Quienes hemos sido estudiantes de educación superior técnica, profesional o universitaria recordaremos con bastante facilidad al cuerpo de profesores que nos formaron. Y rápidamente identificaremos a aquellos que fueron buenos docentes, a quienes que no lo fueron tanto y a quienes que quizá no hubiésemos deseado conocer. Si bien este juicio puede ser algo sesgado ya que en la evaluación de desempeño de un docente intervienen distintos factores vistos no solo desde la experiencia del estudiante, sino que desde la identidad y proyecto educativo de cada institución, lo cierto es que existen elementos fundamentales y transversales que se perfilan como predictores de éxito en el desempeño eficaz de los docentes, y por tanto en los resultados del proceso enseñanza aprendizaje. Un buen docente debe ser capaz de ejercer una influencia de largo plazo en la manera que piensan, actúan y se relacionan en sociedad sus estudiantes. Los mejores docentes son aquellos que logran interconectar los conocimientos, actitudes y habilidades que debe adquirir cada estudiante a la luz de la disciplina, perfil de egreso e identidad de la institución donde está inserto.
Dicho lo anterior, cabe la pregunta: ¿Qué características se pueden observar en aquellos docentes de la Escuela de Construcción que han destacado entre sus pares?
Según nuestra experiencia, los profesores que han destacado por una docencia eficaz e integral en términos generales no han hecho nada extraordinario ni distinto de sus pares de otras disciplinas que también han tenido logros reconocidos. Prescindiendo de eventuales diferencias que pudiera haber entre docentes de una u otra disciplina, una u otra escuela o uno u otro sector productivo, nuestra experiencia dice que si se cumplen ciertas características, el proceso enseñanza aprendizaje culmina con eficacia y motivación.
El maestro: desde el conocimiento de la disciplina a la adhesión del Proyecto Educativo
1) En primer término, un buen docente debe ser experto en su disciplina, ya sea porque la ejerce o bien porque conoce las variables y problemática que la gobiernan y es capaz de transmitirlas contextualizada a sus alumnos para que las apliquen en la resolución de problemas. En efecto, toda vez que el docente se presenta como experto conocedor de sus materias, adquiere la autoridad necesaria para posicionarse como líder frente al curso. Esta autoridad adquiere mayor relevancia si el docente se vincula y es reconocido por los actores de su industria. Ahora bien, el acabado conocimiento de una disciplina, por sí solo no convierte a las personas en buenos docentes,
2) por lo que en segundo término, debe introducir la reflexión como parte de la estrategia para que el estudiante comprenda la disciplina y cómo esta lo ayuda a resolver problemas o retos. Muchas de las asignaturas en construcción requieren desarrollar competencias prácticas pero con bases teóricas complejas. En este caso el desafío del docente es lograr una reflexión balanceada entre aspectos complejos y prácticos que lleven al estudiante a analizar y solucionar casos prácticos aplicados.
3) En tercer término un buen docente no debe poner su horizonte en lograr tal o cual indicador académico, aprobación de exámenes o asignaturas. Por cierto que estos indicadores son importantes, pues permiten hacer gestión del desempeño, sin embargo los buenos resultados se obtienen en la medida que el foco de la docencia esté puesto en que los estudiantes comprendan y asimilen las ideas para aplicarlas en la resolución de casos simulados o en casos reales fuera de la sala de clases. La docencia será efectiva y los indicadores buenos, si es que el docente logra que sus estudiantes modifiquen su forma de pensar luego de asistir a clases.
4) En cuarto término, en la Escuela de Construcción hemos observado que la docencia tiende a ser más efectiva cuando los estudiantes son desafiados o retados a desarrollar algún caso práctico, más que aplicar la memoria para responder controles y cuestionarios. Actualmente, por recomendación de buenos docentes hemos rediseñado las situaciones evaluativas de algunos exámenes transversales hacia la resolución de problemas aplicados, obteniendo muy buenos resultados. En todo momento se requiere exigencia, pero en el contexto del perfil de egreso y con oportunidades de retroalimentación y acompañamiento.
5) En quinto término, hemos observado que los buenos docentes son aquellos que hacen clases entretenidas, que motivan a los estudiantes, o que los conducen a que quieran saber de las materias de la asignatura y que al mismo tiempo le tomen el peso a esos conocimientos. El docente debe ser ante todo empático, acogedor, de lenguaje fácil, abierto a reconocer errores y limitaciones, de modo que genere un clima de confianza propicio para que el estudiante no se sienta tensionado o incluso intimidado por el docente, quien debe recurrir más a su autoridad que a su poder para ser un buen facilitador de la enseñanza, donde el estudiante es el protagonista.
6) En sexto y último término, la Escuela de Construcción valora otros atributos que hacen posible el cumplimiento tanto de los propósitos de ella como de la Misión institucional, entre los que destacan: la adhesión a la Identidad institucional y el Proyecto Educativo; la contribución al clima positivo en la relación sede – escuela y entre pares; la actitud proactiva para proponer innovaciones pedagógicas; la implementación del Modelo Educativo a la Sede; el aporte a proyectos colaborativos con la comunidad; el liderazgo en proyectos de desarrollo con socios estratégicos de la industria (involucrando a estudiantes); el interés por el desarrollo profesional a través de cursos de capacitación u otras instancias; el desarrollo e implementación de programas de educación continua, y por último, la asistencia a instancias gremiales y comités técnicos que promueven el desarrollo de su disciplina, entre otros.
Toda vez que los docentes cumplan los seis aspectos comentados anteriormente, tendrán una elevada probabilidad de éxito para lograr una docencia eficaz, integral y motivadora.
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