5 de Octubre, 2020

El significado y los aprendizajes de una Pastoral a distancia

María Belén Hurtado de Mendoza Infantes

María Belén Hurtado de Mendoza Infantes

Directora de Pastoral y Cultura Cristiana de Duoc UC

7 minutos de lectura

En el mes de julio alumnos y colaboradores de Duoc UC, con toda creatividad, pusieron sus talentos al servicio virtual de las comunidades que solemos visitar presencialmente en esta época del año. El Consejo de Estudiantes seleccionó como lema de estas misiones “en vasos de barro llevemos esperanza”. Con la conciencia de la propia fragilidad pero con toda disponibilidad y generosidad ofrecieron oración, servicio, escucha, esperanza. Recogemos aquí el testimonio de una misionera: “Agradezco mucho haber podido ser parte de estas misiones (…) Es un honor poder llevar la Palabra de Dios a gente que está sufriendo. Yo cuando sufrí nadie pudo darme una palabra como la estoy dando yo ahora.  Creo que es inmensamente grande lo que estamos haciendo. La llamé [a la persona que misionó], me escuchó, yo la escuché, rezamos juntas, fue un encuentro muy bonito”.

Con estas palabras deseo introducir los tres elementos de esta reflexión: aprendizajes de la pastoral, nuestro agradecimiento y un doble desafío.

¿Qué hemos aprendido?

En primer lugar, hemos recordado que el cristiano lo es en toda situación, principalmente en las más desfavorables. Prueba de ello son los estudiantes y colaboradores de nuestra Comunidad que han intensificado su oración en este tiempo para pedir por aquellos que se encuentran en grave necesidad, enfermos o que han fallecido a causa de la emergencia sanitaria. Rezan con intensidad, con confianza y con la certeza del poder que tiene la oración de intercesión. Juntos, como comunidad, nos unimos cada 19 en la celebración eucarística y acudimos a San José, nuestro patrono para pedir por nuestros alumnos, colaboradores y familias.

A través de la oración acudimos a Dios y recordamos que no estamos solos, que Él está con nosotros, que Él cumple sus promesas: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Y en la oración nos fortalecemos para acudir al hermano que nos necesita.

Nuestros estudiantes, docentes y administrativos se han convertido en signo de esperanza saliendo de sí mismos, fortalecidos en la oración para dar una palabra de aliento, para consolar, para atender las necesidades básicas de los más necesitados. Pensemos, por ejemplo, en el mes de la solidaridad que inició con la celebración de la Eucaristía, que se desarrolló con numerosos voluntariados y que culminó con la adoración eucarística. Con su oración y su caridad han hecho presente el amor de Dios.

Las condiciones para desarrollar y ofrecer las instancias de oración, de formación, de servicio y de comunidad pastoral en este tiempo no han sido las habituales, pero la creatividad de los integrantes de pastoral ha hecho posible una adaptación virtual y un acompañamiento espiritual personal y comunitario a través de las redes sociales y de las nuevas tecnologías.

También hemos aprendido que “se nos ha dado una esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: El presente, aunque sea un presente fatigoso se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” (Spe Salvi, 1). Como comunidad hemos recordado que esa esperanza no es un qué sino un Quién: Jesucristo. En la vida humana nos ponemos metas: iniciar una carrera, terminar mis estudios, conseguir un trabajo, etc. Cuando los conseguimos tenemos cierta satisfacción pero terminamos por preguntarnos y ahora, ¿qué sigue? Y esto nos hace pensar que estas esperanzas temporales nos motivan pero no nos son suficientes. Necesitamos y existe una certeza que llena de vida plena. Y esa certeza es Cristo, que por nosotros dio su vida en la cruz. Que con ello nos abrió las puertas del cielo. Que llenó de sentido el sufrimiento. Que acompaña y me fortalece en las dificultades de la vida.

Nuestro agradecimiento

Continuamos este espacio agradeciendo al equipo de Pastoral. Hemos visto a nuestros capellanes ofrecer el sacrificio de la Eucaristía por nuestra comunidad. Con su oración, escucha, presencia y ayuda nos han recordado que no estamos solos, que nadie se salva solo. Ellos han acompañado a nuestra comunidad ante el fallecimiento de nuestros seres queridos, ante la situación de enfermedad e indefensión. Con su oración y sacrificio personal, interceden por nosotros al Padre.

Qué podemos decir de nuestras asesoras, personas consagradas a Dios, dedicadas exclusivamente a la oración y al servicio de la caridad, del acompañamiento espiritual y de nuestra formación cristiana. Todos los que las han necesitado han sido acompañados por ellas.

Y no es menor la labor de los coordinadores y equipo de pastoral, quienes han favorecido que, en estos tiempos difíciles y con los desafíos que presenta la virtualidad, podamos tener las instancias de encuentro con Cristo a través de la coordinación y preparación de la celebración sacramental, de los momentos de oración, de las acciones de solidaridad interna y externa, de los espacios de formación y acompañamiento comunitario.

Dedicamos ahora una palabra para los colaboradores – administrativos y docentes- y los alumnos que forman parte de los consejos pastorales. Juntos y con el equipo de pastoral, han puesto sus talentos y su creatividad al servicio de la comunidad en estos tiempos difíciles.

No olvidemos a cada miembro de la comunidad que, inspirados por el ejemplo de Cristo y con su gracia, han desarrollado todo tipo de iniciativas de oración y de caridad cristiana para ayudar al prójimo en este tiempo.

Un doble desafío

Múltiples desafíos nos dejan esta emergencia sanitaria y la postpandemia. Selecciono este doble desafío: La mediación eclesiológica en el orden sacramental y en el orden de la caridad, del ámbito social.

La Iglesia es puente entre Dios y los hombres y lo hace manifestando el amor de Dios a través de la caridad cristiana entendida en sentido amplio y de la celebración litúrgica.

Las necesidades que deberán ser atendidas desde ahora y después de la pandemia requerirán de toda creatividad, compromiso y generosidad por parte de la comunidad. Pero sobre todo, como sabemos, este ejercicio de la caridad cristiana del contacto con la fuente del amor: Dios. Será, por tanto, necesario que sigamos acudiendo a la oración personal y a la celebración litúrgica.

Los medios virtuales han facilitado el acercamiento a la liturgia mientras que ha sido imposible acudir a nuestras iglesias. En la medida en que sea posible retornar a los templos, tendremos el desafío de renovar y recordar que el contacto físico con el Señor Jesús es vital e insustituible. A medida que podamos regresar, será una labor preciosa e importante la de recordar el sentido y significado de la presencia de Cristo en el sacramento de la Eucaristía, la necesidad de acudir al sacramento de la Reconciliación y encontrarnos allí con su misericordia. La Iglesia, todos los fieles, vivimos de la Eucaristía.

Conclusión

Concluyo pidiendo la intercesión de María Santísima y de nuestro patrono San José para que la Pastoral y la Comunidad Duoc UC sepamos ser testigos de esperanza en toda circunstancia.

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