¿Cuál fue el momento más impactante o espiritualmente significativo que experimentó durante su peregrinación en Israel?
Aunque parezca extraño, el momento más impactante lo viví precisamente el día domingo previo a retirarnos de Israel. Tal vez por las circunstancias que estábamos viviendo, ya que se había acercado la guerra y había un ambiente de tensión y de tristeza en el ambiente. Salimos a caminar por la ciudad vieja y llegamos al Muro de los Lamentos, con muy poca gente en el lugar. Tuvimos la oportunidad de entrar y hacer una oración muy tranquila, muy privada y en ese momento fue muy fuerte para mí estar con los brazos extendidos tocando los muros de las bases del antiguo templo de Jerusalén. Y bueno, ahí me acordé de muchas cosas que vinieron a mi corazón: En primer lugar la guerra, pensando en los musulmanes, en los judíos y en nosotros los cristianos, y como muchas veces nos alejamos de Dios o usamos su nombre para hacer daño; después me acordé de Duoc UC, me recordé de mi parroquia, de mi gente y a todos los quise poner ahí frente al Dios único y dije, bueno, este Dios está presente no solamente en el cristianismo, en el judaísmo y de alguna manera también en el islam, por eso creo que fue un momento muy fuerte.
¿Cómo influyó su peregrinación a Belén y Jerusalén en su comprensión y relación personal con Cristo?
Yo había tenido la oportunidad de viajar a Tierra Santa hace un par de años atrás y, por lo tanto, había estado tanto en el Sepulcro Santo como en el Muro de los Lamentos, pero bajo las circunstancias que estábamos viviendo en este viaje, me ayudó para hacer una oración mucho más profunda, mucho más real y sentía lo que estábamos viviendo como humanidad.
¿Puede compartir alguna anécdota o experiencia especial que hayan tenido en un lugar sagrado en Tierra Santa o en Roma?
Cuando veo por ejemplo la cultura del Asia menor, cuando veo a los judíos, a los musulmanes, cuando veo el estilo de vida de ellos, que por un lado se parece al nuestro pero, por otro lado, es tan diferente, lo que veo es como es el Señor que se encarna en una cultura, en una sociedad, que es súper diferente a la nuestra pero para mí es muy parecida, tiene un montón de complejidades y como Dios tiene la humildad de hacerse presente en esa cultura.
¿Cuál fue su sensación al caminar por los mismos lugares donde Jesús vivió y predicó? ¿Hubo alguna revelación inesperada?
Yo quiero mencionar lo que me tocó vivir en Roma, no curiosamente con la entrevista con el Papa, que no me la esperaba, sino porque fue muy bonito encontrarse con los hermanos sacerdotes, a los cuales yo estimo mucho. Me tocó ver a Monseñor Andrés Ferrada que trabaja en un Dicasterio en la Iglesia y que era mi compañero de curso. Lo conozco desde que éramos seminaristas, entonces poderlo ver trabajando en esas funciones del Vaticano fue muy bonito. Verlo con una visión mucho más universal de la Iglesia, trabajando con un montón de curas de todo el mundo, fue muy bonito. Por otro lado, me encontré con otro sacerdote al cual yo tuve la oportunidad de acompañar en la parroquia en su proceso de seminarista y ese sacerdote es Ignacio Pizarro, que está estudiando y también con él tuve la oportunidad de conversar, conversamos sobre la realidad de la Iglesia tanto la Iglesia de Roma, como al Iglesia de Santiago y eso también es muy enriquecedor.
¿Qué aprendizajes o lecciones destacadas obtuvo de visitar Israel y Roma?
En Tierra Santa lo que observé fue ver que es una nación en una situación de guerra y se respira ese ambiente tenso; pero, por otro lado, se respira la profunda religiosidad sobre todo en la ciudad vieja de Jerusalén, todo huele a fe, a religión, no solamente cristiana, también musulmán y judía. Ver obviamente a los cristianos que son muy universales, cristianos griegos, cristianos rusos, latinos, africanos, realmente es una universalidad muy grande de la Iglesia. Por otro lado, ver estas dos grandes religiones monoteístas, presentes con sus características, que tienen muchas cosas admirables y otras cosas que no comparto. En Roma efectivamente fue muy emocionante poder encontrarse con el Papa, eso fue gracias a una gestión de Andrés Ferrada, mi compañero que nos consiguió esa audiencia y fue emocionante.
Durante la peregrinación, ¿cómo influyó la historia bíblica en su apreciación de la Tierra Santa y su importancia en la fe cristiana?
No sé si fue una revelación, pero cuando hicimos el Vía Crucis, que curiosamente lo hicimos con unos cristianos árabes, fue muy particular, porque ellos iban cantando en árabe, rezando en árabe, nosotros solo hicimos un acto de fe acompañando muy respetuosamente y fue muy emocionante recorrer todo el sendero que hizo Jesús desde que lo condenan a muerte hasta su crucifixión. Fue un momento de recogimiento, un momento de saber y de experimentar un poquito el amor que Dios nos tiene, como es capaz de dar su vida por nosotros. Creo que eso me dejó muy marcado, ese trayecto de ver como hombres y mujeres de culturas tan diferentes también son capaces de percibir esto.
¿Cómo describiría la conexión entre la historia de la Biblia y la presencia actual de la fe en Israel?
Sin lugar a duda, el Santo Sepulcro es un lugar especial, siempre te invita al recogimiento, pero donde me impactó más esta vez, fue precisamente donde Jesús fue sacrificado y donde se conserva el orificio donde estaba la cruz. Fue un momento de tranquilidad para mí, esta vez no entré al Santo Sepulcro, pero diría que ese fue el lugar que en esta ocasión pude vivir muy íntimamente junto con el Muro de los Lamentos.
¿Hubo algún lugar específico que considere el más sagrado o especial de todos los que visitaron? ¿Por qué?
Como te decía anteriormente en Israel se respira fe, todo es fe y sobre todo la Jerusalén antigua. Uno ve como la historia se impregna y como esa historia nos habla de un Dios que se revela y se muestra en medio de esa realidad que no es una realidad fácil, muchas veces es una realidad violenta, una realidad de injusticia, una realidad de discriminación, pero como hoy Dios se hace presente y desde esa realidad empieza a iluminar y como decía anteriormente, a humanizar.
¿De qué manera su peregrinación a Israel y Roma influirá en su labor pastoral y en su capacidad para transmitir el mensaje de Cristo a su comunidad?
Nosotros llegamos el martes a Jerusalén y el sábado comenzó la guerra. Tuvimos martes, miércoles, jueves y viernes, normal hasta el sábado que comenzó la guerra. La guerra siempre es un hecho terrible, un acontecimiento que sabemos que destruye, mata, produce dolor, produce pobreza, desplazamiento, en una guerra yo estoy convencido de que nadie gana. Lo primero que me queda frente a los hechos de violencia, es que no hemos escuchado a Dios, porque yo estoy seguro que tanto el mensaje de Alá y el mensaje de Yahvé, y para nosotros el mensaje de Jesucristo, es el mismo, de respeto, de amor, de entender que el ser humano es lo más importante y que podemos llegar de acuerdo a través del diálogo, no es necesario que estemos de acuerdo en todo lo que pensemos, pero a través del diálogo se puede llegar a acuerdos.
¿Qué nos puede compartir, respecto a su visión íntima de los hechos de violencia, que se iniciaron en días que usted visitaba lugares sagrados para la fe cristiana, judía y musulmana para transmitir el mensaje de Cristo a su comunidad?
Aunque lo exprese anteriormente, lo repito. Creo que todo conflicto solo trae derrota para todas las partes implicadas. Que una guerra sobre todo en un lugar como Israel donde la fe tiene una presencia tan grande. Es un no escuchar el clamor de Dios, es ignorar su mensaje.
Sé y creo profundamente que Dios siempre tiene la última palabra y su palabra siempre es vida.
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