Recientemente me ha correspondido asistir a dos encuentros que tienen una directamente relación con el mundo de la educación técnica profesional. Ambas actividades se desarrollaron en España, en las ciudades de Valencia y Barcelona, respectivamente.
La Tercera Conferencia Internacional sobre los Avances de la Educación Superior (HEAd’17) se realizó en la Universidad Politécnica de Valencia entre el 21 y 23 de junio recién pasado. Esta instancia es un excelente foro para que investigadores y profesionales del ámbito técnico profesional intercambien ideas, experiencias, opiniones y resultados de estudios relacionados con la preparación de los estudiantes, las metodologías de enseñanza y aprendizaje y la organización de los sistemas educativos.
En esta tercera versión las áreas temáticas consideraron, entre otras: materiales innovadores y nuevas herramientas para la enseñanza, experiencias innovadoras de enseñanza y aprendizaje, tecnología educativa, evaluación del aprendizaje de los estudiantes, tecnologías emergentes en el aprendizaje, estrategias educativas, experiencias educativas fuera del aula, nuevas teorías y modelos de enseñanza y aprendizaje, globalización en las reformas educativas, aprendizaje para el empleo, acreditación, calidad y evaluación de la educación y aprendizaje basado en competencias y evaluación de habilidades.
Organizadas las actividades sobre la base de tres conferencias magistrales, ciento veintiocho presentaciones y treinta y tres muestras de posters, la Tercera Conferencia Internacional Head´17 congregó a más de un centenar de investigadores representantes de una cincuentena de países distribuidos en los distintos continentes del planeta.
Por otra parte, cerca de 150 profesionales de la educación, el pasado 27 de junio, participaron en el Foro Internacional de Educación y Tecnología (FIET 2017) realizado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Esta actividad anual es organizada por ocho universidades catalanas y en esta oportunidad se enfocó hacia las tecnologías digitales en los nuevos escenarios de aprendizaje.
La jornada contó con intervenciones desde la arquitectura a la infonomía, así como desde la evaluación en el campo del aprendizaje a la neurociencia y desde la aplicación educativa de la tecnología a las propuestas didácticas de uso en la sala de clases.
El común denominador de ambas actividades estuvo centrado en las posibilidades futuras que se perfilan desde el ámbito de la educación. Más allá de la diversidad de estudios e investigaciones presentadas, las conferencias centrales apostaban por una visión del porvenir donde la colaboración se situaba en un lugar central. En efecto, Piet Kommers[1] trajo la evidencia de que el estilo comunicativo de los estudiantes tiene consecuencias para su carrera posterior, ya que los empleadores son sensibles a sus perfiles.
Tanto la Unión Europea como el Gobierno de los Países Bajos y su Consejo de Educación comparten la visión de que sus sistemas de educación superior desempeñan un papel crucial para garantizar la competitividad internacional teniendo en cuenta la existencia de una economía del conocimiento. En este contexto, el Consejo de Educación de los Países Bajos entiende la urgencia de que las instituciones de educación superior formen y entrenen a los estudiantes de manera efectiva, siendo estos quienes se convertirían en ciudadanos globales, dominarán sus materias y tendrán competencias avanzadas en las áreas de análisis, creatividad, resolución de problemas y las habilidades necesarias para una colaboración multidisciplinaria e intercultural efectiva. En otras palabras, la promoción del aprendizaje de nivel superior y de las habilidades colaborativas se ha convertido en una prioridad urgente en Europa.
El potencial de los medios de comunicación social como herramienta facilitadora para lograr resultados de aprendizaje de nivel superior, a través de la colaboración con otros, parece obvio y también es apoyado por abundante literatura.
Alfons Cornella[2], nos hacía ver que los expertos en cognición señalan que solo aprendemos lo que pensamos. Que aprendemos aquello que debemos procesar para entenderlo, y que después queda como algo comprendido en nuestra memoria permanente. Por eso, quizás, cuando más aprendemos es cuando tenemos que resolver un problema. Cuando nos enfrentamos a él y para resolverlo debemos buscarlos, procesarlos, metabolizarlos mentalmente, comprenderlos. Solo entonces aprendemos de forma profunda y permanente. Así, entonces, el aprendizaje basado en problemas (PBL en inglés, ABP en español) se cimenta en la utilización de problemas como inicio para la adquisición e integración de nuevos conocimientos. Según este método, tras ser planteado un problema, pequeños grupos de trabajo aprenden de manera colaborativa a cómo resolverlo, analizando el contexto, haciendo emerger ideas, determinando la información ya conocida por los miembros del grupo, buscando la información no conocida, definiendo el problema con precisión, afinando la información que ayuda a resolverlo con exactitud, y trabajando finalmente en cómo presentar los resultados obtenidos.
Visto desde este modelo, el aprendizaje es, por tanto, una actividad social, colaborativa. Cada uno aporta lo que sabe y busca en aquellos temas que más le interesan. El enfoque del aprendizaje pasa a centrarse en la coordinación de la búsqueda de información y en la arquitectura final del conocimiento derivado de ella. Basándose en este modelo, y en otros similares, diferentes iniciativas proponen centrar las estrategias educativas en la “búsqueda” colaborativa de respuestas y soluciones a problemas reales. Quizás esta pueda ser, también, la mejor forma de aprender en una organización: construir las estrategias de aprendizaje y formación alrededor de proyectos colaborativos fundados sobre problemas reales (u oportunidades) a resolver.
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