1 de Junio, 2020

La comunidad Duoc UC frente a la pandemia

Kiyoshi Fukushi Mandiola

Kiyoshi Fukushi Mandiola

Vicerrector Académico Duoc UC

6 minutos de lectura

La voz en off de la docente Paula Varas, de Diseño Gráfico de la sede San Carlos de Apoquindo, explicando cómo hacer un vídeo de Stop Motion casero con elementos de su casa, usando su celular y no una cámara sofisticada, logró crear una experiencia de aprendizaje muy clara y efectiva (ver https://observatorio.duoc.cl/stop_motion_casero ). Un gran ejemplo, como muchísimos otros que han surgido en nuestra institución, una vez más, nuestros docentes han demostrado su enorme compromiso con los estudiantes y con Duoc UC.

En este tiempo difícil, duro, oscuro, de crisis que estamos viviendo, la creatividad surge gatillada por el genuino interés de que nuestros estudiantes aprendan. Einstein dijo alguna vez “es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia”. No implica que uno debe andar buscando crisis para hacer bien las cosas, menos una como la que estamos enfrentando, nos duele la muerte, el sufrimiento, el hambre, la angustia de tantas personas. No obstante, las crisis nos hacen apelar a capacidades que incluso no conocíamos poseer.

Esta terrible pandemia, ha puesto a toda la educación mundial en una situación crítica. Miles de millones de estudiantes, de todos los niveles, han debido abandonar sus aulas y todos hemos sido lanzados a un ambiente que no conocíamos a cabalidad: las clases remotas. Nosotros mismos, desde la fundación de Duoc UC, hace ya 51 años, hemos construido ambientes de aprendizaje físicos: aulas, talleres, laboratorios. Hemos preferido lo presencial, porque nuestra formación técnico profesional requiere mucha práctica, como alguien dijo, no se puede aprender a andar en bicicleta sin subirse a una bicicleta de verdad. Pero de un momento a otro, nos vimos en la necesidad de lograr que nuestros docentes hicieran frente a su día a día desde sus casas, dejamos de usar nuestras instalaciones, nuestra infraestructura y la red se convirtió en el nuevo espacio de aprendizaje. Hemos cometido errores, qué duda cabe, pero nos hemos ajustado, transitamos la curva de aprendizaje apremiados. Nuestros docentes y toda nuestra comunidad dieron muestras de la madera con que está hecha y hasta ahora avanzamos.

Sin embargo, así como la creatividad y la fortaleza de nuestros docentes, administrativos y estudiantes surge, descubrimos también duras realidades que viven día a día algunos de ellos.

Hace algunos días leí una carta de una de nuestras estudiantes, obviaré su identidad y solo me limitaré a relatar algunos detalles de las dificultades en las que vive. Cuenta que en la población donde habita se vive un clima de delincuencia y desenfrenada violencia con asesinatos de personas jóvenes, incluyendo verdaderos ensañamientos como el de un hombre acribillado con decenas de balas en su cuerpo; sin embargo, relata que el problema no acaba allí sino con lo que viene: con los funerales y las venganzas. En ese contexto de terror, con una población dominada por la delincuencia, debe formar a sus hijos, quienes al igual que ella, están estudiando desde la casa. Señala que ella puede estudiar recién cuando sus hijos duermen, le quita horas al descanso, pero tiene muy buen rendimiento y confía que si sigue haciéndolo así podría terminar el semestre con un buen desempeño; al mismo tiempo se cuestiona si al esforzarse tanto está sacrificando los estudios de sus pequeños hijos y su rol de madre. En su dura y extensa carta se pregunta si Duoc UC estaría actuando con indiferencia al pedirles que continúen con las clases.

Cómo no empatizar con su dolor y su angustia, querer ayudarla, apoyarla, contenerla, ser caritativos con ella y con todos los miles de chilenos y chilenas que están pasando por problemas similares.

Todos los días quienes formamos parte de este querido Duoc UC, nos proponemos hacer lo mejor por nuestros estudiantes -como a la autora de la carta y tantos miles- para que no sufran, para que puedan hacer realidad sus sueños. Hemos implementado diversas medidas paliativas, formas de ayudar a nuestros estudiantes, a nuestros docentes y administrativos quienes también viven su propia dura realidad. ¿Ha sido poco?, ¿nos hemos equivocado? Por cierto, todo esto es industria humana y como tal perfectible.

A nuestros estudiantes les digo que estudiando y sacrificándose, es el mejor camino de salir del ambiente en el que viven y de esa forma aportar al mejoramiento de nuestro país.

Nuestra responsabilidad como institución de Educación Superior Técnico Profesional católica es formar a nuestros estudiantes, es hacer todo lo humanamente posible para que su trayectoria formativa sea viable. Que no se vea interrumpida frente a las adversidades, al contrario, debemos enseñar a hacerles frente con creatividad, tesón, resiliencia y una gran fuerza de voluntad. Sería muy fácil bajar los brazos y rehuir de nuestras responsabilidades. Nada de eso, estamos convencidos que ante esta dura contingencia que estamos viviendo, debemos reforzar nuestros esfuerzos, con la ayuda de Dios y la intercesión de nuestro Patrono San José. Nos interesa estar cerca y apoyar tanto a nuestros docentes, como Paula a quien referimos al comienzo de esta columna, y a nuestros estudiantes, a todos, como a la alumna autora de la carta. Apelamos a la colaboración y a empatizar con nuestros esfuerzos al igual como nosotros nos comprometemos con ustedes.

Recién he asumido el cargo de Vicerrector Académico y aprovecho este medio para invitarlos a mirar el futuro con optimismo, con los pies puestos en la tierra, pero confiados en que lo que hacemos en esta comunidad de Duoc UC es el camino para superar lo que vivimos y lo que nos rodea. Muchas gracias por su entrega y por su transparencia. Estoy convencido que no existe un ustedes y un Duoc UC, solo existe una única comunidad de la que ustedes y nosotros formamos parte, cada uno, desde su posición, debe poner lo mejor de sí para avanzar y hacer más humana nuestra sociedad.

Les envío un saludo y les invito a rezar como San Ignacio de Loyola nos enseñó: “Enséñanos buen Señor, a servirte como mereces, a dar sin contar el costo, a luchar sin contar las heridas y a no buscar descanso, a laborar sin pedir recompensa excepto saber qué hacemos tu voluntad”.

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