Uno de los temas más importantes en los últimos años en materia de educación en Chile es la Reforma Educacional que ha sido puesta en marcha por el actual gobierno de la presidenta Michelle Bachelet. La base principal de dicha reforma radica en entender a la educación como un derecho y no como un servicio, y por ende, se sustenta en el acceso igualitario a una educación gratuita y de calidad. El concepto de “calidad de la educación” ha sido definido e interpretado por los diferentes actores involucrados; sin embargo, no ha sido posible llegar a un consenso respecto a qué quiere decir “educación de calidad”, ¿podría considerarse educación de calidad la educación efectiva impartida en escuelas efectivas?
En Chile, el primer estudio en profundidad respecto a las escuelas efectivas se publicó en el año 2004 bajo el título de: “Escuelas efectivas en sectores de pobreza: ¿Quién dijo que no se puede?” Según los resultados de dicha investigación, la gestión institucional centrada en el aprendizaje es uno de los elementos claves para el éxito de los resultados de los estudiantes más vulnerables. Además, establece que no existe escuela efectiva sin clases efectivas, ¿pero qué podríamos definir como efectividad educacional? Los autores Sammons, P., Hillman, J., & Mortimore, P. en “Características clave de las escuelas efectivas” definen 11 factores clave para las escuelas efectivas: liderazgo profesional, visión y objetivos compartidos, ambiente de aprendizaje, enseñanza y aprendizaje como centro de la vida escolar, enseñanza con propósito, altas expectativas, refuerzo positivo, seguimiento de avances, derechos y responsabilidades de los alumnos, colaboración hogar escuela y una organización para el aprendizaje.
El primero de los 11 factores para la educación efectiva, mencionados en el párrafo anterior, es el liderazgo profesional. Lo que el “Marco para la Buena Dirección” señala al respecto es “la Gestión Curricular contiene las competencias y habilidades que evidencian la forma en la cual el Director asegura el aprendizaje efectivo en aula, considerando la cultura y el Proyecto Educativo del Establecimiento. Se expresan en la capacidad de promover el diseño, planificación, instalación y evaluación de los procesos institucionales apropiados para la implementación curricular en aula, de aseguramiento y control de calidad de las estrategias de enseñanza, y de monitoreo y evaluación de la implementación del currículum.” Si entendemos la Gestión Estratégica como la encargada de conducir una institución hacia un futuro deseado mediante la planificación estratégica (Stoner, Planificación y administración estratégica, capitulo 10), podemos entonces establecer la importancia que esta tiene en los aprendizajes de los estudiantes y por ende en la gestión estratégica curricular. No se debe perder de vista que el foco principal de cualquier institución educativa son los estudiantes y sus procesos de aprendizaje, esto es consistente con lo señalado en la LGE en su artículo 3º letra b, con respecto a que “la educación debe propender asegurar que todos los alumnos y alumnas, independiente de sus condiciones y circunstancias, alcancen los objetivos generales de la educación expresados en el currículum nacional.”(Plan de aseguramiento de la calidad escolar 2016-2019. Sistema de aseguramiento de la educación). Es posible darse cuenta de que el debate respecto a educación de calidad suele centrarse en aspectos curriculares y aparecen temáticas como pertinencia curricular, selección de contenidos, áreas educativas, etc. Un documento referencial al respecto es el mundialmente conocido “Informe Delors”, elaborado por UNESCO y que define cuatro pilares de la educación (se entiende, de calidad) para el siglo XXI: aprender a conocer, aprender a ser, aprender a hacer y aprender a vivir con otros (UNESCO, 2000).
Otro concepto asociado a la calidad de la educación es el mejoramiento continuo, el cual se refiere a la generación en las comunidades escolares de una cultura orientada al incremento permanente de las condiciones y capacidades institucionales, centradas en la formación y aprendizaje de sus estudiantes. De acuerdo a Elmore, el mejoramiento se refiere a “movilización del conocimiento”, es decir, destrezas, motivaciones, recursos y capacidades en las escuelas y en los sistemas escolares para incrementar el aprendizaje de los alumnos (Elmore Richart, 2003).
Para organizar y establecer metas en torno a la calidad de la educación y el mejoramiento continuo, el Proyecto Educativo Institucional (PEI) es el principio ordenador de las instituciones educativas. En él está plasmado el marco teórico bajo el cual surgen los objetivos pedagógicos; aquí se presenta la “Misión” de la institución, es decir, el ¿por qué y el para qué? de esta institución educativa. También se explicita la “Visión”, que no otra cosa que la mirada de futuro y hacia donde nos encaminamos. Se definen las funciones de cada estamento y elemento de la institución, organización y procedimientos evaluativos y de convivencia Interna, normativa, perfiles de alumnos, apoderados y profesores, talleres, horarios, etc. En general, aquí está plasmada la idea de “escuela” que impulsa a cada Institución. Los objetivos estratégicos surgen a partir del análisis y/o diseño del PEI, siendo este, el motor que da vida a los principios Institucionales y a partir de lo cual es posible gestionar estratégicamente para el logro de resultados y aprendizajes efectivos, por lo tanto, deben tener su centralidad en la formación académica de los estudiantes, así como, en el tipo de hombre que el PEI espera formar. En esta línea, toda la gestión institucional debe apoyar estos procesos, siendo el Director y su equipo directivo quienes deben velar e involucrar a toda la comunidad educativa en esta tarea.
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