Marcelo es alumno de primer año de Diseño Industrial de Duoc UC. Para aprender a usar un taladro en la asignatura Técnicas de Maquetación utiliza lentes y guantes de VR, desde su casa en Puerto Varas.
La realidad virtual permite que vea esta herramienta y pruebe algunas de sus características. Cuando utiliza esta tecnología, va progresando en la actividad con niveles de aciertos y logros de puntaje. Luego de 10 minutos, aparece en modo holograma, tal como Princesa Leia en la Guerra de las Galaxias, la profesora de la asignatura para realizar correcciones y darle retroalimentación a Marcelo. Después desaparece de la pantalla, y si el alumno tuvo un fallo en el uso, simula un accidente por el mal uso de la herramienta.
Este relato es sobre una tecnología que aún no está presente en nuestras aulas y quizás en ningún centro educativo del mundo, pero no está lejos de ser una realidad. Sin embargo, tampoco podemos asegurar que los estudiantes aprendan, aun cuando pareciera futurista e inmersiva.
Lo nuevo en tecnología siempre nos aparece entretenido, casi mágico, con múltiples alcances para el desarrollo de las personas, en este caso alumnas y alumnos que desean cursar una carrera. Sin embargo, este encandilamiento obstaculiza el real sentido de nuestro quehacer, que es educar a través de personas para personas, algo que hasta ahora no todas las instituciones logran comprender y está en constante debate. ¿Cuál es el rol de la tecnología y de los profesores?, ¿Cómo debemos relacionarnos para lograr habilidades que podamos desplegar en nuestra vida profesional?
Epícteto, filósofo griego que vivió entre el 55 y 135, perteneciente a la escuela Estoica decía: “No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”. Esta frase nos permite develar el por qué unos ven, con lentes de VR o no, su proceso con optimismo y otros frente al mismo suceso lo ven con incertidumbre. Pero en esto hay al menos dos posibilidades de mirar y comprender el “nos decimos”. La primera afirmación desde un sentido personal, donde solo mi yo es responsable de construir esa voz que susurra sobre lo que nos sucede y, sin duda, influirá mi historia y mi contexto. La segunda es una mirada más colectiva, comunitaria y bondadosa, donde lo que diga el profesor tiene un peso específico mayor por sobre lo que susurre el yo. También, influye la suma de nuestras historias, nuestras condiciones (diversas) y una lectura de acuerdo con el contexto que estamos viviendo.
Un ejemplo de lo anterior es lo que podríamos decir acerca de lo que nos sucede a menudo en nuestras salas de clases virtuales. “Se cayó Collaborate por tanto no podemos hacer clases”, “así no se puede trabajar, ustedes pagan por esto y yo no puedo pasar la materia sin la plataforma, chao”. Otra versión podría ser “se cayó Collaborate, por lo tanto, buscaremos otra plataforma que nos permita vernos o escucharnos, y así cumplir con el objetivo de avanzar en nuestros procesos ¿alguna propuesta?” ¿Qué quiero develar con esto? La interpretación que hagamos de lo que sucede, con más o menos tecnología de por medio, será determinante respecto de nuestro entendimiento de aquello que nos sucede como proceso de transformación de nuestras propias vidas.
Algo que en Diseño Industrial sabemos hace décadas y enseñamos a nuestros alumnos y alumnas, mientras más complejo sea un producto en integración de funciones, mayores serán sus posibilidades de fallo. Por ejemplo, en los 80´los centros de cocina prometían múltiples funciones gracias a su tecnología de vanguardia, pero no siempre esa promesa se cumplía y muchas veces tuvimos que volver al cuchillo o al rayador de metal guardado por suerte en algún cajón de la cocina.
Como institución hemos apostado por tener estos centros de cocina en cada carrera desde simuladores de todo tipo, salas “inteligentes”, máquinas de prototipado rápido, hasta centro de mecanizados 4D. Sin embargo, esa tecnología de punta, necesaria para complementar nuestros procesos formativos, no nos habla acerca de lo que sucede si es que no se intermedia a través del docente, que permite entender, comprender y decirnos acerca de lo sucede en el aula. Después de dos años complejos, con tecnología apagada, otras funcionando a medias y varias con múltiples fallos, cabe preguntarse ¿Qué rol juega la tecnología en el proceso educativo de nuestros estudiantes?
La pandemia hizo crujir nuestras tecnologías, dado que solo las habíamos pensado en un escenario presencial. No obstante, nuestros docentes se vieron en la encrucijada de responder metodológicamente cómo enseñar algo práctico, como el uso de máquinas y herramientas, sin tenerlas cerca, sin tocarlas y asegurar que podían tener la competencia y más importante aún, sin poder ver a nuestros alumnos en las plataformas. ¿Tomamos las decisiones correctas?
Depende del escenario presente y futuro que cada uno de los que tomamos decisiones, quisiéramos dibujar, dentro de una trayectoria formativa que dura 8 semestres y dentro de los cuales, casi tres, son 100% online a esta altura del año. Desde el vaso medio lleno, podríamos decir que nos queda tiempo para incorporar procesos prácticos durante el proceso formativo, moviendo los límites de lo que hemos hecho anteriormente y reformulando los tiempos de las carreras, en tiempos online y presencial, para una mejor experiencia del estudiante. Desde el vaso medio vacío, probablemente será una generación que deberá pagar costos profesionales, pues la tecnología no habrá logrado cubrir todas las necesidades prácticas.
Los desafíos del futuro para nuestro sector es cómo hacer convivir la tecnología presente con los contextos dinámicos que nos toca vivir, con trayectorias más allá de 8 semestres y con flexibilidades formativas que nos permitan transitar por dinámicas presenciales y virtuales, donde cada una sume valor al aprendizaje de nuestros alumnos. ¿Habrá que enseñar siempre de forma presencial? Ya sabemos que la respuesta es no, porque pudimos mover el margen de lo posible en una disciplina que se definía 100% presencial y con la mayoría de sus asignaturas de orden práctico. La pregunta es otra ¿qué nos diría Epícteto si hiciera clases en Duoc UC, se pusiera los lentes VR de Marcelo y nos contara de aquello que le sucede?
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