Toda institución educativa se fundamenta y explica su quehacer en torno a lograr que sus estudiantes aprendan. Tarea y objetivo propio de su naturaleza, en la medida que tenga plena consciencia de lo que hace. Sin embargo, obtener los resultados declarados le implica dedicarse con alto profesionalismo a perfeccionar su ambiente educativo para crear y sustentar las condiciones básicas que harán posible que este objetivo central no sea meramente un sueño y se convierta en una realidad vivida por toda la institución.
Podríamos preguntarnos qué significa o qué debemos observar para poder detectar que la institución posee una madurez que le puede permitir afirmar y probar que su foco son los estudiantes. En esta materia, la literatura educativa ha avanzado mucho y los distintos organismos mundiales de acreditación de la calidad han fijado criterios y aspectos que son claves para determinar si una institución es de calidad y madura para ordenar su quehacer en torno a lograr que sus estudiantes aprendan.
Existen variados aspectos, realidades que nos muestran la calidad y que son universales: que una institución madura posee políticas que asumen la diversidad de sus estudiantes matriculados que le permite educar de distintas maneras y con diferentes estrategias pedagógicas; que fomenta la autonomía de sus estudiantes para lograr los aprendizajes; que en su interior coexisten diferentes metodologías de aprendizaje; que poseen flexibilidad curricular; muestra permanente preocupación por mejorar la relación entre los docentes y sus estudiantes; existencia de protocolos y procesos para recoger las opiniones y el sentir de los estudiantes; vela para que toda información pública posea la máxima transparencia y se preocupa de entregar información pertinente a todos; conoce las distintas fases del ciclo de vida de los estudiantes desde su admisión y hasta su titulación, con normativa, protocolos, estudios de perfil y progreso, que nos muestra que a la institución le interesa conocer a cabalidad a sus estudiantes con la finalidad de entregarle todo el apoyo profesional posible.
El estudiante que asiste a la educación técnica profesional ingresa a aprender algo que le permita obtener ocupación laboral, razonable renta y una buena empleabilidad. Estos requieren de manera principal contar con una enseñanza que priorice los aspectos prácticos por sobre los especulativos, toda vez que en su gran mayoría, ya se encuentran insertos en el ámbito laboral. Buscan de manera primordial el poder realizar aportes concretos al mundo del trabajo. Por esta razón es que los docentes deben situar sus metodologías con ejemplos reales, de ahí la importancia de su vinculación activa con el medio, y buscar de manera didáctica el aprendizaje de sus alumnos poniendo en práctica todas las instancias pedagógicas que lo permitan. En este sentido las orientaciones del aprendizaje significativo y los aportes desde el constructivismo se alzan como herramientas fundamentales para el logro de estos objetivos. Por último, en síntesis, dado que su tiempo dedicado al aprendizaje es escaso, esto incentiva a Duoc UC a estar siempre reflexionando de qué maneras puede perfeccionar el ambiente educativo integral: aulas, patios, casinos, oficinas, recursos computacionales, espacios en internet, es decir, todo espacio físico y virtual debe ser utilizado como lugar para educar y formar.
Cuando nuestro foco está en lo que hacemos para mejorar los aprendizajes de los estudiantes, no solo importa lo que nuestros docentes realicen en sus aulas, también es relevante lo que cada uno de los miembros de la institución aporta para lograr que se obtenga que la deserción sea mínima, que los estudiantes avancen en sus aprobaciones y logren titularse, que estos aprendan a convivir, que puedan observar ejemplos de conductas, que sientan que la institución es suya y que todos los colaboradores con su trabajo responsable y eficaz, están permanentemente educando a nuestros estudiantes. En consecuencia, cada uno de los espacios laborales también es un aula que directa o indirectamente educa.
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