Las nuevas tecnologías avanzan sin pausa, marcando el ritmo de una sociedad que cada día exige más inmediatez, más eficiencia, más adaptación. El mensaje es directo y, aunque suene drástico, es real: o nos subimos al carro de la innovación o simplemente quedamos fuera. En educación, este escenario es aún más desafiante, porque lo nuevo no solo es más atractivo, sino que también es más accesible, más práctico y, para muchos estudiantes, más “útil”.
En este contexto, quienes ejercemos la docencia sabemos que las metodologías tradicionales ya no logran conectar del todo con las nuevas generaciones. Y esto no es culpa de los estudiantes. El mundo ha cambiado y ellos también. La atención es más dispersa, las pantallas son protagonistas y el aprendizaje está mediado por algoritmos, redes sociales y dispositivos móviles. Entonces, ¿cómo logramos que les interese aprender habilidades que, a simple vista, parecen “aburridas” o desconectadas de su realidad?
Uno de los ramos más golpeados por esta desconexión es, sin duda, Lenguaje y Comunicación. En Duoc UC esta asignatura es transversal y tiene como principal objetivo desarrollar habilidades que están en la base del pensamiento y de la vida profesional: leer, escribir, hablar y comprender. A pesar de los cambios que el programa ha tenido a lo largo del tiempo, dada las características de sus contenidos, muchas veces es percibida por los estudiantes como irrelevante, repetitiva o simplemente “de relleno”.
Además, cabe mencionar las alarmantes decisiones que algunas instituciones de educación superior han empezado a implementar, donde, amparados en el argumento de que los estudiantes llegan con una base lingüística desde la enseñanza media, han optado por eliminar el ramo de sus mallas curriculares.
Según un estudio de la OCDE del año 2024, Chile obtuvo el último puesto de 31 países en las competencias de comprensión lectora, matemáticas y resolución de problemas. Esto advierte que los niveles de comprensión lectora, argumentación escrita y habilidades comunicativas están lejos de ser óptimos, incluso en niveles universitarios.
La realidad en las aulas lo confirma: estudiantes que tienen dificultades para escribir un correo formal, que no comprenden un texto complejo, que se bloquean al exponer una idea, son solo algunos ejemplos que sirven para entender que el desafío de formar profesionales competentes se complica si no saben comunicarse.
Y aquí es donde quiero detenerme. Porque lejos de desaparecer, la asignatura necesita reinventarse, debemos cambiar el enfoque, actualizar los contenidos e incorporar herramientas nuevas. En una palabra: transformarnos.
Hoy las IA están en todas partes: desde los procesadores de texto hasta los asistentes virtuales, pasando por herramientas que resumen, traducen, corrigen o incluso redactan por nosotros. Pero ¿quién enseña a usar estas herramientas de manera crítica y profesional? La respuesta debería ser clara: la asignatura de Lenguaje y Comunicación. Porque ahí está la clave para enseñar a formular preguntas, a buscar información con criterio, a comprender lo que se lee y a redactar con sentido.
Todo eso se puede —y se debe— trabajar desde el aula, aprovechando las tecnologías y dándoles un enfoque pedagógico real. La idea de esto no es solo saber redactar un prompt, el punto central es adaptar el uso de la IA a los perfiles de las carreras y darles un enfoque que les sea útil según su profesión. Como primera instancia está bien generalizar el contenido, pero para los siguientes módulos, es necesario bajar el uso de IA al uso particular de cada Escuela o carrera. Es contraproducente indicarles ciertos usos de la IA a una carrera de Comunicación Audiovisual y después enseñar lo mismo a una carrera de Ingeniería o Técnico en Mecánica. Es evidente que las formas varían y las posibilidades también.
Pero claro, esto no se trata solo de hacer trabajos con IA. Se trata de formar estudiantes que piensen antes de escribir, que analicen lo que leen, que se comuniquen de forma efectiva en contextos reales. Es decir, formar personas capaces de convivir con la tecnología sin dejar de lado las habilidades humanas.
Y es que el lenguaje no ha perdido vigencia. Todo lo contrario: en un mundo interconectado, sobre estimulado y saturado de información, comunicar bien es una ventaja competitiva. El mundo laboral lo sabe, los medios lo exigen y la sociedad lo necesita. Ya no basta con saber hacer: hay que saber explicar lo que se hace, argumentar, convencer y colaborar. Para eso, el lenguaje sigue siendo nuestra principal herramienta.
Entonces, ¿por qué insistimos en invisibilizar una asignatura que podría ser clave para el futuro profesional de los estudiantes? Tal vez el problema es que todavía miramos el ramo como un apéndice, como algo accesorio. Pero Lenguaje y Comunicación podría ser todo lo contrario: un núcleo transversal, una plataforma desde donde se articulen aprendizajes, desde lo personal hasta lo profesional, desde lo analógico hasta lo digital.
Para lograrlo, necesitamos más cambios, una pronta actualización curricular y formación docente en el tema. También necesitamos una actitud distinta: dejar de defender el ramo desde la nostalgia y empezar a defenderlo desde la innovación. Porque sí, enseñar a escribir y leer sigue siendo importante. Pero enseñar a escribir y leer para distintos contextos, con distintas herramientas y con distintos propósitos, es urgente.
Con esto no quiero dejar lo tradicional de lado, porque ello es parte de nuestra esencia al comunicarnos. No se trata de empezar de cero y de dejar de lado ciertos contenidos clásicos, puesto que en muchos casos siguen siendo la base de nuestra forma de expresarnos. Se trata de buscar nuevas formas de enseñar lo esencial. El desafío está en lograr que los estudiantes sientan que esta asignatura es necesaria, innovadora, útil y actual.
Es necesario entender que los cambios que se realicen en el programa deben ser constantes, puesto que las tecnologías y los avances de la IA no se detienen. El desafío mayor es estar al corriente de las tendencias, de buscar maneras y tipos de usos, de saber ligar las diferentes opciones con los perfiles de nuestros estudiantes. La educación superior debe formar en conocimientos y en habilidades, además de entender que el camino también es formar ciudadanos digitales capaces de integrar las herramientas en su vida diaria y en su ámbito profesional.
Porque, al final del día, quien sabe comunicarse, sabe pensar. Y quien sabe pensar, sabrá siempre adaptarse.
Referencias:
SAP, E. M. (2024, 11 diciembre). Los gráficos de la alarmante deficiencia educacional en Chile: Expertos analizan por qué somos el peor país de la OCDE. Obtenido en Emol: https://www.emol.com/noticias/Nacional/2024/12/11/1150987/educacion-ocde-adultos-competencias.html
Gloria Rubio
Totalmente de acuerdo, como profesora de enseñanza media los chicos usan mucho la IA especialmente plataformas como chatgpt, sin embargo, el enfoque de su uso se centra en la utilidad y en la inmediatez para la obtención de un texto o respuesta, en vez de un medio o una herramienta para aumentar el aprendizaje o el pensamiento crítico.