Planificar al 2030, en un mundo tan cambiante, puede parecer una osadía. Nadie sabe con certeza lo que viene. Pero lo que sí sabemos, y ahí está nuestra fortaleza, es que el horizonte no se construye con predicciones, sino con esperanza activa. Una esperanza fundada en Cristo, que nos asegura que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos. Esa es la brújula que puede orientar cualquier proyecto educativo serio y humano: no el miedo, sino la confianza; no la especulación, sino la fidelidad a la misión.
Nuevas realidades, la misma vocación de servir
La educación vive un cambio profundo. La natalidad disminuye, las aulas se achican y la migración se vuelve un rostro cotidiano. Chile es hoy un país más diverso, más latinoamericano, más católico de muchas maneras. Esa diversidad es un don que interpela. A Duoc UC le toca acogerla con hospitalidad, adaptando sus procesos y programas para que cada estudiante, chileno o extranjero, encuentre en sus aulas un lugar donde crecer, aprender y sentirse parte de una comunidad que lo mira con esperanza. Una estrategia realista combina: a) admisión y apoyo académico adaptados a perfiles migrantes; b) acompañamiento psicosocial y pertenencia; c) vinculación litúrgica y cultural respetuosa de la pluralidad católica latinoamericana.
Juventudes y entorno digital: salud mental, vínculos y hábito de aprender
Vivimos una época de conexión constante y, paradójicamente, de mucha soledad. Niños y jóvenes pasan horas frente a pantallas; pierden hábitos de concentración, de diálogo y de encuentro. El gran desafío educativo de esta década no será solo tecnológico, sino humano: enseñar a relacionarse, a escuchar, a cuidar el propio bienestar emocional y espiritual. Por eso, más que “formar técnicos”, necesitamos formar personas que sepan trabajar con otros, convivir, acompañar y construir comunidad.
Inteligencia artificial y oficio de aprender
He visto con sorpresa cómo la inteligencia artificial puede generar trabajos excelentes… Y estudiantes que no aprendieron nada. No es un tema menor. La tecnología puede ser una gran ayuda, pero no puede reemplazar el esfuerzo, la reflexión ni la creatividad. El desafío es usarla con sentido ético: que sirva al aprendizaje, no que lo suplante. Evaluar procesos, más que productos; escuchar, conversar, defender ideas; volver al papel, al lápiz, a la palabra viva que enseña y transforma.
Del “think tank” al “do tank”: aprender haciendo, con propósito social
La educación que deja huella es la que toca la realidad. En Concepción tuve la experiencia del Albergue Móvil de la Misericordia, diseñado y construido por estudiantes de Duoc UC. No fue una tarea ni un examen: fue un acto de servicio. Ellos conocieron a las personas en situación de calle, entendieron su pobreza y pusieron sus conocimientos al servicio de esa necesidad. Ahí comprendí que la educación es verdadera cuando une cabeza, manos y corazón. Por eso, un Duoc UC que aprende haciendo, al servicio de los más pobres, será siempre una institución viva.
Territorialidad eclesial: unidad en la diversidad
Duoc UC se inserta en diócesis concretas: las pobrezas y oportunidades son distintas en Arica, Illapel, Santiago o La Araucanía. La planificación central debe respetar la subsidiariedad: orientaciones comunes y portafolios locales de proyectos alineados con el sentir de la Iglesia en cada territorio. Esto no es ornamento: es fuente de pertinencia, legitimidad y aprendizaje situado. Así se encarna de verdad la misión evangelizadora en el ámbito educativo.
Más allá de la nota: descubrir dones y servir con ellos
Todos tenemos talentos y capacidades que esperan ser descubiertos. La educación superior es el momento en que el joven empieza a elegir su camino, a descubrir su vocación. Cuando el proyecto importa —porque cambia la vida de alguien— la motivación se vuelve intrínseca y el aprendizaje se acelera. El Plan debe formalizar esta intuición en trayectorias de talento (identificación temprana de fortalezas) y en misiones aplicadas (encargos con usuarios definidos y entrega real). No se trata solo de aprobar cursos, sino de poner los dones al servicio del otro. Cuando un estudiante ve que su proyecto cambia la vida de alguien, su motivación se multiplica. Educar es ayudar a descubrir ese “para qué” profundo que da sentido a la vida
Pobreza como responsabilidad propia: fraternidad institucional
El Papa León XIV lo dijo con claridad: “Los pobres no son un problema social, son de los nuestros” (Dilexi te, 2025). No son una categoría abstracta, son rostros concretos que nos interpelan. Duoc UC, como institución de inspiración cristiana, tiene la oportunidad de seguir haciendo de la fraternidad su sello: sirviendo a migrantes, adultos mayores solos, personas privadas de libertad, niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad. No se trata de caridad como gesto ocasional, sino de una forma de entender la educación: aprender sirviendo.
Una brújula simple para decisiones difíciles
Cuando la incertidumbre sea alta, la brújula propuesta por la exposición es clara: si una acción crea comunidad, mejora el aprendizaje real y alivia una pobreza concreta, avanza. Si solo mejora la apariencia, la métrica vacía o el ruido publicitario, se detiene. Duoc UC no necesita adivinar 2030: necesita perseverar en ese triángulo —fraternidad, oficio y territorio— con métricas sobrias y relatos verdaderos. Ahí está la diferencia entre un plan que se declama y un plan que cambia vidas.
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