Este año como sede Antonio Varas tuvimos la oportunidad de misionar y trabajar en la localidad Antilhue, en la diócesis de Valdivia, en la que participaron más de 1.000 alumnos, colaboradores y docentes distribuidos en 29 zonas. Después de casi doce horas de viaje nocturno llegamos a este pequeño poblado al borde del Rio Calle Calle en la región de Los Ríos. Para nosotros una zona nueva y una nueva oportunidad de encontrarnos con el rostro de Cristo y, como siempre, se siente la misma energía y alegría de todos los estudiantes que se sumaron en esta aventura. Para algunos ya son varias las misiones en el cuerpo, para otros sería su primera vez, pero todos fuimos con la misma ansiedad.
Para mí la segunda misión como una misionera más…
Los días comienzan a las 8.00 am. Los iniciamos con la oración de la mañana y desayunamos todos juntos. Después se dividen por comunidades los trabajos de la mañana, como el aseo y orden de los espacios comunes, todo esto coordinado y organizado por los mismos alumnos. Más tarde se hace una reunión para iniciar la formación, en la cual tenemos la colaboración de nuestro capellán, el Padre Guillermo Greene, quien nos lee el Evangelio del día y nos hace reflexionar acerca del encuentro con Jesucristo y de cómo podemos poner al servicio de los otros nuestros dones y habilidades. Para mí como coordinadora de Desarrollo Laboral de la Sede, esta parte es fundamental. Me da mucho sentido, ya que ese es el sello que queremos imprimir en nuestros estudiantes, la del servicio al prójimo. Es en las Misiones Solidarias, donde este grupo de jóvenes logra poner en práctica todo lo aprendido en el aula, cosa que tal vez no alcanzan a darse cuenta encerrados en una sala de clases, pero es ahí, en las misiones, donde tienen la oportunidad de vivenciarlo y llevarlo a cabo, no por una nota, no para aprobar la asignatura, si no por el bien de una persona, de una familia, de una comunidad. Es en la visita casa a casa y en el trabajo diario en donde el Proyecto Educativo de Duoc UC se hace real.
Ojalá todos los colaboradores de nuestra institución tuvieran la oportunidad de participar en las Misiones Solidarias y pudieran ver en terreno a nuestros alumnos, como desarrollan la tolerancia, la resolución de conflictos y problemas, el trabajo en equipo para lograr un objetivo común, la comunicación y escucha activa, el liderazgo, el compromiso, el respeto. Habilidades que no solo son herramientas que desarrollan y mejoran su empleabilidad, sino que también son herramientas que los preparan para la vida.
El conocer y enfrentarse a diferentes realidades los conecta de forma real con su entorno. El llevar la Palabra de Dios o a veces con solo escuchar, acompañar en una oración o con una sonrisa y un abrazo, son actos tan importantes como concretar un proyecto y es ahí donde se produce la transformación y la verdadera misión. Se produce el descubrimiento del sentido de la vocación y del trabajo, que es el llamado que nos hace Cristo, buscando ofrecer este testimonio en las ocupaciones profesionales y cotidianas desde las condiciones en que las cada uno se encuentra,
Personalmente participar nuevamente de Misiones Solidarias me renueva; refirma mi convicción de que estamos haciendo un buen trabajo; hace que me sienta orgullosa de nuestros alumnos y de pertenecer a una institución que ofrezca estas oportunidades a colaboradores y estudiantes. Me gustaría invitar a más administrativos, docentes y autoridades a vivir más de cerca la Pastoral y el proyecto de las Misiones Solidarias, a promoverla entre los alumnos y que todos podamos vivir esta maravillosa experiencia.
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