Impacta leer algunas homilías y discursos del Papa Francisco en Chile, hace ya casi dos años de su visita. Impacta por lo que dice e impacta porque no las escuchamos con suficiente atención.
A pocas horas de bajarse del avión, el Papa se dirigió al Parque O´Higgins, para celebrar la Eucaristía. El Evangelio que se proclamó ese día era el de las bienaventuranzas… Considerando la situación actual, nos preguntamos, ¿por qué el Santo Padre se detuvo especialmente en la bienaventuranza que habla sobre la paz?
Ya Juan Pablo II, en el mismo Parque O´Higgins, había gritado -en medio de barricadas y fuego- que “el Amor es más fuerte”, y luego en su encuentro con los jóvenes les dijo que debían “reconocer como incompatible con el seguimiento de Jesús, toda ideología que proclame la violencia y el odio como remedios para conseguir la justicia”.
Más de 30 años después, sería el Papa Francisco quien se dirigiría a todos los chilenos -con palabras que bien podrían haber sido dichas ayer-, reconociendo en cada uno de nosotros a “hombres y mujeres que saben de sufrimiento; que conocen el desconcierto y el dolor que se genera cuando «se te mueve el piso» o «se inundan los sueños» y el trabajo de toda una vida se viene abajo”.
Con voz calma pero firme, nos instó a volver a mirarnos los unos a los otros, a hacer el esfuerzo de “de sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad. A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro de aquel que lo está pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta tierra”. ¡Cuán luminosas resultan estas palabras en esta etapa oscura de nuestra historia! ¡Cómo no ver en ellas, casi una profecía que nos ayuda a encontrar un camino en medio de la evidente desolación!
Igualmente orientadoras y proféticas, fueron las palabras que les dirigió a los jóvenes en Maipú, lugar donde la Madre de Dios y la Madre Patria se funden en un abrazo de ternura. ¿Qué les dijo a los jóvenes ahí? Les dijo que es “imposible amar a Jesús, ¡si no se ama a la Patria!” y luego añadió: “quieran a su tierra, quieran a su Chile, den lo mejor de ustedes por su Chile”.
Santo Padre… ¿Por qué nos hablaste de la importancia de volver a mirarnos? ¿Sabías acaso que habíamos dejado de mirarnos a los ojos los chilenos? ¿Por qué nos hablaste del amor a Dios y del amor a la Patria? ¿Intuías acaso que Dios ya no estaba en el centro de nuestro proyecto como nación? Papa Francisco, ¿por qué nos hablaste de la importancia de trabajar por la justicia para conseguir la paz? ¿Conocías acaso el largo camino que pocos años después tendríamos que emprender juntos todos los chilenos hacia la justicia y la paz?
¡Cuán acertadas fueron las palabras, advertencias e invitaciones que el Santo Padre nos hizo en ese entonces, y cuán poco supimos valorarlas en su momento! Ellas ahora brillan con especial lucidez. Ellas nos señalan el camino que todos los chilenos debemos emprender y nosotros como institución católica de educación superior, debemos continuar.
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