuestra institución tiene un rol muy importante.
Estamos ansiosos de volver a ver nuestra Sede llena de vida, con nuestros estudiantes y funcionarios, pero sabemos que aún no es tiempo. Ya llegará el momento. Lo que nos queda por ahora, es la satisfacción de desafiar las adversidades y estar conscientes que cada día vamos aprendiendo a hacer mejor las cosas, lo que siempre es posible. Rescato por sobre todo la gran capacidad de nuestro equipo de querer hacer más, de no bajar los brazos, sino muy por el contrario, de estar optimistas de que volveremos cuando las condiciones lo permitan.
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