La implementación efectiva de una cultura preventiva representa un desafío central para las todas las instituciones, especialmente porque implica transformar comportamientos profundamente arraigados. En este contexto el compromiso institucional de Duoc UC de fortalecer la seguridad en nuestros espacios formativos, y consolidar una cultura preventiva que trascienda las normativas y se convierta en un sello distintivo de nuestros estudiantes, docentes y administrativos, motiva una profunda reflexión en relación con los desafíos culturales asociados al cambio, la necesidad de generar instrumentos precisos y adaptativos, y las valiosas oportunidades que brindan las experiencias internacionales.
La seguridad y prevención de riesgos es un aspecto fundamental en la formación académica y profesional. En la Escuela de Construcción de Duoc UC, acogemos con determinación el compromiso institucional de fortalecer la seguridad en nuestros espacios formativos, respondiendo al llamado de consolidar una cultura preventiva que trascienda las normativas y se convierta en un sello distintivo de nuestros estudiantes, docentes y administrativos.
Motivados por este fin, durante el año 2024 realizamos una completa revisión de las directrices y procedimientos de seguridad en nuestra Escuela. Además de actualizar los documentos existentes, generamos guías metodológicas orientadas a que los docentes transmitan en sus charlas de seguridad no solo aspectos específicos de las actividades a desarrollar, sino también el propósito final de promover una cultura integral del bienestar.
También, se han programado instancias destinadas a integrar acciones concretas para el bienestar psicosocial. Estas iniciativas buscan abordar las necesidades emocionales y sociales de nuestra comunidad educativa, porque creemos que un ambiente saludable contribuye no solo a mejorar la seguridad, sino que aumenta el rendimiento académico.
Otro importante avance ha sido el diseñar un curso dirigido a los docentes que imparten asignaturas en espacios formativos, tales como talleres y laboratorios. Este curso no solo identifica y explica los riesgos inherentes a estos entornos, sino que además ofrece herramientas pedagógicas para que los docentes integren estos aspectos en su práctica diaria, garantizando tanto su propia protección personal como la difusión efectiva de estas medidas de seguridad a sus estudiantes.
Las sedes han mostrado un fuerte compromiso en la adopción de estas y otras medidas con el fin de garantizar espacios formativos seguros, mejorando la infraestructura y equipamientos, y colaborando en la actualización de los protocolos y procedimientos.
Sin embargo, reconocemos que el desarrollo de una cultura preventiva va más allá de protocolos escritos o reglamentos visibles: implica internalizar una cultura de autocuidado y responsabilidad compartida en cada integrante de la comunidad educativa. Esta visión se encuentra estrechamente alineada con los valores institucionales de Duoc UC. Dichos valores, que guían nuestras acciones diarias, respaldan y motivan el desarrollo de prácticas más seguras y responsables en el ámbito de la formación de nuestros estudiantes, permeando todo nuestro quehacer y consolidando una identidad que va más allá del cumplimiento de normas y protocolos.
El desarrollo de una cultura organizacional preventiva involucra la participación conjunta y decidida de todos los actores, lo que se verifica al revisar iniciativas que se han implementado en otros países. Por ejemplo, el programa finlandés “Zero Accident Forum” promueve un fuerte liderazgo preventivo mediante la participación de personas trabajadoras, educadores y autoridades. También el programa alemán “visión Zero”, desarrollado por la Asociación Alemana del Seguro Social de Accidentes de Trabajo (DGUV), busca eliminar los accidentes laborales mediante una integración sistemática de seguridad, salud y bienestar en las prácticas laborales y educativas, promoviendo la participación de todos los niveles jerárquicos y educativos, incluidos estudiantes y docentes.
Estas experiencias se destacan no solo por involucrar activamente a docentes y estudiantes en la evaluación y prevención continua de riesgos, sino que incluyen a las empresas en las que esos estudiantes llegarán a ejercer su profesión, fomentando de esta manera una sólida cultura preventiva desde la Educación Técnico Profesional. Dichos ejemplos resaltan la necesidad de un liderazgo comprometido, de una participación continua, de la formación permanente y de la evaluación sistemática como elementos esenciales para instaurar hábitos preventivos duraderos. Se reconoce, en este sentido, que la Educación Técnico Profesional es estratégica para establecer y fortalecer una cultura preventiva que trascienda el contexto académico y se mire reflejada en ambientes laborales seguros y saludables.
De acuerdo con los participantes de estas iniciativas se destacan como desafíos comunes la resistencia cultural al cambio, la integración efectiva de herramientas y metodologías preventivas en la rutina diaria, y la creación de instrumentos adecuados para medir la evolución y el impacto de las iniciativas preventivas. Estos retos evidencian la complejidad inherente a transformar comportamientos y actitudes que han estado arraigados durante mucho tiempo en personas, instituciones y organizaciones. La adopción de nuevas prácticas requiere no solo la implementación de protocolos, sino un cambio profundo en la mentalidad de todos los involucrados.
En este punto, podemos preguntarnos: ¿cómo podemos medir nuestra cultura preventiva? ¿Cómo saber si lo estamos haciendo bien? ¿Estamos mejorando? Medir la cultura preventiva es, en esencia, intentar cuantificar lo intangible. La cultura se compone de actitudes, valores, comportamientos y percepciones que se entrelazan en el quehacer diario de la institución. Esto la hace compleja de evaluar, ya que no se trata únicamente de la implementación de protocolos, de la cantidad de capacitaciones realizadas o del hecho de no registrar incidentes graves, sino de la profundidad con la que dichos comportamientos se han arraigado en el sentir y el accionar de cada integrante de nuestra comunidad educativa.
La literatura especializada ofrece diversas metodologías para intentar medir estos elementos, sin embargo, muchas de ellas se centran en resultados retrospectivos o en indicadores que, por su naturaleza cualitativa, pueden estar sujetos a sesgos culturales y dificultades de interpretación. Estas metodologías, al enfocarse en el pasado o en datos cuantitativos aislados, pueden pasar por alto aspectos fundamentales del compromiso preventivo que se desarrolla de manera diaria en la institución. Además, al igual que las personas, las instituciones y organizaciones son únicas y diferentes lo que dificulta estandarizar metodologías de medición cultural. Este escenario resalta la necesidad de enfoques más integrales y flexibles que permitan capturar la auténtica complejidad de la cultura institucional. Además, es fundamental entender que la cultura no es un ente estático, sino una entidad dinámica que evoluciona a la par que lo hace la sociedad. Por ello, las herramientas de medición deben ser igualmente dinámicas y adaptables a esos cambios.
Un desafío clave que afrontamos entonces, es desarrollar indicadores precisos y dinámicos para medir nuestra cultura preventiva. Con el uso de estos instrumentos, no solo podremos establecer metas ambiciosas, sino que también orientaremos nuestras acciones de mejora continua con fundamentos concretos y verificables permitiéndonos ajustar y perfeccionar nuestras prácticas preventivas a medida que identificamos avances o áreas que requieren mayor atención. El fortalecimiento de este sistema de evaluación refuerza nuestro compromiso institucional de consolidar una cultura preventiva sólida y permanente.
Además, es necesario destacar la importancia de fortalecer nuestras alianzas estratégicas con el sector industrial y otros actores sociales. Contamos con amplias posibilidades para avanzar en este aspecto si impulsamos proyectos conjuntos innovadores que involucren a empresas, organismos públicos y expertos externos. La colaboración con estos actores no solo favorece la retroalimentación constante, sino que también permite la implementación de buenas prácticas que se adaptan a las necesidades reales del entorno laboral. La realización de convenios, el desarrollo de proyectos de investigación conjunta y la organización de charlas y talleres con especialistas son herramientas para construir un ecosistema de aprendizaje y mejora continua.
La integración de estos enfoques multidimensionales y colaborativos es crucial para que nuestra cultura preventiva no solo se consolide en el ámbito académico, sino que también se extienda a los espacios laborales en los que nuestros egresados desarrollarán sus carreras como lo muestran los casos internacionales que mencionamos anteriormente.
Así, Duoc UC continuará consolidándose no solo como un referente en la Educación Técnico Profesional, sino también como un agente de cambio social comprometido con la formación de personas. Personas para una sociedad mejor.
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