Desde el 16 al 20 de Marzo del presente año, un grupo de 50 estudiantes de diferentes sedes de Duoc UC, en la que como administrativo me sumé, formamos parte del SOS gestionado por el área de Solidaridad de Pastoral que tuvo como nombre: Desafío Reconstruyamos San Javier. Zona de la VII región afectada por los incendios del pasado mes de Enero y que como institución decidimos sumarnos en la reconstrucción no solo material sino humana y espiritual acompañando a las familias. Gracias al esfuerzo de todos los que participamos, cumplimos el objetivo propuesto: la construcción de seis casas de emergencia para familias de la zona.
Estos eventos para los alumnos son de suma importancia porque les ayuda en su capacidad de discernir, al encontrarse ante la disyuntiva de “desorganizarse” en sus tiempos, compromisos académicos, familiares y recreativos para disponerse a servir a los más necesitados de una catástrofe como las familias afectadas por los incendios en el pasado mes de enero. Después responsablemente asumir el desafío de reestructurar sus tiempos y responsabilidades una vez finalizada la misión. Considero que este ejercicio en nuestros estudiantes los forma en valores cristianos y humanos que los capacita para aportar sus conocimientos de manera integral en sus futuros espacios laborales, es decir, con un fuerte compromiso social.
Una vez más confirmo que la Pastoral de Duoc UC en su forma y fondo, no está aislada de la realidad del país, porque como cristianos nos consideramos hermanos al ser todos hijos de un mismo Dios. Es así como creo que en esta oportunidad y posiblemente en futuras, pudimos crear a través del proyecto que lleva a cabo la fundación “Techo Chile” un vínculo con la población de los Rastrojos, municipalidad de San Javier, VII región a través de la construcción de seis casas de emergencia para que las familias beneficiadas pudieran esperar el tiempo requerido por parte del Estado en la asignación de una casa digna y puedan así reconstruir y continuar sus vidas.
Como Iglesia e institución Católica estamos llamados a no desentendernos de la realidad de nuestros hermanos, pero especialmente de aquellos como reiteradas veces su Santidad el Papa Francisco nos recuerda: “Nuestra atención por los más pobres, los marginados y en situación de vulnerabilidad social”. Y aún más: por aquellos que inesperadamente lo pierden todo y que habían obtenido con sus esfuerzos. Es así como motivamos a nuestros alumnos con este espíritu y aunque la experiencia de trabajo forzoso se tornaba como una dificultad para perder la fe en la misión que habíamos asumido, a muchos nos fortalecía poder encontrar a Cristo necesitado, sufriente a través de las historias de las familia y a la vez lleno de esperanza por nosotros una vez entregada las casas y ellos nos agradecían por tanto amor desinteresado. Y es que tanto las familias como los alumnos que participaron (incluyéndome) no nos conocíamos en su mayoría y esto es lo que Jesús nos pide: “Amarnos unos a otros como él nos ha amado, porque así nos reconocerá todo el mundo como sus discípulos” Jn 13, 34. En la dinámica vivida durante los cinco días, directa o indirectamente fue la experiencia que vivimos en Los Rastrojos junto a las familias que desde el pasado lunes 20 de marzo no son damnificados, porque hemos contribuido en el inicio de la reconstrucción de sus vidas.
0