11 de Noviembre, 2024

“La inteligencia espiritual en el ámbito de la formación de personas”. Reflexiones sobre nuestra identidad católica y nuestro propósito institucional

P. Paulo Lizama Silva

P. Paulo Lizama Silva

Capellán de la sede Viña del Mar de Duoc UC

22 minutos de lectura

Objetivo: Generar una instancia de reflexión, para colaboradores, administrativos y docentes, a fin de profundizar en la identidad católica de nuestra misión formadora de personas para una sociedad mejor.

Introducción

Hay algo grande en lo humano y también hay algo grande y pequeño en todo lo humano. Crecer toma tiempo. Y hay tiempo para todo, como reza el sabio Cohelet (Esclesiastés 3, en la Biblia). Si, hay tiempo para trabajar y tiempo para descansar, también hay tiempo para cansarse. ¿Quién no se ha cansado?

Como dicen algunos autores, vivimos en la sociedad del cansancio. Unos se detienen en el fenómeno del cansancio y otros en sus consecuencias. Algunos hablan de la posibilidad de quemarse y de perder el sentido. Pero el cansancio no lo es todo. A veces, cuando el panorama es más oscuro, una lucecita diminuta o una perspectiva diferente nos muestra una belleza escondida y diferente.

En el presente trabajo, me dispongo a adentrarme en la fascinante tarea de compartir con los miembros de nuestra institución, algunas ideas que he podido descubrir de la lectura de nuestra realidad y del desafío de educar personas para una sociedad mejor, según reza nuestro propósito institucional. Y que, con tanto orgullo, nos define como instituto de formación técnico profesional Duoc UC, que además tiene una identidad y misión católica.

En cuatro breves apartados, intento aproximarme a los desafíos que nos supone: 1) concebir bien nuestra identidad católica; 2) entender el contexto cultural en el cual nos desarrollamos y que denominamos: “de cansancio y desierto espiritual”; 3) valorar la importancia de la inteligencia espiritual en la formación  de personas ; y 4)  optar por “la vía pulchris”, de la belleza, a pesar de lo desfavorable, feo y cansador que nos pueda parecer nuestro presente (4).

Al lector le ofrezco solo  un barniz conceptual sistemático, como un “desde dónde entender lo que somos y hacemos” y un “hacia dónde podemos dirigirnos”, en post de ser un aporte para las personas que formamos y en post de revitalizar el propósito de cada uno de los que formamos parte de Duoc UC.

El compromiso y el aporte de todos engrandece lo que somos y lo que hacemos. San José, nos encamine hacia la belleza del trabajo bien hecho y la renovación de nuestro firme propósito.

  1. “Formar personas para una sociedad mejor”. La identidad de la universidad católica

La naturaleza de las universidades católicas aparece descrita en algunos documentos conocidos.

La exhortación apostólica de Juan Pablo II “Ex Corde Ecclesiae”(1990)1[1], se ha difundido convenientemente en nuestra institución y ha servido para orientar el ser y obrar de Duoc UC, ya que señala  lo que la Iglesia entiende por Universidad o Instituto católico. Contamos con una definición “a modo de declaración de conceptos” que se ve reflejado en una VISIÓN y MISIÓN, que nos permite reconocer nuestra naturaleza, organización y funciones de cada miembro. Así, pues, en Duoc UC, nadie puede dudar que somos una institución de Iglesia y católica.    

También existe, por ejemplo, la constitución apostólica del Papa Francisco “Veritatis Gaudium” (2017)2, sobre las universidades y facultades eclesiásticas, que no nos involucran directamente, pero nos sirve para soslayar la misión y el compromiso de las instituciones católicas sobre la búsqueda de la verdad y el servicio que se le presta a la humanidad por medio de la educación.

Es interesante, además, considerar la Instrucción de la Congregación para la Educación católica “La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo” (2022)3, por medio de la cual, se indican algunas referencias importantes, hacia una mejor definición de lo que se entiende “por católico” (números 67-72), algunas alusiones a temas o ámbitos sensibles (números 79-83) y orientaciones para entender la misión de la institución católica en nuestra cultura actual (números 84-93).

Cuando volvemos nuestra mirada a la historia, podemos considerar el tremendo bien que ha hecho la universidad católica a nuestra sociedad a lo largo de los siglos, el legado cultural y social (que viene añadido a la búsqueda de la verdad en la libertad), no podemos sino pensar en la misión y tarea permanente que tenemos; en la responsabilidad que tenemos para con Dios y el rol que tenemos para con las personas y la sociedad del Chile de hoy.

  1. Desde el concepto “católico” tomamos en serio la totalidad de nuestros miembros 

El Catecismo de la Iglesia Católica (del año 1992)4. Dice que la palabra “católica” significa “universal” en el sentido de “según la totalidad” o “según la integridad”. Así, pues, la Iglesia es católica en un doble sentido: en cuanto a que Cristo está presente en toda la Iglesia y en cuanto que ha sido enviada a la totalidad del género humano. (números 830 – 831). Encontramos acá una cuestión que necesariamente tenemos que considerar a la hora de pretender entender y realizar nuestro trabajo, pues como nos lo señalan los documentos del Dicasterio para la Cultura y la Educación, la universidad católica desarrolla su ser entre sus miembros, todos distintos y variados. No todos tienen la misma adherencia a la fe. Ni es esta cualidad una condición sine qua non para ser parte de Duoc UC. Sin embargo, por la naturaleza misma de la universidad católica, a todos se nos pide orientarnos hacia la verdad, por ejemplo. Por ahí vamos redescubriendo la auténtica “Sapientia Christiana5.

En este aspecto, revisando la Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium” (1964)6, me es especialmente iluminador contemplar los números 14-16, donde se manifiestan los distintos grados de participación en la comunión con el Señor y con la Iglesia, pasando desde los fieles cristianos católicos (bautizados), a los bautizados en otra denominación cristiana, a los judíos, a los creyentes en Dios, hasta llegar a los que no creen pero que obran con buen corazón.

Esta consideración nos permite mirar con realismo y entusiasmo la totalidad de los miembros de nuestra institución, nos aligera el camino para colaborar con aquella intuición de nuestros fundadores (que, sin duda, obraron movidos por el Espíritu) y nos permite poder establecer diferentes estrategias para llegar a distintos grupos humanos (creyentes y no creyentes) sin renunciar a nuestra misión y labor más profunda.

b. El corazón de la misión: La dignidad humana

El número 7, de “Ex Corde Ecclesiae”, es tan claro que explicarlo sería redundar:

En el mundo de hoy, caracterizado por unos progresos tan rápidos en la ciencia y en la tecnología, las tareas de la Universidad Católica asumen una importancia y una urgencia cada vez mayores. De hecho, los descubrimientos científicos y tecnológicos, si por una parte conllevan un enorme crecimiento económico e industrial, por otra imponen ineludiblemente la necesaria correspondiente búsqueda del significado, con el fin de garantizar que los nuevos descubrimientos sean usados para el auténtico bien de cada persona y del conjunto de la sociedad humana. Si es responsabilidad de toda Universidad buscar este significado, la Universidad Católica está llamada de modo especial a responder a esta exigencia; su inspiración cristiana le permite incluir en su búsqueda, la dimensión moral, espiritual y religiosa, y valorar las conquistas de la ciencia y de la tecnología en la perspectiva total de la persona humana.

En este contexto, las Universidades Católicas están llamadas a una continua renovación, tanto por el hecho de ser universidad, como por el hecho de ser católica. En efecto, «está en juego el significado de la investigación científica y de la tecnología, de la convivencia social, de la cultura, pero, más profundamente todavía, está en juego el significado mismo del hombre». Tal renovación exige la clara conciencia de que, por su carácter católico, la Universidad goza de una mayor capacidad para la búsqueda desinteresada de la verdad; búsqueda, pues, que no está subordinada ni condicionada por intereses particulares de ningún género”.

Que impresionante e innovador es poder descubrir y promocionar que el permanente desafío que ha asumido la educación católica ha sido siempre el cuidado y el desarrollo de la persona humana, su dignidad y el formar personas para el diálogo y una sociedad mejor. Innovador y valiente, sería reconocer y explicitar una opción por este valor de manera transversal en nuestra institución. Cosa que ya hacemos en la Misión, Visión y valores institucionales, pero parece que aún podemos hacer algo más, parece que los signos de los tiempos nos llaman a algo más. A todos.

2.Formar personas en una época de cansancio y desierto espiritual

Nuestra noble misión, pide que nuestra humanidad esté atenta a los contextos que vivimos. En este apartado, considero ciertos aspectos de la sociedad que algunos llaman: “la sociedad del cansancio”.

  1. “La sociedad del cansancio”

La “sociedad del cansancio” es un concepto desarrollado por el filósofo surcoreano Byung-Chul Han. En su libro “La sociedad del cansancio” (2010), el autor describe cómo la sociedad contemporánea ha evolucionado desde un modelo disciplinario, caracterizado por la obediencia a normas externas, hacia un modelo de autoexplotación, donde la presión por el rendimiento y la productividad proviene de uno mismo.

Entre los aspectos relevantes del libro, encontramos:

1. Autoexplotación: Las personas se convierten en explotadores de sí mismas, impulsadas por la necesidad de mejorar continuamente y ser más productivas, lo que lleva a un agotamiento constante.

2. Agotamiento y Fatiga: La constante autoexigencia y la sobrecarga de tareas provocan un estado generalizado de agotamiento y fatiga mental y física.

3. Positividad Tóxica: La sociedad del cansancio está marcada por una presión constante por mantener una actitud positiva y ser eficiente, lo que puede llevar a la negación de emociones negativas y al burnout.

4. Crisis de Identidad: La identidad de las personas se construye en gran medida en torno a su desempeño y logros, lo que puede causar una crisis de identidad cuando no se cumplen las expectativas autoimpuestas.

5. Desaparición de Límites: Las fronteras entre el trabajo y la vida personal se desdibujan, haciendo que las personas estén siempre “conectadas” y disponibles, contribuyendo al agotamiento.

6. Problemas de Salud Mental: La presión constante y la autoexigencia pueden llevar a problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad y el síndrome de burnout.

En síntesis, la “sociedad del cansancio” describe una era en la que la autoexigencia y la búsqueda incesante de rendimiento llevan a un estado de agotamiento generalizado, afectando tanto la salud mental como física de las personas.

b. La necesidad de recuperar el sentido, el equilibrio y la vida interior. Abandonando la vida hiperactiva

La formación espiritual cobra una relevancia especial en la llamada “sociedad del cansancio“, un concepto popularizado por el filósofo surcoreano Byung-Chul Han. En esta sociedad, caracterizada por una sobrecarga de estímulos, la presión por la productividad y el rendimiento constante, las personas a menudo experimentan agotamiento físico y mental.

La formación espiritual ofrece una vía para encontrar equilibrio y sentido en medio del ajetreo diario. Aquí algunos puntos clave sobre su importancia:

1. Reducción del Estrés: Las prácticas espirituales, como la meditación, la oración o el yoga, ayudan a calmar la mente y reducir los niveles de estrés. Esto es crucial en una sociedad donde el cansancio y la ansiedad son comunes.

2. Propósito y Significado: La espiritualidad puede proporcionar un sentido de propósito y significado más profundo, algo que muchas veces se pierde en la rutina diaria y la búsqueda constante de éxito material.

3. Conexión Personal y Comunitaria: La formación espiritual fomenta la conexión con uno mismo y con los demás, creando un sentido de comunidad y pertenencia que puede contrarrestar el aislamiento y la soledad.

4. Resiliencia Emocional: Las personas con una formación espiritual sólida suelen tener una mayor capacidad para enfrentar desafíos y adversidades, desarrollando una resiliencia emocional que les permite recuperarse más fácilmente del cansancio y el agotamiento.

5. Equilibrio y Armonía: La espiritualidad promueve un estilo de vida más equilibrado, enfocándose no solo en el trabajo y la productividad, sino también en el bienestar personal y la armonía con el entorno.

Así, pues, en una sociedad marcada por el cansancio y la fatiga, la formación espiritual se convierte en un recurso valioso para recuperar la calma, encontrar un propósito más allá del éxito material y fortalecer la resiliencia emocional y la conexión humana.

c. “El cansancio de los buenos”. El desaliento profesional o burnout

El cansancio es una realidad humana que nos afecta a todos. Pero no todos llevamos de la misma manera esta condición. A veces, el cansancio trasciende el punto de vista físico, llegando a manifestarse en la mente y en el espíritu.

Según el psiquiatra Roberto Almada, en su libro “El cansancio de los buenos” (2012); el “burnout” estado de fatiga o frustración que se produce por la dedicación a una causa, forma de vida o de relación que no produce el fruto esperado. Este estado se manifiesta en una triada: Cansancio emocional, despersonalización y baja realización personal.

Como discípulo del neurólogo y psiquiatra austriaco, Viktor Flankl (1905-1997), considera la logoterapia como una alternativa al desgaste profesional. Pues, las personas con un sentido son más capaces de perseverar en la vida y en situaciones complejas.

Es interesante destacar, cómo estos autores no niegan la posibilidad de experimentar el cansancio; muy por el contrario, lo afirman como una posibilidad humana. Sin embargo, establecen en la misma humanidad, y en el reconocimiento de nuestra propia verdad, las condiciones donde germina el descanso y el bienestar, en la medida en que somos honestos con nosotros mismos y nos ocupamos en los propósitos que dan sentido a nuestra existencia.

  1. Formar personas con inteligencia espiritual

Uno de los elementos que diversos autores han reconocido de nuestra sociedad actual, es el olvido y la ignorancia de la dimensión metafísica o espiritual de realidad. A continuación, quisiera desarrollar, brevemente, dos aspectos sobre la necesidad de considerar la espiritualidad en el proceso del desarrollo integral de la persona, sin renunciar a la posibilidad de buscar, conocer y realizar al máximo el gigantesco potencial humano (físico y espiritual), evitando el reduccionismo únicamente materialista, que hoy por hoy prevalece en muchos ambientes.

  1. Las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1943-)

De la obra del psicólogo e investigador estadounidense, Howard Gardner, denominado “Las inteligencias múltiples” (1983), donde señala que no existe una inteligencia única en el ser humano, sino una diversidad de inteligencias que marcan las potencialidades y acentos significativos de cada individuo, trazados por las fortalezas y debilidades en toda una serie de escenarios de expansión de la inteligencia.

La inteligencia no es una cantidad que se pueda medir con un número como lo es el coeficiente intelectual (CI), sino la capacidad de ordenar los pensamientos y coordinarlos con las acciones. La inteligencia no es una sola, sino que existen tipos distintos. Su sistema para implementar las inteligencias múltiples está dedicado a estimular las potencialidades en los niños en un clima activo y afectivo como lo exige el siglo XXI.

La teoría de Gardner básica puede resumirse en las siguientes palabras: cada persona tiene ocho inteligencias, habilidades cognoscitivas. Estas inteligencias trabajan juntas, aunque como entidades semiautónomas. Cada persona desarrolla unas más que otras. Diferentes culturas y segmentos de la sociedad ponen diferentes énfasis en ellas.

  • Inteligencia lingüística. En los niños y niñas se aprecia en su facilidad para escribir, leer, contar cuentos o hacer crucigramas.
  • Inteligencia lógico-matemática. Se aprecia en los menores por su interés en patrones de medida, categorías y relaciones. Facilidad para la resolución de problemas aritméticos, juegos de estrategia y experimentos.
  • Inteligencia visual y espacial. Los niños y niñas piensan en imágenes y dibujos. Tienen facilidad para resolver rompecabezas, dedican el tiempo libre a dibujar, prefieren juegos constructivos, etc.
  • Inteligencia musical. Los menores se manifiestan frecuentemente con canciones y sonidos. Identifican con facilidad los sonidos.
  • Inteligencia corporal kinestésica. Facilidad para procesar el conocimiento a través de las sensaciones corporales. Los menores tienen una marcada capacidad para realizar actividades que requieren fuerza, rapidez, flexibilidad, coordinación óculo-manual y equilibrio.
  • Inteligencia naturalista. Los niños y niñas piensan instintivamente. Tienden a dejarse llevar, observan el entorno, idean con material de la natura, etc.
  • Inteligencia interpersonal (inteligencia social). Se comunican bien y son líderes en sus grupos. Entienden bien los sentimientos de los demás y proyectan con facilidad las relaciones interpersonales.
  • Inteligencia intrapersonal. Relacionada con la capacidad de un sujeto de conocerse a sí mismo: sus reacciones, emociones y vida interior.

b. La inteligencia espiritual de Francesc Torralba (1967-)

Según el autor, filósofo y teólogo español, recientemente galardonado con el premio Ratzinger de filosofía 2023, algo parecido al premio nobel en la categoría mundial, en su libro “La inteligencia espiritual. Vivimos en un desierto espiritual” (2010):

La inteligencia espiritual es propia y característica de la condición humana y además, posee un carácter universal. Todo ser humano, más allá de sus características externas e internas, posee este tipo de inteligencia a pesar de que pueda hallarse en grados muy distintos de desarrollo.

Lo propio de la dimensión espiritual es la salida de sí, la penetración en la estructura de las cosas. Es lo que le permite el fluir, que la persona se desprenda de sí misma y se abandone. La vida espiritual no es cerrazón, es apertura.

Una persona espiritualmente sensible no se contenta con el conocimiento superficial de las cosas, del mundo, de lo que le rodea; no le basta con una visión panorámica; pretende ir a fondo y en este caminar descubre una serie de elementos y propiedades, de niveles de la realidad que a simple vista le habían pasado desapercibidos. La vida espiritual es profundidad, movimiento hacia lo desconocido, interés por lo que está oculto, por lo que es invisible a los ojos.

La inteligencia espiritual impulsa a plantearnos interrogantes existenciales y a vivir experiencias que trascienden los limites habituales de los sentidos, que conectan con el fondo último de la realidad y nos acercan al descubrimiento del verdadero potencial de cada uno.

La vida espiritual es el producto de la inteligencia espiritual. Lo espiritual es una emergencia humana, el aspecto más noble que hay en él, su función más elevada, le convierte en un ser distinto del bruto (Definición de Pico Della Mirándola). Así, la vida espiritual está en potencia en el ser humano, requiere de condiciones, contextos y de una educación para que se articule creativamente, para que alcance su máxima expresión.

En nuestras sociedades se requiere el cultivo de tal dimensión, pues están dominadas por la velocidad, el funcionalismo y el economicismo. El materialismo teórico y práctico es el más grande obstáculo para reconocer la riqueza de la espiritualidad, pues reduce al ser humano a puro cuerpo.

¿Puede haber una espiritualidad laica? Indudablemente que sí. Pues se trata de una cuestión antropológica, y por ende pre-religiosa. La religión llena de contenidos y respuestas de sentido, las preguntas y el misterio.

¿Da lo mismo en qué creer? Indudablemente que no. La inteligencia espiritual se articula con los otros tipos de inteligencia, y por supuesto que la capacidad de religación, pide un sustrato eminentemente racional.

Los poderes de la inteligencia espiritual:

  • Búsqueda de sentido
  • Preguntar último
  • La capacidad de distanciamiento
  • La autotrascendencia
  • El asombro
  • El autoconocimiento
  • La facultad de valorar
  • El gozo estético
  • El sentido del misterio
  • La búsqueda de la sabiduría
  • El sentido de pertenencia al todo
  • La superación de la dualidad
  • El poder de lo simbólico
  • La llamada interior
  • La elaboración de ideales de vida
  • La capacidad de religación
  • La ironía y el humor

El cultivo de la inteligencia espiritual:

  • La práctica asidua de la soledad
  • El gusto por el silencio
  • La contemplación
  • El ejercicio de filosofar
  • Lo espiritual del arte
  • El diálogo socrático
  • El ejercicio físico
  • El dulce no hacer nada
  • La experiencia de la fragilidad
  • El deleite musical
  • La práctica de la meditación
  • El ejercicio de la solidaridad

Los beneficios de la inteligencia espiritual:

  • La riqueza interior: la creatividad
  • Profundidad en la mirada
  • Consciencia crítica y autocrítica
  • La calidad de las relaciones
  • La autodeterminación
  • El sentido de los límites
  • El conocimiento de las posibilidades
  • Transparencia y receptividad
  • Equilibrio interior
  • La vida como proyecto
  • Capacidad de sacrificio
  • Vivencia plena del ahora

La atrofia de la inteligencia espiritual:

  • El sectarismo
  • El fanatismo
  • El gregarismo
  • La banalidad
  • El consumismo
  • El vacío existencial
  • El aburrimiento
  • El auto engaño
  • El gusto por lo vulgar
  • La intolerancia
  • El narcisismo
  • La parálisis vital

La inteligencia espiritual, lejos de ser una capacidad que aísle al ser humano de su contexto natural y social, es un poder que, utilizado correctamente, consigue su efecto contrario: le hace más receptivo, más sensible, más plenamente integrado condigo mismo y con su entorno.

La educación integral exige la atención personalizada, libre del puro materialismo.

Dice Viktor Flankl: la educación debería impulsar en los jóvenes un proceso de descubrimiento del sentido. La educación no puede dar el sentido, hay que descubrirlo.

4. “Via pulchri”

Educar es algo grande, porque obliga a reconocerse pequeños e ignorantes, necesitados y vulnerables, cansados y quemados, inclusive. Así pues, en lo humano hay algo pequeño y también hay algo grande. Porque hay tiempo para aprender y también hay tiempo para aprender a enseñar.

Mi propuesta, tiene que ver con proponer a los integrantes de nuestra institución (no solo a los alumnos y alumnas ) una vía diferente a la que por desgracia nos hemos ido acostumbrando. Se trata de lo que los clásicos podrían denominar: la via pulchri (del latín pulchrum, belleza). Pues en un contexto estéticamente feo, de cara a los diagnósticos y a lo que podemos ver en muchos aspectos de nuestra vida; a través de una mirada distinta, por la vía del trascendental filosófico de la belleza, podríamos acercarnos a lo que es auténticamente verdadero y bueno. Qué hermoso es bajar de la nube, dejar los conceptos abstractos de la academia para otro momento y hacer el ejercicio de mirar más allá, aun cuando esto pase por ocuparnos en el más acá. ¿Nos hemos fijado en lo bello que son nuestros ambientes en Duoc UC? ¿Nos hemos dado cuenta lo agradecidos que son nuestros estudiantes por estar en un lugar bonito, donde el verde es signo de la vida que no encuentran en otros lados?

Ya lo decía Fiodor Dostoievski: “sólo la belleza salvará al mundo”, reflejando esa profunda convicción, de creer que este mundo estéticamente feo puede llegar a conocer la otra realidad que no vemos fácilmente, que nos trasciende y que habita en todas aquellas buenas obras que llenan de sentido el corazón y tocan el alma. Cuestión que el lector puede vislumbrar en el escritor ruso, fervientemente creyente en Cristo.  

Esta propuesta se trata de una cuestión contracultural. ¿Y qué más contracultural que el mensaje de Jesús y la evangelización en una sociedad desencantada y agobiada? Y esto no es algo nuevo; sí, pero no; ya que, hasta ahora, y es cosa de mirar la historia; de diferentes maneras el Evangelio se nos ha presentado como una propuesta que llena de sentido y es capaz de transformar el corazón y el mundo.

Nos viene bien recordar las palabras del Papa Francisco: “La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por él son los liberados del pecado, de la tristeza del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Evangelii Gaudium, 2013).

Es en este aspecto donde la universidad católica, y en particular nuestro Duoc UC (Departamento universitario obrero campesino), está llamado a ser un renovado aporte a la sociedad, tal como en sus inicios fue la alternativa a una educación para todos. Podamos hoy, como una institución consolidada y exitosa, entregar a nuestra sociedad el modelo de una educación que responda a lo que la iglesia les pide a las universidades católicas en este tiempo.

¿Y dónde está la belleza? ¿Qué puede despertar el asombro en una sociedad cansada y enceguecida? Quizá nos haga bien darle espacio a la espiritualidad, al silencio y a la contemplación.

  1. Papa Juan Pablo II, “Ex Corde Ecclesiae” (1990). https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_constitutions/documents/hf_jp-ii_apc_15081990_ex-corde-ecclesiae.html ↩︎
  2. Papa Francisco, “Veritatis Gaudium” (2017). https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_constitutions/documents/papa-francesco_costituzione-ap_20171208_veritatis-gaudium.html ↩︎
  3. Congregación para la Educación Católica, Instrucción “La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo (2022). https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_20220125_istruzione-identita-scuola-cattolica_sp.html ↩︎
  4. “Catecismo de la Iglesia Católica” (1992). Ver apartado sobre la catolicidad de la Iglesia https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p123a9p3_sp.html#III%20La%20Iglesia%20es%20cat%C3%B3lica ↩︎
  5. Papa Juan Pablo II, “Sapientia Christina” (1979). Constitución apostólica sobre las universidades y facultades eclesiásticas. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_constitutions/documents/hf_jp-ii_apc_15041979_sapientia-christiana.html ↩︎
  6. Concilio Vaticano II, Constitución apostólica sobre la Iglesia “Lumen gentium” (1964). https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html ↩︎

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1 comentarios

  • Carmen Gloria Pizarro

    Muchas gracias Padre Paulo por su reflexión y su invitación a cultivar la fe desde la enseñanza

    Noviembre 13, 2024
    | Responder

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