Como siempre ya desde enero de 2020, el equipo académico de la sede Viña del Mar se había preparado para tener en óptimas condiciones todos los servicios que cada año permiten que la formación de nuestros estudiantes sea una experiencia que responda a sus expectativas y a la Misión de Duoc UC. Sin embargo, ese 9 de marzo, al ver ingresar a nuestros estudiantes y docentes, al verlos caminar por los pasillos de la Sede, no imaginamos que terminaríamos con las salas y los pasillos vacíos, que la presencialidad duraría apenas una semana, porque el 16 de marzo, el Ministerio de Salud, suspendería las clases dada la declaración de una pandemia mundial. Recién podíamos repetir sin mucha certeza el nombre del virus que nos atacaba, COVID-19 o coronavirus, decían… Y sin más, debimos trasladar nuestras salas de clases a un aula virtual.
Sin mediar otra opción nuestros profesores comenzaron a realizar sus clases en un formato remoto, considerando en esa fecha, que esta condición sería provisoria y que pronto volveríamos a reunirnos en la Sede y seguiríamos normalmente el año…Nuevamente nos equivocamos y comenzamos a ver cómo la condición sanitaria se agravaba y ya en mayo hablábamos de cuarentenas, de cifras de contagios, de número de fallecidos, cada vez más altos. Las instituciones de educación superior comenzaron a prepararse para el no retorno a las clases presenciales y nosotros también. Preparamos a nuestros docentes, dimos lineamientos académicos, apoyamos a nuestros estudiantes; migramos a la atención virtual…Nos transformamos abruptamente. Las unidades académicas tendrían que definir qué asignaturas podrían seguir su ejecución totalmente remota, cuáles podrían tener una composición mixta, presencial, no presencial y cuáles no podrían continuar con sus clases a distancia porque la especificidad de la disciplina no lo permitía. De esta manera, cambia la estructura de programación y las sedes nos comenzamos a preparar logísticamente para recibir a fines de mayo o principios de junio, a grupos pequeños de alumnos, resguardando su seguridad y la de nuestros profesores.
Nuevamente la condición sanitaria del país no permitiría el regreso a clases y nuestra institución debe emitir un documento de Lineamientos de Cierre de Semestre, donde se toman medidas definitivas: Nuevos porcentajes de asistencia, posibilidad de eximición, asignaturas que por sus particularidades deberían quedar con notas pendientes, exámenes en modalidad asincrónica, etc.
Como nos podremos imaginar, todos estos cambios no estuvieron exentos de problemáticas. No fue fácil que nuestros estudiantes se adaptaran a esta nueva modalidad. En el caso de los alumnos de primer año, esto estaba muy lejos de sus expectativas, de lo que ellos esperaban como vida estudiantil; en el caso de los alumnos de continuidad era perder la relación con sus compañeros, con sus docentes, con la sede.
Pero fueron nuestros docentes los que hicieron el máximo esfuerzo por mostrarles lo positivo que había en esta modalidad, les enseñaron que la conectividad podía ser más que una acto tecnológico, si no que les permitía contactarse, comunicarse en un espacio más humanizante, donde entramos a las casas de cada uno de los alumnos y nos acercamos a sus vidas, y así cada vez que se acercaba más el cierre de semestre la distancia se iba acortando y terminamos entendiendo que: Nuestros docentes más allá de los números, son guías y maestros para nuestros estudiantes, que lo que los movilizó fue su compromiso con la docencia, esa que vivimos el primer semestre, esa más humana, más del uno a uno, esa que le dio la oportunidad al profesor de entender mejor a sus alumnos en la realidad que ellos viven en sus casas, esa que permitió mirar el esfuerzo que hicieron muchos por tener una conexión apropiada, aunque tuviesen que caminar largas distancias hasta la escuela del pueblo donde había mejor internet, esa que obligó a un estudiante y a sus hermanos a rifar diariamente quién ocupaba el único computador que había en la casa, entre tantas historias.
Y nos acercamos así a una pedagogía más solidaria, donde los docentes y los alumnos pusieron lo mejor de cada uno para sacar un semestre atípico, y lo hicieron bien, desarrollaron la capacidad de adaptación, se conectaron con la tecnología, hoy nuestro lenguaje está poblado por expresiones como: los webinar, las wikis, colaborette, el aula virtual, lo sincrónico, lo remoto.
Al cierre del semestre tenemos alumnos fortalecidos con más competencias blandas que antes, más colaborativos, con mayor pensamiento crítico, con más posibilidades de solucionar problemas, porque lo vivieron y se atrevieron de la mano de sus docentes a caminar en este nuevo escenario.
Ya nos aventuramos al segundo semestre, con la experiencia acumulada, con más recursos y el sabor de lo avanzado. Nos esperan, sin duda, otras complejidades, que debemos mejorar lo que no fue tan bueno, pero la conclusión final es que la pandemia no pudo con nuestro Proyecto Educativo, no pudo con el compromiso de los docentes ni con los sueños de los estudiantes. Hoy nuestra misión se yergue más sólida que nunca.
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