Al asumir como Rector en el mes de enero del 2020, jamás pensé que mi primer año iba a estar marcado por las exigencias y desafíos que nos presenta una pandemia. Nadie en la institución lo imaginó, como lo muestran todas las reflexiones que en este documento presentamos a la comunidad.
A pesar de estas duras adversidades, fue gracias al trabajo mancomunado de nuestra comunidad Duoc UC que encontramos la manera de enfrentar esta situación y, a la vez, mantenernos conectados entre compañeros de trabajo y con nuestros alumnos, con mayor adaptabilidad, fraternidad y empatía.
Al leer las reflexiones de numerosos colaboradores en este Boletín queda claro que para todos y todas fue un año que nos exigió el ejercicio intenso de nuestras competencias, no solo las técnicas sino también las que nos demuestran la calidad humana de quienes componen esta comunidad. Esto último es muy relevante, porque las grandes instituciones están integradas por personas con cultura, con enorme fortaleza de espíritu, resiliencia y subrayada capacidad para adaptarse al cambio y enfrentar grandes desafíos en conjunto.
Sería un error pensar que los logros alcanzados fueron méritos nuestros solamente. No hay duda de que dimos lo mejor que pudimos, y que así tenemos que seguir haciéndolo en el futuro; pero no podemos desconocer y agradecer las fuerzas y la ayuda que Dios nos da a cada instante.
Dios permitió que llegara esta pandemia, pero Él estuvo y estará siempre a nuestro lado para darnos fortaleza, cariño y ayudarnos, y así lo vimos y sentimos en todo momento.
Cada Sede, Escuela o Unidad Central tuvo su propia y particular realidad y desafíos. En la mente y alma de cada uno están las huellas identitarias de esa exigente experiencia y de los aprendizajes adquiridos. En el límite de nuestras capacidades sabemos está la frontera para ser mejores en lo que hacemos. Y la pandemia nos puso en ese lugar, por tanto, todos hemos mejorado no solo como profesionales, sino también como personas. Como nos señala, el Papa Francisco, nadie sale solo de las experiencias negativas, necesitamos de otros, porque somos una comunidad interdependiente, porque así lo ha querido y deseado Dios.
Estamos en el 2021, un año que nos continuará exigiendo lo mejor que tenemos como competencias y fuerza espiritual. Pero hoy la pandemia no nos sorprenderá: aprendimos a enfrentarla y responderemos con mucho más inteligencia, experiencia y esfuerzo.
Confío en que juntos continuaremos perfeccionando nuestra labor, guiados por nuestra Identidad y Misión, y bajo la protección de nuestro Patrono San José en su año.
Le pedimos especialmente a San José que nos ilumine y acompañe en nuestro recorrido durante el año que se avecina y nos llene de Fe y confianza para afrontar los nuevos desafíos.
VER BOLETÍN N°46, Reflexiones e hitos en el año de la pandemia COVID-19:
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