25 de Abril, 2016

La importancia de generar conciencia inclusiva en nuestra comunidad educativa

Fernando Baeza B.

Fernando Baeza B.

Coordinador de la Unidad de Apoyo y Bienestar Estudiantil de la sede Maipú Duoc UC

4 minutos de lectura

El año 2015 se realizó un catastro en todas las sedes de Duoc UC para levantar información sobre los alumnos en situación de discapacidad y con necesidades educativas especiales que estudiaban en nuestra Institución. Los resultados arrojaron que el año 2015, 110 alumnos en situación de discapacidad o con necesidades educativas especiales estaban estudiando en Duoc UC. El año 2016, esta cifra aumentó a 156 alumnos, de los cuales 44 son alumnos de inicio. Los tipos de discapacidad más frecuentes son la discapacidad auditiva (n=56, 36%), seguida por la discapacidad psíquica (n=41, 26%), y en tercer lugar, la discapacidad física o motora (n=35, 22%).

Se han hecho grandes esfuerzos en la línea de la inclusión educativa, pero aún queda mucho terreno por avanzar. No sólo se trata de establecer mecanismos de acción, ni dar a conocer “técnicas” y procedimientos, sino que la verdadera inclusión implica un cambio de mentalidad, de actitudes y de cultura. La sede Maipú actualmente cuenta con una matrícula de 11.036 alumnos, de los cuales 19 están en situación de discapacidad o tienen necesidades educativas especiales (detectadas, sabemos que hay otros que aún son “invisibles”). Esta realidad nos impulsa a preguntarnos constantemente cómo responder a la diversidad de necesidades de nuestros estudiantes.

La inclusión es un proceso que considera la diversidad como una oportunidad de enriquecer el entorno que nos circunda. Todos somos partícipes de este actuar, y el primer paso es generar una conciencia de la diversidad de individuos que nos rodea. La “conciencia inclusiva” es la capacidad de situarnos en el lugar del otro, pensar como el otro y sentir como el otro. Si no está desarrollada esta “conciencia inclusiva”, nuestro trabajo por construir una cultura inclusiva será infértil.

En el caso de los alumnos con discapacidad auditiva, las principales barreras a la inclusión suelen ser las dificultades en la comunicación. El acceso a la información siempre estará mediado por otro, ya sea un sistema de transcripción de voz a texto, un intérprete de lengua de señas, o un compañero o familiar que le transmita la información de su entorno. Cuando un alumno con discapacidad auditiva está en la sala de clases, observa su entorno y quiere ser partícipe del acceso a la información. Si todos ríen, él probablemente quiera saber el motivo de la risa y disfrutar de ese momento. Incluso, si desconoce el motivo, puede interpretar que esa risa está dirigida a él. Es nuestra labor ser receptivos ante sus necesidades, observando y evaluando nuestro propio actuar frente a una persona con discapacidad. Nuestra labor es sentirnos “co-responsables” del proceso comunicativo, entregándole la información necesaria para su comprensión, permitiéndole ser partícipe de dicha instancia. Si no, lo estaremos privando en su desarrollo personal, rechazándolo desde “su silencio”. Este componente puede generar ansiedad, que al tornarse crónica se traduce en un estrés constante, provocando un estado de alerta permanente en el organismo.

Tenemos la necesidad de generar instancias formativas en el tema de la inclusión, donde el diálogo, la comunicación y la reflexión propicien el desarrollo de una sensibilidad fina ante la necesidad del otro, creando una comunidad con una “conciencia inclusiva”. Todos los colaboradores, docentes y alumnos de Duoc UC debemos ser agentes activos de la inclusión, ya que todos aportamos al crecimiento profesional de nuestros alumnos y debemos propiciar ambientes contenedores y acogedores. La educación inclusiva implica que todos aprendamos juntos, evitando toda hostilidad y actos discriminatorios. Solo así nos convertiremos en una institución donde se respeten y promuevan los derechos de todas las personas, y se pueda vivir en igualdad de condiciones, sembrando la semilla de una sociedad “de todos” y “para todos”.

El desafío de la inclusión nos enriquece a todos, y nos reafirma nuestro “sentido vital”, ya que nos “ensancha”, y posibilita el crecimiento, la plenitud y la trascendencia. El sentido vital tiene una dimensión personal y comunitaria, ya que nadie vive su vida con pleno sentido sin el servicio y la entrega hacia el otro. Nadie es feliz sin los demás o contra los demás, sino más bien la felicidad está construida desde un otro. 

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