No es una novedad que tuvimos grandes golpes en nuestra normalidad en los últimos dos años. Nadie los vio venir, ni siquiera los mejores analistas de mercado podrían haber pensado como un riesgo del macro entorno una pandemia global.
Sin duda nos llegó de sorpresa, pero debíamos continuar adelante, adaptándonos a un nuevo formato, restricciones a nuestra vida diaria y dejando de lado nuestro quehacer de enseñanza tradicional, viéndonos obligados a una nueva forma de realizar clases, donde no sabíamos que nuestro mejor aliado serían las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC).
En un comienzo estábamos atónitos, sin comprender mucho como migrar desde el ambiente presencial, donde vemos a nuestros estudiantes cara a cara, donde podemos preguntar directamente, donde sabemos si está tomando atención, donde sabemos si entiende los contenidos, donde podemos ver una cara de duda y así mismo intervenir, para poder aclarar y trabajar en conjunto… Todo eso fue cambiando.
Pasamos a un computador o dispositivo móvil de preferencia, donde solo veíamos cuadros negros, una plataforma que habíamos visualizado pero que realmente no comprendíamos. Fuimos entendiendo y motivando a nuestros estudiantes para poder continuar con nuestro quehacer. Seguimos aportando al proceso enseñanza y aprendizaje el cual tanto nos apasiona.
Una vez puesto en marcha este sistema remoto, tuvimos que entender como podíamos desarrollar competencias con nuestros estudiantes a distancia, entendiendo que comenzaba una nueva forma de trabajar con ellos. Una forma diferente y donde se percibía, no tener herramientas y quizás no entender como poder impactar. En ese momento es donde comienzan a ser relevantes las TIC.
Quizás antes no se le había tomado importancia a este concepto, pero estoy seguro, que muchos docentes sin saberlo eran amigos de estas herramientas, solo que no lo sabían. Cada vez que de manera presencial utilizamos desde un Power Point, Prezi o un Kahoot, nos apoyábamos en las TIC, por lo que teníamos camino recorrido y solo nos faltaba entenderlo desde otra mirada y comenzar a complementarlo con nuevas herramientas. No me cabe duda de que nuestra caja de herramientas digital se ha quedado chica pequeña y tuvimos que renovarla para incorporar todos los nuevos aprendizajes adquiridos durante el período.
Si pensamos ahora desde la zona de confort, los cambios siempre son complejos. No nos gusta migrar o integrar nuevas formas a las maneras que ya conocemos o manejamos. Existe esa sensación de desagrado, lo que hace más difícil poder acostumbrarnos a nuevas maneras de desarrollar nuestra vida. Este es el punto de inflexión que, a mi parecer, marca la diferencia en como pudimos adaptarnos
Según la escritora Brené Brown, “La zona de confort es donde nuestras dudas y nuestra vulnerabilidad son mínimas. Donde sentimos que tenemos algo de control”, y esta es la base de porqué los cambios significativos son complejos para las personas, sobre todo si lo llevamos al espacio de la educación, donde transmitimos nuestras experiencias desde lo que conocemos.
Ahora, volviendo al cambio, tuvimos un aliado significativo, que fue un aporte a nuestro quehacer, y sí, me refiero a las TIC; la pregunta ahora es ¿Cómo nos ayudaron? Quizás sin darnos cuenta como mencioné anteriormente, ya estaban en nuestro ADN
Ahora la pregunta es ¿Cómo nos aportan?
Podemos enumerar un sinfín de ayuda de las TIC, pero me gustaría comentar las que a mi parecer y apoyados por expertos, son más relevantes en la educación. En mi mirada, lo primero y más relevante, es que nos permitieron a través de diversas plataformas como Collaborate, Zoom, Teams, Meet, entre otras, seguir realizando nuestras clases a distancia. Nos pudimos conectar con nuestros estudiantes y adaptar los programas de asignaturas para no quedarnos estancados. Una vez logramos familiarizarnos con las plataformas y romper ese miedo al cambio o al salir de la zona de confort, comenzamos a mirar con otros ojos el cómo podemos realizar nuestras clases y comenzamos a utilizar otras herramientas digitales disponibles en nuestro entorno institucional o disponibles en la red.
Por otra parte, permite fomentar la alfabetización digital, lo que dentro de un ambiente formativo es fundamental, ya que actualmente es una competencia que la industria está pidiendo, indiferente del área de trabajo, permitiendo que el estudiante esté mejor preparado y lo vea como una herramienta de gran valor de cara a su egreso, permitiendo también romper esos miedos de acceso. Si bien es complejo, cada día es más cómodo el desarrollo bajo el formato.
Otra característica importante es que facilitan la comprensión de los estudiantes y los mantiene motivados, entendiendo como una motivación el uso de herramientas digitales y junto a eso, permiten también que el aprendizaje sea más autónomo, que trabaje en equipo a través de coordinación de equipos de trabajo de manera virtual o participando de foros, wikis, debates, aportando a aquellos estudiantes que temen participar en una primera instancia presencial.
El acceso a la información de manera instantánea, pensando en las clases hibridas o presenciales, donde con solo un clic, el estudiante puede encontrar respuestas complementarias o apoyarse en un taller donde el docente entrega teoría y ejemplos, permitiendo así que se aproveche el tiempo del aula de otra forma, por ende, mejora los procesos y métodos de aprendizaje. También y muy importante, aporta a la innovación y pensamiento crítico, ya que aporta al intercambio de opiniones de manera inmediata a través de una plataforma.
Ya entendiendo como aportan las TIC al desarrollo de nuestro quehacer y que no quede como una opinión, me gustaría citar a “Llorens, (2012); Prado; Camarillo; Jiménez, (2016)”, donde indican las tendencias de las tecnologías de la información y la comunicación al ambiente universitario desde la docencia, indicando como factores de aporte lo siguiente:
-Fomentar la cultura digital.
-Proporcionar una actitud positiva y constructiva frente al cambio.
-Proporcionar al estudiante formación para nuevas competencias.
-Fomenta la implicación de estudiantes.
En suma, a lo largo de estos dos años hemos vivido una serie de cambios que no solo han impactado nuestra vida personal, sino que también la manera en que profesionalmente enfrentamos el desafío de la docencia. Nos ha recordado que el acto de enseñar no es estático, sino más bien permeable a los cambios y nos invita a desafiarnos personalmente para aportar al proceso formativo de nuestros estudiantes día a día en nuestras salas de clases.
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