8 de Junio, 2025

Qué pide hoy el mercado laboral y cómo prepararnos: Del aula al empleo verde-digital

Equipo Editorial Observatorio

Equipo Editorial Observatorio

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Entre 2021 y 2024, uno de cada tres requisitos de un empleo cambió y, en los perfiles especializados, tres de cada cuatro competencias son ya distintas. Ese dato, levantado por Lightcast[1], ilustra la velocidad de la era digital: La inteligencia artificial y la presión climática reescriben las descripciones de cargo más rápido de lo que un estudiante culmina sus estudios[2]. Traducir ese vértigo en oferta formativa es cuestión de sobrevivencia.

La OCDE clasifica las habilidades en tres grandes familias: cognitivas y metacognitivas (lectura, cálculo, pensamiento analítico), sociales y emocionales (comunicación, liderazgo, trabajo en equipo) y físicas-prácticas (destrezas manuales como soldar). Su base Skills for Jobs mide la escasez o el superávit de cada habilidad mediante un indicador compuesto que integra cinco señales: crecimiento salarial, crecimiento del empleo, aumento de las horas trabajadas, variación de la subcualificación y tasa de desempleo. Cuando los salarios y el empleo de una ocupación crecen por encima del promedio, con baja desocupación y más trabajadores aceptados por debajo del nivel educativo típico, el sistema interpreta escasez; el patrón contrario indica superávit. Este termómetro permite diagnosticar con rapidez qué capacidades urge desarrollar y cuáles se ofrecen en exceso en cada país [3].

El Future of Jobs 2025 del Foro Económico Mundial toma el pulso a más de mil grandes empleadores y dibuja un panorama tan inquietante como prometedor. Sus resultados apuntan a que la digitalización y la transición ecológica crearán alrededor de 170 millones de nuevos puestos: analistas de datos, técnicos en energía solar, especialistas en inteligencia artificial, pero desplazarán tareas repetitivas y de alto consumo energético. En términos sencillos: los algoritmos asumirán los procesos mecánicos, mientras que las personas aportarán creatividad, juicio ético y capacidad de resolver problemas complejos. Quien quiera mantenerse empleable deberá cultivar pensamiento crítico, alfabetización digital y sensibilidad ambiental[4].

La carrera hacia las emisiones netas cero confirma la urgencia de reentrenar talento. El Employment Outlook 2024 de la OCDE muestra que los sectores de alto contenido de carbono emplean apenas 7 % de la fuerza laboral de los países miembros (unos 21 millones de personas), pero están destinados a contraerse, mientras que uno de cada cinco puestos ya se encuadra en ocupaciones “impulsadas por la transición verde”. Entre ellas destacan la generación solar fotovoltaica, la rehabilitación energética de edificios y la movilidad eléctrica que son ejemplos emblemáticos de la demanda emergente. Por su parte, el informe de la OIT World Employment and Social Outlook 2018: Greening with Jobs estima que, si el mundo mantiene la senda del Acuerdo de París e invierte en reconversión y certificación de competencias, se crearán 24 millones de nuevos empleos y se perderán 6 millones, con un saldo positivo de 18 millones para 2030. El mensaje para la ciudadanía es diáfano: la sostenibilidad ha dejado de ser solo imperativo ético: se ha convertido en una cantera tangible de trabajo digno y de futuro[5].

Un informe del Observatorio Laboral Metropolitano de nuestro país evidenció brechas severas en programación avanzada, mantenimiento de sistemas de energía y ciberseguridad. La prensa nacional advirtió que más de la mitad de la población adulta presenta carencias básicas de lectura y matemáticas. En términos cotidianos: una porción importante de nuestros trabajadores navega la economía digital con herramientas ya obsoletas, lo que reduce salarios y frena la productividad[6].

La pregunta, entonces, es cómo anticipar la demanda de competencias con la rapidez que exige el mercado. Tres instrumentos resultan comprensibles y poderosos. Primero, la minería de vacantes en portales de empleo: motores como Lightcast escanean millones de avisos diarios y detectan, casi en tiempo real, las nuevas tecnologías o certificaciones que empiezan a multiplicarse. Un ejemplo reciente: la mención de “ingeniería de prompts” en vacantes latinoamericanas tardó apenas dos meses en duplicarse, señal inequívoca de la existencia de una demanda emergente. Segundo, los paneles sectoriales, donde empresas, sindicatos y centros de formación contrastan datos con la realidad productiva. Tercero, los observatorios territoriales, el chileno Sence, por ejemplo, que agregan información regional y entregan alertas tempranas sobre déficits de talento. Juntas, estas fuentes actúan como un radar que permite ajustar programas de estudio antes de que la ola golpee el aula[7].

Con ese radar encendido, Duoc UC puede convertirse en faro de la formación técnico-profesional chilena. En tal sentido, se observan ciertas tendencias en instituciones exitosas en el mundo que se mueven aplicando ciertas decisiones: evolucionan hacia la instalación de un panel de vigilancia de empleabilidad con alertas mensuales para directivos y docentes. Avanzan en convertir las mallas en microcredenciales: módulos breves y acumulables que el estudiante cursa y certifica según evolucione la demanda. Amplían la formación dual, sobre todo en el caso de países que asumen este modelo, mediante convenios que alternan práctica remunerada y mentorías virtuales. Por último y no menos importante, están capacitando intensamente al cuerpo docente en inteligencia artificial generativa y pedagogía híbrida, asegurando que la innovación llegue al aula con evidencia.

La Dirección de Desarrollo Académico y las escuelas de Duoc UC están estudiando el impacto de la IA generativa en cada una de las carreras, para determinar si tendrá un impacto alto, medio o bajo en cada una de estas. Este avance tecnológico ya no recibe solo una alta valoración, sino que ya es una obligación tener habilidades digitales y dominio de la IA para tener en el presente y futuro una alta empleabilidad.

Imaginemos el mercado laboral como un río caudaloso y cambiante. No tiene sentido enseñar a construir diques fijos que el agua tarde o temprano desbordará. Lo verdaderamente útil es formar remeros capaces de leer la corriente, corregir el rumbo y virar con agilidad cuando el viento cambie. Ese remero del siglo XXI se llama aprendiz de por vida. Si dotamos a nuestros estudiantes de un radar de competencias, un currículo flexible y un ecosistema de alianzas productivas, Duoc UC no solo navegará la corriente: la dirigirá hacia puertos de desarrollo, innovación y equidad, y convertirá la incertidumbre en una invitación permanente a aprender[8].


[1] Es una empresa líder mundial en análisis del mercado laboral con estrategias basadas en datos.  Sus oficinas se encuentran en Boston, Massachusetts, Moscú, Idaho, como también en el Reino Unido, Italia, Nueva Zelanda e India.  y funciona en 30 países. Su web: https://lightcast.io/euro/why-lightcast/about

[2] https://lightcast.io/resources/research/speed-of-skill-change

[3] https://www.oecd.org/en/publications/society-at-a-glance-2024_918d8db3-en/full-report/skills_328509a9.html

[4] https://www.weforum.org/publications/the-future-of-jobs-report-2025/

[5] https://www.ilo.org/topics-and-sectors/skills-and-lifelong-learning/skills-green-jobs

[6] https://sence.gob.cl/empresas/noticias/observatorio-laboral-metropolitano-revela-brechas-de-capital-humano-en-sectores-transporte-logistica-mantenimiento-y-tic

[7] https://www.subtrab.gob.cl/division-politicas-de-empleo/prospeccion-laboral/pol/

[8] Para analizar con la debida y necesaria profundidad ciertos Informes citados, se utilizó Chatgpt, y se verificó lo acertada y precisas de las conclusiones obtenidas desde los Informes. Y como el resultado fue muy técnico, se redactó la editorial para que fuera comprensible para un amplio público.

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