Sin duda que esta frase clásica, por todos escuchada, tiene hoy para mí una potencialidad enorme: Representa lo que siento en la misión que se me ha encomendado como Capellán de Duoc UC. Es una misión que viene siempre acompañada de desafíos, pero también de esperanza en un camino que se vive con otros y para otros, que se vive en comunidad[1].
Después de ser Capellán de la sede Alameda, Plaza Vespucio y San Joaquín, y desde ahí colaborando como Capellán del Área Social, pude profundizar en el valor que Duoc UC generaba entre sus estudiantes. Me quedé con una mirada muy interesante del servicio vivido, para aquel entonces, en los proyectos A+S (aprendizaje y servicio), acciones potentes que favorecía la formación de los alumnos y alumnas, en el compromiso por el bien común, la identidad institucional y el sentido del ser humano.
Parto de un Duoc UC con cerca de 45 mil estudiantes a servir en la Vicaria de la Esperanza Joven, todo un desafío de cómo invitar a los jóvenes a vivir los verbos: Amar, Servir, Seguir y Anunciar a Jesucristo el Señor, la misma invitación que hoy comparto con todos ustedes. Ese tiempo como Vicario de la Esperanza Joven fue un camino interesante, desafiante y lleno de un encuentro con Cristo y con los hermanos y que esponja el corazón.
De ahí vino un tiempo como Vicario de la Zona Centro, donde tuvimos la quema de dos Iglesias. Un gran dolor por lo que significó ver en todo ese contexto tantos sentimientos encontrados, tantas situaciones sin sentido y los diferentes sentimientos internos que se gatillaban en todo un entorno. Justamente en ese caminar aparece Duoc UC, colaborando, animando y mostrando el compromiso de Alumnos y alumnas, Profesores/as, Pastoral y toda la riqueza de la Institución con el proyecto Sursum Corde (Levantemos el corazón) acompañando gran parte de las acciones de limpieza, restauración y acondicionamiento de los espacios para una comunidad que se gesta más allá de un Templo. De este modo uno pudo apreciar la alegría de ser visto. Una Comunidad que sufre, es vista por hermanos que quieren animarla en el dolor y ayudar a forjar esperanza. Fue una inyección de esperanza para una Comunidad herida, dolida, que no quería dejar de serlo y que deseaba continuar su testimonio de amor en su barrio, Plaza Italia.
Desde este sentido de gratitud, de esperanza y de creatividad que he recorrido, llego de nuevo a Duoc UC, en el año Mariano y en la preparación de la Jornada Mundial de Jóvenes que se realizará en Lisboa, que nos inspira a salir al encuentro del otro, como lo hizo La Virgen María.
El lema que nos acompaña en este año es “María se levantó y partió sin demora” (Lc.1, 39) y es así, precisamente, que María se puso en camino, un camino que también todos realizamos para darle sentido a nuestras vidas, que se manifiesta en acciones concretas y cotidianas. Recordando los verbos que les comenté: Amar, Servir, Seguir y Anunciar a Jesucristo el Señor, dar lo mejor de cada uno en un servicio bien dado al hermano, en descubrir que cada uno puede ayudar a que la persona que atiendo, que enseño, que apoyo, que animo descubra el apoyo, la esperanza y la fortaleza de quien quiere entregar un aporte a una sociedad mejor. Si bien es cierto todos podemos tener un grado diferente de fe, la petición a Dios es la misma para todos. Que el Señor Jesús nos anime, nos fortalezca y guie para ser significativos en la experiencia educativa de tantos y tantas que llegan a nuestra Institución para tener un futuro mejor.
Encomendemos de manera especial el proceso de acreditación que juntos hacemos, que sea un tiempo para fortalecer nuestra identidad y nuestra misión de formar a los jóvenes para una sociedad mejor.
Gracias por todo el aprecio recibido y muy convencido que esta vuelta a casa es una bendición. Que al igual que María Santísima, con alegría, nos pongamos en camino, que esta ruta de la vida, vivida en comunidad, como familia Duoc UC, sea para todos unos momentos de crecimiento y valoración.
Que tengan unas muy buenas vacaciones, nos vemos a la vuelta. Dios bendiga sus vidas y la de sus familias.
[1] Columna publicada en el Boletín N°58 del Observatorio Duoc UC.
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