“Ante todo agradezco a los organizadores el encargo de redactar las conclusiones del que ha sido el valioso 24 congreso de la CIEC celebrado en Sao Pablo, en este querido Brasil hermano, bajo el lema: “La escuela católica en el siglo XXI”.
Confieso que no ha dejado de ser un desafío la redacción de las mismas. No es tarea sencilla, como comprenderán, retomar lo reflexionado sin repetirlo y añadir lo propio en una síntesis de lo compartido sin distorsionarlo o hacer intencionados subrayados que le quiten integralidad a lo planteado.
Las he sistematizado en ocho títulos.
PRIMERA CONCLUSIÓN: LA BELLEZA DE UN ROSTRO
Dicho esto y yendo a una primera conclusión quisiera destacarla aprovechando mi despedida, después de casi 10 años de caminar juntos en al CIEC: agradezco a Dios que en estos años me ha permitido contemplar uno de los rostros más bellos y complejos de la Iglesia cuando evangeliza. El rostro de la Escuela Católica, y es uno de los rostros más bello porque en ella no hay manera de huir de los retos y desafíos del “afuera”, porque “el afuera” está, si o si, en el adentro de su vida institucional. Todos los rostros de la variopinta realidad latinoamericana deben encontrarse y tener su acogida en la escuela católica, particularmente los rostros que nos duelen.
SEGUNDA CONCLUSIÓN: AL RESCATE DEL MAGISTERIO DEL PAPA FRANCISCO
Desde que asumió, hace ya más de dos años, como sucesor del Apóstol Pedro y Obispo de Roma, es innegable el impacto que el Papa Francisco ha producido en el “afuera” de la Iglesia y en el Pueblo de Dios. Sus gestos, sus palabras, su estilo, su agenda de prioridades para la vida de la Iglesia no han pasado desapercibidos y han generado expectativas de renovación misionera que aleje la tentación del ostracismo y el mantenimiento que escleroticen la tarea evangelizadora.
Sin embargo no se deja de percibir que su aluvión de necesaria, impostergable y “casi impaciente renovación” eclesial (Pablo VI) no está teniendo, por lo menos en Argentina, su tierra, una dinámica acogida.
¿Qué significa para la escuela “romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrar a Jesucristo”? (EG11) ¿qué nos pide cambiar al adentro de nuestras escuelas para que sean centros de “evangelización a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo”? (EG23) ¿Qué tenemos que renovar para primeriar, renovarnos, acompañar, fructificar y festejar? (EG 24) ¿Qué debemos cultivar para no tener “permanente cara de funeral”? (EG 10) ¿Somos una escuela “en salida, con las puertas abiertas”? (EG 46)
Creo que la gran pregunta que nos llevamos es: ¿Qué piensa hacer la escuela católica con el don del Papa Francisco?
Este congreso ha querido rescatar su magisterio de palabras y gestos.
TERCERA CONCLUSIÓN: LECTURA DE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
En la acción educadora partimos siempre de contextos, de situaciones, de configuraciones, de espacios concretos y determinados que conforman nuestro accionar.
La educación no se desenvuelve en el vacío. Lo hace en relación a espacios, a un tiempo histórico, a escenarios, a actores sociales e institucionales.
No podemos escaparnos del tiempo que nos toca vivir, de los condicionantes y determinantes epocales.
Los hombres se parecen más a su época que a sus padres, decía una vieja frase que circula entre los historiadores.
Tenemos el deber de leer los signo de los tiempos, los referentes culturales, el deber de leer la diversa América, para no terminar hablándole a un hombre que no existe con un lenguaje que no entiende ya que el hombre es y será siempre, el camino de la Iglesia.
La Iglesia que en nuestro continente ha sido experta, inspirada por el Espíritu y animada por su pasión misionera, en leer los nuevos territorios, en ir hacia las fronteras, para recorrerlos evangelizadoramente cuando no había GPS que orientara ni academias que enseñaran idiomas. Reconoció territorio recorriéndolo y aprendió lenguaje compartiendo, dialogando, exponiéndose a ser encontrada, no clausurándose con las puertas cerradas. Debemos encontrar en esa experticia eclesial fuente de inspiración para evangelizar en el presente.
CUARTA CONCLUSIÓN: IMPACIENTE CONVERSION, RENOVACIÓN Y REINVENCIÓN
Todo esto exige una profunda conversión pastoral y una impaciente renovación, se nos ha dicho o somos creativos o morimos y que debemos cambiar la cultura institucional. El Papa Francisco nos lo ha planteado con claridad: “no se pueden dejar las cosas como están” es necesario “entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma” (EG30), “para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto preservación” (EG 27). El Papa. Francisco pone acentos: los jóvenes, la transmisión cultural, la apertura a culturas diferentes a jóvenes distintos, ir a las periferias, etc.
¿Qué vamos a hacer en nuestras escuelas ante esto? ¿Cuestionamos nuestras prácticas pedagógicas, institucionales, administrativas, pastorales?
No podemos quedarnos en una situación de imperturbabilidad y permanecer haciendo pertinazmente lo mismo. Debemos ser creativos, con capacidad de cambiar mentalidad y estructuras. Mi anterior Obispo supo decirme que como único criterio de selección del personal directivo el tenía el siguiente: “prefiero atajar locos a empujar estúpidos”, haciendo alusión así a la imperiosidad de tener educadores con iniciativas, ingeniosos.
QUINTA CONCLUSIÓN: SALIDA RIESGOSA ANTES QUE ENCIERRO PATOLÓGICO
(No tener miedo a equivocarnos)
Ser una escuela en salida. Debemos atrevernos a correr los riesgos que supone salir al encuentro de los nuevos desafíos que nos plantea el hombre de nuestro tiempo. “Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro. Es verdad también que a una Iglesia que sale le puede pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero mil veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencialidad; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”. (Carta al Episcopado Argentino)
SEXTA CONCLUSIÓN: ESPIRITUALIDAD DE LA COMUNIÓN, CULTURA DEL
ENCUENTRO Y DEL TRABAJO COLABORATIVO
Todo lo planteado es imposible sin una profunda vivencia de comunión, de trabajo en equipo, de liderazgos convocante al esfuerzo y servicio compartido y participativo. Un brillante canta autor del cancionero popular argentino lo dice con admirable claridad poética: “hay caminos que se cruzan como los hay paralelos por si alguien me necesita los que se cruzan prefiero porque cuando se cruzaron los nuestros pudimos forjar un sueño” (Peteco Carabajal). Con directivos que van para un lado, docentes para el otro, alumnos por su cuenta, padres confrontando, etc. no son posibles los sueños. Con vidas que se encuentran podemos forjar el sueño de ser como escuelas respuesta para nuestro tiempo. Confrontados, solitarios, guardando nuestros dones, solo podemos sembrar pesadillas de fracasos que traicionan la misión. Francisco nos lo pide: “No a la guerra entre nosotros” Debemos entrar en relación y diálogo para poder ser “casa y escuela de la comunión” “hogar común de la educación católica”, en el que podamos soñar juntos, rezar juntos, anhelar juntos, sufrir juntos, buscar juntos, , caminar juntos, imaginar juntos, construir juntos, esperanzarnos juntos.
SEPTIMA CONCLUSIÓN. FORMACION PERMANENTE
Sin educadores formados profesional, pedagógica, pastoral y espiritualmente es imposible la renovación y una escuela de calidad que esté a la altura de los requerimientos de esta compleja época. Necesidad de la formación permanente sobre todo porque como lo dijo el entonces Cardenal Ratzinger en el año 96: “La mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”. Aquí se dijo la mayor amenaza para la escuela católica somos nosotros mismos.
Necesitamos por lo tanto cuidarnos y cultivarnos. Siempre nos tendremos que preguntar cuál es nuestra dieta espiritual, cual es nuestra dieta cognitiva para poder ser educadores que nos desvivimos para que otros tengan vida.
Aquí vale el consejo de mi padre a los pocos días de ser yo ordenado sacerdote y haciendo alusión a la necesidad de la formación continua: “Tenga cuidado hijo, nunca es tarde para volverse estúpido”.
OCTAVA CONCLUSIÓN: HOSPITAL DE CAMPAÑA
Aunque esta imagen no fue citada textualmente en las exposiciones sin embargo entiendo que ha estado presente de alguna manera en muchas intervenciones referidas a la propuesta educativa evangelizadora de la escuela católica sobre todo cuando se habla de la necesidad de una evangelización nueva.
Hace referencia a una escuela católica nómade, en salida, no instalada en sus esclerosis institucionales, profética que esperanza y cura heridas en las periferias.
Los hospitales de campaña no están en el centro, están en las márgenes, el hospital de campaña va a la gente no espera que la gente venga a el.
Cito nuevamente a Francisco. “¡Cuánta pobreza y soledad lamentablemente vemos en el mundo de hoy! ¡Cuántas personas viven en gran sufrimiento y piden a la Iglesia ser signo de la cercanía, de la bondad, de la solidaridad y de la misericordia del Señor! Esta es una tarea que de manera particular compete a cuantos tienen la responsabilidad de la pastoral: al obispo en su diócesis, al párroco en su parroquia, a los diáconos en el servicio de la caridad, a los catequistas y a las catequistas en su ministerio de transmitir la fe, a los educadores.
En conclusión, todos aquellos que están comprometidos en los diversos ámbitos de la pastoral están llamados a reconocer y leer estos signos de los tiempos para dar una respuesta sabia y generosa. Ante tantas exigencias pastorales, ante tantos pedidos de hombres y mujeres, corremos el riesgo de asustarnos y de encerrarnos en nosotros mismos, en una actitud de miedo y defensa. Y de ahí nace la tentación codificar la fe en reglas y normas, como hacían los escribas, los fariseos y los doctores de la ley del tiempo de Jesús.
Tendremos todo claro, todo ordenado, pero el pueblo creyente y en búsqueda continuará a tener hambre y sed de Dios. También, he dicho algunas veces que la Iglesia se parece a un hospital de campaña: tanta gente herida… que nos pide cercanía, que nos piden aquello que pedían a Jesús: cercanía, proximidad. Y con esta actitud de los escribas, de los doctores de la ley y fariseos, ¡jamás! – ¡jamás! Daremos un testimonio de cercanía.” (Discurso del 19 de setiembre 2014)
Una escuela católica que evangeliza es una escuela que humaniza, abierta a todos, no transmisora de un doctrinarismo abstracto sin rostros humanos a los que cuidar y de un eticismo disciplinario sin bondad que impide el caminar y la superación y que oprime con la frialdad de las normas.
Quisiera terminar con esta inspirada oración a María de un gran Cardenal argentino, el cardenal Eduardo Pironio.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE AMÉRICA
Virgen de la Esperanza, Madre de los pobres, Señora de los que peregrinan: óyenos
Hoy te pedimos por América Latina, el Continente que Tú visitas con los pies descalzos,
ofreciéndole la riqueza del Niño que aprietas en tus brazos.
Un Niño frágil, que nos hace fuertes, Un Niño pobre, que nos hace ricos.
Un Niño esclavo, que nos hace libres.
Virgen de la esperanza, América despierta.
Sobre sus cerros despunta la luz de una mañana nueva.
Es el día de la salvación que ya se acerca.
Sobre los pueblos que marchaban en tinieblas, ha brillado una gran luz.
Esa Luz es el Señor que Tú nos diste, hace mucho, en Belén, a medianoche.
Queremos caminar en la esperanza.
Madre de los pobres: hay mucha miseria entre nosotros.
Falta el pan material en muchas casas. Falta el pan de la verdad en muchas mentes.
Falta el pan del amor en muchos hombres. Falta el pan del Señor en muchos pueblos.
Tú conoces la pobreza y la viviste.
Danos alma de pobres para ser felices.
Pero alivia la miseria de los cuerpos y arranca del corazón de tantos hombres
el egoísmo que empobrece.
Señora de los que peregrinan: Somos el Pueblo de Dios en América Latina.
Somos la Iglesia que peregrina hacia la Pascua.
Que los Obispos tengan un corazón de padre.
Que los sacerdotes sean los amigos de Dios para los hombres.
Que los religiosos muestren la alegría anticipada del Reino de los Cielos.
Que los laicos sean, ante el mundo, testigos del señor resucitado.
Y que caminemos juntos con todos los hombres
Compartiendo sus angustias y esperanzas.
Que los pueblos de América Latina vayan avanzando hacia el progreso
por los caminos de la paz en la justicia.
Nuestra Señora de América: ilumina nuestra esperanza,
alivia nuestra pobreza, peregrina con nosotros hacia el Padre.
Así sea.
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