Afirmar[1] que “La formación ética de nuestros estudiantes ha sido uno de los principales objetivos de Duoc UC a lo largo de su historia”, resulta, a estas alturas, una perogrullada. Basta revisar los principales documentos institucionales para que esta verdad salte a la vista de manera evidente. A modo de ejemplo: nuestra Misión consiste en “formar personas en el ámbito técnico profesional, con una sólida base ética inspirada en los valores cristianos…”. Así mismo, nuestra visión declara: “Ser la institución más reconocida del ámbito técnico profesional para la formación de personas, que se distinga por la pertinencia de su preparación disciplinar, humana y ética…” y así podríamos seguir sumando múltiples páginas, que dan cuenta de la centralidad de la formación integral en nuestra institución.
Sin embargo, a pesar de su centralidad (y tal vez justamente por ella) esta tarea resulta, y ha resultado, de una complejidad enorme y su implementación curricular ha requerido de múltiples formulaciones y reformulaciones, las que seguramente seguirán a lo largo de los años.
La dificultad en la implementación de cualquier programa de formación ética no es exclusiva de nuestra institución, sino reside en la naturaleza misma de la ética. Al no ser de carácter teórico, sino más bien práctico, la formación ética desarrollada exclusivamente desde el currículo resulta sumamente difícil, pues no tiene sentido que los estudiantes memoricen conceptos o conozcan teóricamente distintas miradas filosóficas sobre el tema: alguien puede manejar teóricamente todo lo necesario para comportarse de manera correcta y a la vez ser el peor de los rufianes. El mismo Aristóteles nos advierte de esta dificultad en el libro segundo de su Ética a Nicómaco: “No nos consagramos a estas indagaciones para saber que es la virtud, sino para aprender a hacernos virtuosos y buenos; porque de otra manera este estudio sería completamente inútil”.
Estamos pues, frente a una encrucijada ¿cómo formar a nuestros alumnos en una disciplina práctica desde un currículo teórico? Esta dificultad, es franqueada en otras disciplinas con laboratorios, talleres, centros de simulación, entre otros; sin embargo, en el caso de la ética, la imposibilidad de practicar el discernimiento moral en contextos reales ha llevado a la Dirección de Ética a la implementación de nuevas maletas didácticas incorporando la metodología de casos, donde, junto al método socrático y la metodología inductiva, han aportado al desarrollo de la imaginación moral con muy buenos resultados.
Sin embargo, existen también otras formas de aportar formación ética a nuestros estudiantes, que se dan fuera del contexto curricular, o “extracurriculares” y que, a pesar de ser menos exploradas, aportan enormemente al cumplimiento de dichos objetivos.
En este sentido, es que los programas de Ética, Formación Cristiana y Cultura en conjunto con otros estamentos de nuestra sede San Carlos, hemos empezado un camino que integra la formación valórica con actividades culturales, aprovechando el sello artístico propio de varias de nuestras carreras. En esa unión de ética y arte, hemos encontrado una gran oportunidad para ampliar la formación valórica, ya que, a nuestro juicio, estas instancias juegan un papel fundamental en el desarrollo integral de los estudiantes, proporcionándoles un espacio para fomentar su sensibilidad, conocerse a sí mismos, explorar y expresar sus emociones, entre otras.
El arte y la cultura, en sus diversas formas, sirve como medio para expresar valores, dilemas morales y visiones del mundo. Brindan la oportunidad de explorar y comunicar sus propias convicciones a través de la apreciación y la creación artística. Esta reflexión contribuye a un mayor autoconocimiento, un componente esencial en el desarrollo de un carácter virtuoso. El mismo Aristóteles nos indica, a lo largo de su obra, la intrínseca identificación entre bien, belleza y verdad. Las buenas acciones son siempre bellas y viceversa, por tanto, la identificación entre ambas debería ser un supuesto en la formación ética de nuestros jóvenes.
Entendiendo la profunda relación entre el arte y la ética, es que fuimos generando una interesante parrilla de actividades culturales durante el año 2023, entre las que queremos destacar dos actividades en particular:
La primera fue un Concierto – Conversatorio sobre Música Sacra. Actividad en el marco de la Semana de la Fe y la Cultura, que fue organizada en conjunto con las carreras de la Escuela de Sonido y la Subdirección de Extensión de nuestra Sede. Permitió que nuestros estudiantes pudieran disfrutar de un concierto de cámara, con piezas de Bach, Vivaldi, Händel y Mozart, a cargo del prestigioso conjunto de cuerdas “Cuarteto Austral” integrado por Javaxa Flores, Jessica Carrasco, Isabel Flores y Valentina del Canto. Además, en un segundo momento tuvieron un espacio para aproximarse teóricamente a la música sacra, a través de un conversatorio con el destacado músico, productor musical y docente Cuti Aste, la historiadora y docente María de los Ángeles Viveros, junto a las integrantes del Cuarteto Austral.
Foto 1. Cuarteto Austral – Música Sacra
Foto 2. Conversatorio Cuti Aste y María de los Ángeles Viveros
La segunda actividad destacada fue la 1° Muestra de Artesanía, inserta en el marco de la semana del Programa de Cultura, y organizada en conjunto con las carreras de Diseño y el Programa de Artesanías del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP). Esta actividad contó con la participación de 10 artesanos provenientes de distintas regiones de nuestro país, por nuestra identidad. Junto con la muestra se realizaron dos talleres: “Tiento de Chivo como Materialidad” a cargo Kevin Soto, Talabartero de Curacaví ganador del Sello de Excelencia a la Artesanía 2023. Y el taller “Introducción a la Pilwa Lafquenche” a cargo de la artesana Juana Paillafil Llaima, Cestera del Lago Budi.
Foto 3. Artesana Juana Paillafil, Trabaja la Pilhua Lafquenche, Lago Budi, región de la Araucanía
Estas actividades culturales extracurriculares, son vehículos educativos que trascienden a la mera apreciación artística y potencian de forma significativa el desarrollo ético de los estudiantes, ya que no solo los enriquecen intelectualmente y aportan en su bagaje cultural, sino que también operan como experiencias formativas que cultivan virtudes, fomentan la empatía, desarrollan la sabiduría práctica y contribuyen al bien común. Estas actividades extracurriculares no solo enriquecen la vida cultural de la Sede, sino que ofrecen también un terreno fértil para el desarrollo ético de los estudiantes, guiándolos hacia el desarrollo de la excelencia moral y contribuyendo a su propia plenitud.
Foto 4. Muestra de Artesanía
[1] El autor hoy se desempeña en el mismo cargo en la sede Alameda de Duoc UC.
Tatiana Garrido
Excelentes iniciativas!!
Anónimo
Felicitaciones Juan Eugenio! Gran trabajo. Saludos
Julián Bonilla
Muy buena reflexión, muchas gracias, consideraré estos elementos en la docencia de la Etica .