Los últimos dos meses hemos estado sujetos a cambios muy veloces e inesperados. La pandemia del COVID-19 nos obligó a cambiar nuestra forma de funcionar, de hacer nuestro trabajo y de organizar nuestra vida cotidiana.
Hoy la palabra más recurrente para todos es “incertidumbre”, desconocemos lo que está pasando, no hay forma de controlarlo y no tenemos certeza de lo que va a pasar. No hay una sola forma de hacer las cosas, y a diferencia de otras catástrofes, una pandemia es algo totalmente desconocido para los chilenos, a diferencia de los terremotos, en lo que pareciera que ya somos expertos.
Esta pandemia la vimos lejana, al otro lado del mundo, creímos que no nos iba a pasar. Llegó y no estábamos preparados para recibirla. Tampoco sabemos cuándo va a terminar. Esta alteración abrupta de nuestro diario vivir no nos permite conocer cómo va a ser el después y qué cambios vamos a tener que hacer en nuestras vidas de aquí en adelante. Lo cierto es que todos debemos tomar medidas de resguardo.
En un reciente estudio de la Asociación Chilena de Seguridad, el 95% de las empresas han debido implementar un sistema de teletrabajo para sus colaboradores como medida preventiva para el contagio de COVID-19, y el 51,4% debió implementar este modelo para la totalidad de sus trabajadores.
¿Qué es el teletrabajo?
Para hablar de teletrabajo hay que tener presente que en Chile estamos en un contexto que ha implicado cambios disruptivos en nuestra forma de vivir, donde el trabajo remoto se ha impuesto de un modo forzoso, sin contar con un periodo planificado de transición o de preparación.
De un día para otro gran parte de los chilenos nos vimos enfrentados a una necesidad contingente de teletrabajar.
El impacto en las personas ha sido variado, pero destacan de modo trasversal factores como la necesidad urgente de adaptarse a las tecnologías, la recarga extra por demandas simultáneas laborales y familiares, considerando que los hijos no están asistiendo al colegio. Los planos se cruzan entre la vida personal, familiar y laboral, ocurriendo todo en forma simultánea.
Esto produce una gran sobrecarga cognitiva en las personas, pues la nueva forma de trabajar nos exigió aprender de manera rápida y eficiente para adaptarnos a los nuevos ritmos del teletrabajo. Un fenómeno muy habitual, por ejemplo, es que podemos estar participando en una video conferencia, y a los pocos segundos, debemos entrar a otra, sin tiempo para hacer transición mental de los temas y rápidamente debemos “cambiar el switch” y activar un tema diferente de atención. Esto mismo ocurre para las tareas domésticas que ocurren en simultáneo en nuestro entorno.
Principales consecuencias de este escenario en las personas:
–Consecuencias Cognitivas: En los medios de comunicación podemos ver que muchas personas que comenzaron a teletrabajar comentan que este proceso de adaptación a los ritmos, a las tecnologías y a los tiempos provocó que los horarios de trabajo fueron mucho más extensos, gatillados por la necesidad de adaptarse, reorganizarse y reprogramar la forma en la que solíamos trabajar. Esta sobre exigencia puede provocar dificultad para concentrarse y sensación de agotamiento.
–Consecuencias Afectivas: Aumento de la sensación de ansiedad producto de la incertidumbre, temor por desconocer cómo va a ser el futuro, cambios de humor, desconexión emocional del entorno cercano. Aumento de sensación de soledad o pérdida de sentido de pertenencia.
–Consecuencias Conductuales: Aislamiento, sobreactuación, impulsividad, incluso aumento de consumo de alcohol o de medicamos psicotrópicos, desorden alimenticio.
–Consecuencias Relacionales: Aumento de conflictos familiares, activación de conflictos previos, culpabilidad mutua.
–Consecuencias Fisiológicas: trastornos del sueño, sensación de trabajo continuo, alteración del apetito, dolores musculares.
Un fenómeno particularmente importante es lo que sucede con los padres de hijos pequeños. Se ha visto que está siendo muy compleja la conciliación trabajo-familia para este grupo de personas, ya que los niños no están asistiendo a sus colegios, y la sobrecarga de teletrabajar se ve además afectada por la responsabilidad de estar al cuidado de niños dependientes, lo que exige una atención adicional que puede llegar a ser muy estresante y agotadora para las personas. En este caso se recomienda hacer turnos con otros adultos, organizarse en las tareas y distribuirse las funciones.
Recomendaciones generales para teletrabajar:
–Administración del tiempo: Intentar dar una estructura de organización al día y de la semana. Eso nos ayuda a dar cierto orden al caos. También es importante hacer espacios de recreación o desconexión para conversar con otras personas, para reflexionar o para estar solos.
-Organización del espacio: Estando en la casa, es importante tener lugar para trabajar, el que no debe ser el mismo que se ocupa para descansar o para compartir en familia. Evitar trabajar en el dormitorio, para generar un límite entre lo laboral y lo doméstico. Si no es posible, tratar de separar los espacios. Intentar comer y tomar descansos en un lugar diferente.
Es relevante tratar de hacer una pausa real para almorzar y ojalá poder exponerse al sol directamente por al menos 15 minutos cada día.
El desempeño del trabajo en casa se ve altamente mejorado cuando establecemos un sistema de rutina, además de un lugar físico para concentrarnos y dedicarnos a las funciones de nuestro trabajo.
–Organizar la carga laboral: Debemos crear un sistema de organización que nos permita distribuir los tiempos y organizarnos con un listado de tareas, de acuerdo con prioridades o contingencias.
Cuando se sientan síntomas de fatiga o falta de concentración, se recomienda hacer una pausa (por ejemplo, estirarse o caminar por 5 minutos) de modo de renovar la capacidad de concentración.
–Tiempo para la desconexión: En este sentido es de vital importancia que nos demos los tiempos necesarios para la recreación o desconexión del trabajo. No sobre exigirnos y estar conscientes de que todos estamos dando lo mejor de sí mismos para superar la pandemia. Debemos ser compasivos con nosotros mismos y con nuestro entorno.
Es fundamental mantener una rutina diaria, donde se establezcan límites claros entre horas laborales y no laborales. Es recomendable para ello, acordar a nivel familiar cómo se estructurarán los días y cuándo los miembros de la familia estarán disponibles y cuándo estarán teletrabajando.
Dado que somos seres sociales, y que la percepción de pertenencia social aumenta el bienestar emocional, es muy importante destinar tiempo para conectarse a un nivel “humano” con los colegas, con la familia y con los amigos. Por ejemplo, con cafés breves usando herramientas de video llamadas, como Zoom, WhatsApp o Teams.
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