La simulación clínica se ha transformado en una herramienta de gran utilidad para el proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes de la Escuela de Salud de sede San Carlos de Apoquindo. A través de esta técnica de aprendizaje ellos experimentan un entrenamiento sistematizado de procedimientos y situaciones que encontrarán habitualmente en el mundo laboral, permitiendo el desarrollo de competencias laborales en un ambiente seguro, donde el error está permitido ya que no hay consecuencias de perjuicio a una persona real. Aquí, es el estudiante quien a través de su experiencia es capaz de generar nuevos conocimientos y habilidades y transformarlas en competencias que podrá replicar en su ejercicio profesional.
Lo valioso de esta técnica es que permite que el actuar frente a una determinada situación sea susceptible de optimizar a través de la repetición de la acción en búsqueda de la alternativa más idónea. Con ello el estudiante adquiere herramientas y experiencias que lo preparan para entregar una atención de salud integral, oportuna y de calidad al momento de enfrentar a un paciente o una situación real, trabajando a través de escenarios el entrenamiento en diversas habilidades para el trabajo en equipo y la toma de decisiones basadas en un razonamiento clínico con un perfil ético para favorecer la “seguridad del paciente”, y con ello, su dignidad.
Por otra parte, esta estrategia metodológica permite que los estudiantes de las carreras de salud y futuros técnicos del área brinden una atención con mayor seguridad y confianza en sí mismos dada la adquisición de competencias claves, contribuyendo a la disminución de los errores humanos posibles de presentarse en toda atención en salud cuando no se cuenta con experiencia. En sintonía con lo anterior, la OMS plantea que el evento adverso se puede disminuir con innovación en las estrategias de enseñanza aprendizaje, una de las cuales es la simulación.
Uno de los objetivos de la simulación clínica es desarrollar una “representación mental” de una determinada situación o procedimiento, pese a no tener la experiencia real previa, pero además permitir un actuar proactivo frente a esa determinada situación controlando las variables más frecuentes que la gatillan, evitando con ello el deterioro del paciente.
La simulación clínica es considerada una herramienta fundamental por nuestros estudiantes para desarrollar habilidades, actitudes y destrezas en pacientes no reales o simuladores que pueden contar con tecnología avanzada que permite la construcción de escenarios con un alto grado de realismo, sin embargo, la simulación no tiene como propósito encontrar en el simulador la identidad con el paciente ni reemplazar la práctica con pacientes reales, sino que complementarla y preparar a los estudiantes de manera óptima para ella, a través de la generación de una memoria manual, auditiva, visual y sensorial, mediante un proceso repetitivo, sistematizado y organizado con el objetivo de evitar el error que puede corregirse con el entrenamiento, disminuyendo con ello la iatrogenia dependiente de una mala técnica, mejorando los tiempos de ejecución, la calidad del actuar, la seguridad del paciente y la dignidad humana, entendiendo esta última como el derecho que tiene cada ser humano, de ser respetado y valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones particulares, por el solo hecho de ser persona.
Las consecuencias de brindar una atención de salud cuando no se está bien preparado puede incluir eventos adversos en el paciente que van desde consecuencias leves hasta provocar lesiones, discapacidad o muerte. Por otra parte, la seguridad del paciente implica otorgar una atención de salud libre de daños que pueden ser evitados, lo que implica el desarrollo de estrategias que contribuyan a disminuir las probabilidades de falla en los procesos, así como errores humanos, y por otro lado, constatarlos oportunamente para aminorar las consecuencias del perjuicio. En este sentido, la simulación clínica juega un rol íntimamente relacionado con el principio ético de “no maleficencia”, ya que las acciones que se realizarán en un paciente real habrán sido experimentadas y entrenadas en simuladores, por tanto, no se pone en riesgo al paciente, contribuyendo a la seguridad del mismo.
María José Galleguillos, Coordinadora del Centro de Simulación Clínica de sede San Carlos de Apoquindo y diplomada en Simulación Clínica, señala:
“El uso de simuladores dentro de un espacio de aprendizaje, tiene un rol fundamental en la seguridad del paciente y la formación de habilidades comunicacionales en la relación usuario-personal de salud, con énfasis en un trato digno, que respete los principios bioéticos, pero que además le permitan al estudiante mayor seguridad y un mejor desempeño al momento de enfrentarse a un usuario. Dentro de estos principios bioéticos encontramos el de autonomía donde planteamos al usuario o paciente como un ser capaz de tomar sus propias decisiones, las cuales requieren que se entregue información por parte del personal sanitario, por ejemplo, a través del consentimiento informado previo a la realización de un procedimiento o tratamiento. El principio de no maleficencia, vale decir que no generaremos daño, nos permite potenciar la toma de decisiones que deben basarse en el conocimiento, actualización, investigación y recursos disponibles. Mientras que el principio de justicia lo vemos representado hoy en gran parte por la ley de derechos y deberes de los pacientes, donde todos los usuarios tienen derecho a ser atendidos sin importar su condición social, opción religiosa o raza, entre otras.
El desarrollo de escenarios con estas problemáticas donde los estudiantes participen activamente les permitirá trasladar los conocimientos generados en esa experiencia al ejercicio de su profesión, siendo la metodología de simulación clínica fundamental para contribuir en el desarrollo de una ética profesional”.
De lo anterior, se infiere que la adquisición de competencias mediante la simulación clínica en Duoc UC, permite incorporar el razonamiento clínico que facilita la toma de decisiones adecuadas y oportunas para una correcta ejecución de procedimientos, influyendo positivamente en la prestación de salud que otorguen tanto estudiantes como titulados de nuestras carreras a un paciente, complementando la vocación de servicio y permitiendo brindar la atención con seguridad tanto para él (en su etapa formativa) como para el paciente.
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