Los modelos educativos tienen un propósito institucional y como tal, marcan una relevancia irremplazable, ya que identifica con mucha claridad la idea que tenemos de la educación, el aprendizaje y nuestro quehacer académico de cara a la formación de personas para una sociedad mejor[1].
Lo anterior supone entonces, que nuestro modelo académico es la guía para dar operatividad a nuestro quehacer, ese que genera el impacto deseado en cada uno de nuestros alumnos y alumnas, y que logra que cumplamos nuestros propósitos institucionales.
Entonces, es claro y central no solo entender el modelo, sino que sociabilizarlo todas las veces que se nos haga necesario, buscando un mejoramiento continuo y la excelencia institucional.
De nuestro nuevo Modelo Educativo podemos destacar la base puesta no solo en el desarrollo de competencias, sino que también en el desarrollo de capacidades, obligándonos así a ampliar la mirada de la formación académica, hacia una mirada más integral y que comprometa la formación del ser más de su quehacer laboral (rol, profesión, etc.). Entendemos que los distintos roles de la industria son ejercidos por personas pensantes y con libertad de decisión, y nuestro modelo académico nos viene a ayudar a ampliar esa mirada y empezar a cruzar algunas barreras del aprendizaje, más allá de lo meramente técnico y agregando a la ecuación una variable más humana, que fomente el crecimiento individual de cada estudiante, respetando sus tiempos, espacios e intereses.
Sin duda, lo expuesto, presenta también nuevos desafíos, ya que debemos estar prestos a la actualización de procesos y procedimientos que contribuyan a la correcta ejecución de nuestro Modelo Educativo, articulando y fomentando la participación activa de nuestra comunidad hacia a la implementación, actualización y ejecución del mismo.
Para la Escuela, un eje importante en el nuevo Modelo Educativo tiene relación con los docentes comprometidos con la formación, que como se ha escrito, debiera ir más allá de lo meramente técnico, es decir, relevar la importancia de entender y reconocer el alumno como un ser único y tal como dice nuestro modelo:
“Duoc UC asume un compromiso con cada estudiante, acogiéndolo tal como es, en toda su dignidad y su ser personal, sus características específicas, capacidades, inquietudes y necesidades, reconociendo la riqueza de la diversidad”.
Razón suficiente para movilizarnos en ayuda de todos y cada uno de nuestros estudiantes, buscando ese sello único y particular, que, multiplicado por cada uno de ellos, nos posiciona en el mercado como una institución Técnica Profesional de prestigio, calidad y que genera un enorme valor a nuestra sociedad, ya no solo desde lo técnico, sino que también desde lo más profundo del ser humano, que, inspirados en nuestros valores cristianos, son hoy por hoy cada vez más necesarios.
Y a propósito de la calidad nuestro compromiso sigue intacto, cautelando y asegurando espacios de aprendizaje seguros, flexibles y tecnológicamente aptos para el proceso de enseñanza de todas nuestras carreras, asegurando así un conocimiento disciplinar práctico aplicado.
Y, por último, el compromiso como Escuela que estamos adquiriendo es la revisión de todos nuestros programas de estudio a través del proceso CAPE, que tiene la finalidad de dar cumplimiento al mandato del Modelo Educativo que dice “Contar con programas de estudio de calidad, flexibles y pertinentes a las necesidades de las y los estudiantes, la industria, las y los profesionales, y la sociedad en general”.
Como Escuela, estamos seguros que trabajando en conjunto lograremos una excelente adecuación de nuestro modelo Educativo y, sin duda alguna, avanzaremos a que nuestras experiencias académicas sean contextualizadas, activas y significativas, recogiendo así el mandato institucional.
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