Cuando nos referimos a la educación digital nos representamos una alfabetización que nos proporcione competencias y capacidades que faciliten nuestra integración a una nueva cultura digital en pleno desarrollo en el mundo. Este intenso desarrollo tecnológico y científico en el cual estamos viviendo, no solo impacta a todos los sectores laborales sino también en forma para su quehacer y contenido en el campo de la educación. Finalmente, las instituciones educativas deben educar para el mundo real y, por tanto, para lograr los aprendizajes que permitan a sus egresados insertarse con eficacia al mundo existente y no al mundo de un pasado que materialmente ha cambiado de manera sustantiva. Y este mundo real hoy es tecnológico y científico y crecientemente digital.
En esta era digital lo más evidente para los espacios educativos son las posibilidades de lograr una mayor personalización de esta. Con más Internet de las Cosas, inteligencia artificial, analítica de datos y softwares específicos aplicados a la educación, entre otros numerosos avances, se abrieron posibilidades enormes para las instituciones educativas y sus docentes para lograr más aprendizajes en sus estudiantes. Se trata entonces de insertarse a lo digital y de aprender lo necesario para mejorar nuestra eficacia docente.
Existe consenso entonces que además de ser más personalizada, la nueva formación digital con sus herramientas virtuales aumentadas y mixtas perfeccionan las posibilidades de mejorar el aprender haciendo, aceleran un trabajo que potencia las comunidades de aprendizaje en red y provocan que cada uno de los estudiantes pueda aprender más allá del aula con total autonomía o guiados por docentes utilizando los millones de web existentes que le facilitan el acceso al conocimiento universal.
Lo que ha sucedido es que el aprendizaje no solo se logra hoy en los espacios presenciales, como sucedió en todos los siglos anteriores, sino además y de manera creciente en los nuevos espacios digitales. Y estas nuevas aulas con millones de docentes y personas que han creado espacios en internet para presentar y difundir conocimientos, hoy están accesibles para todo aquel que desee aprender algo y no necesariamente obtenido de los espacios educativos formales, sistematizados y controlados en sus rutas de aprendizajes por sus diversos creadores.
Dada la situación planteada, para las instituciones surgen beneficios y problemas o desafíos variados. Entre los beneficios están la apertura al acceso al conocimiento con una biblioteca digital universal abiertamente disponible en la red; la posibilidad de conocer las reflexiones y análisis de cientos de miles de personas que sin la posibilidad digital no podríamos acceder y conocer a estas; el poder como individuos de aportar con autonomía y creatividad a los contenidos de los millones de web; la democratización de la información y las posibilidades de acceder al mundo desde nuestras casas y sin salir de estas.
Entre los problemas o desafíos para las instituciones están el cómo mejorar en los estudiantes sus habilidades críticas para que estos puedan distinguir el conocimiento correcto o verdadero del incorrecto y falso; cómo lograr formar de acuerdo a nuestra identidad y transmitir los valores que deseamos difundir ; cómo acceder rápidamente y dominar todos los medios tecnológicos que nos sirvan para lograr más aprendizajes; cómo lograr compatibilizar como zonas de aprendizaje lo digital con lo presencial; cómo seleccionar aquello que sirva a nuestros perfiles de egreso de aquello que no aporta y no acompaña para lograr lo que deseamos como competencias y capacidades aprendidas así como valores deseables para la cultura humana.
Sabemos que las habilidades digitales y blandas son hoy las más requeridas por los distintos espacios laborales. Hoy no se conciben perfiles de egreso que no contemplen aprendizajes digitales. La técnica y la ciencia han penetrado irreversiblemente los curriculum de estudios. De tal modo que toda institución educativa para educar a los nuevos nativos digitales, no puede hacerlo desde concepciones y estrategias de aprendizajes plenamente válidas en los siglos anteriores para un aula presencial, pero que hoy resultan ineficaces para el siglo XXI y posteriores. Por esto, todas están innovando y buscando incesantemente nuevas formas para educar aprovechando todos los recursos tecnológicos existentes.
Así también, la digitalización está creando numerosos nuevos empleos y fortaleciendo las posibilidades de trabajo remoto y desarrollando numerosas plataformas de outsourcing. Situación que también constituye una enorme novedad para la existencia de una plena presencialidad en el pasado de todos los trabajos. Este nuevo paradigma nos obliga a repensar nuestro actuar educativo y avanzar en plena coherencia con los aspectos esenciales de la nueva realidad que emerge. Estamos formando para una realidad intensamente científica y tecnológica, pero sin renunciar a una visión antropológica cristiana, que le sigue dando un sentido último y verdadero a la mera existencia material y operativa.
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