22 de Marzo, 2021

Luego de COVID-19 ¿Cómo será el trabajo educativo: ¿Presencial, remoto o híbrido?

Equipo Editorial Observatorio

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La humanidad lleva un año afectada por las consecuencias colaterales de la pandemia COVID-19 que no tienen que ver con lo biológico. Entre estas está su efecto en el lugar físico en el que las personas realizaban habitualmente los servicios laborales para las empresas que los habían contratado. Un porcentaje significativo de los oficios y profesiones tuvieron que ejercer sus tareas desde sus casas, como consecuencia de las cuarentenas que los gobiernos tuvieron que decretar y exigir su cumplimiento a la decisión.

Es evidente que terminada la pandemia, no todo será similar al 2019. Comienzan a surgir estudios que se plantean el tema del teletrabajo[1] y de los pro y contras que posee. Existen variadas tareas que por razones diversas no pueden ser realizadas a distancia. Incluso que para lograr que muchos puedan ejercer el teletrabajo, es indispensable que un porcentaje de estos puedan trabajar presencialmente. Ejemplo de estos son los que operan maquinarias, encargados de las operación y seguridad de software, equipos de laboratorios en la salud, el transporte público, la cadena alimenticia, gasfitería, cuidado de jardines, atención de adultos mayores, entre otros cientos de actividades. Otras tareas, por el contrario, pueden ser realizadas de manera remota sin afectar su productividad.

También es cierto que si bien ciertas tareas se pueden realizar de manera remota, su productividad disminuye porque ciertos beneficios de la presencialidad no pueden ser logrados de manera remota. Ejemplo de estas son las relacionadas con la enseñanza en todos los niveles educativos, la contratación y recepción de nuevos empleados, tareas de innovación y creatividad que requiere trabajo en equipo y diálogo presencial, entre otras. Para las instituciones educativas, la exclusión total de actividades presenciales afecta el logro de la calidad de los aprendizajes y, sobre todo, en aspectos cualitativos esenciales de la educación relacionados con la transmisión de valores, sentido permanente y último de la vida.

Se estima que ciertos sectores poseen una mayor adaptabilidad para el trabajo remoto como el sector financiero, todo lo que implique gestión o análisis administrativos; pero todas ellas requieren un porcentaje de tiempo, aunque sea mínimo, de presencialidad.

Asimismo, los expertos coinciden en sostener que las economías avanzadas tienen mayor potencial para el teletrabajo. En cambio, las economías subdesarrolladas, en donde prima más lo físico y manual (industria, agricultura, pesca, entre otras), su adaptabilidad para el trabajo remoto disminuye significativamente.

Todos aquellos empleos más especializados, con trabajadores con mayor dominio de competencias complejas, poseen mayor potencial para el trabajo remoto. En cambio, los que poseen menos habilidades cognitivas y conocimientos, el traslado de estos a un trabajo remoto es prácticamente imposible. 

Pareciera que la inclinación en el mundo se dirige hacia el trabajo futuro en modo híbrido[2]. Crece el número de ejecutivos que piensa que el formato de presencialidad de cinco o seis días a la semana parece no ser tan eficaz para miles de tareas, y que se requiere avanzar hacia una mezcla de presencialidad y trabajo remoto. Por ejemplo, de acuerdo con el estudio recién citado, JPMorgan ya tiene un plan para que sus 60.950 empleados trabajen desde la casa una o dos semanas por mes, o dos días por semana, dependiendo del sector en que se enfoquen.

Ahora bien, este cambio de un crecimiento del teletrabajo tendrá un impacto en otras actividades y áreas del mercado del trabajo. Al haber menos personas desplazándose, tendrá efecto en el sistema de transporte y con consecuencias en la disminución del uso de la bencina, compra de vehículos particulares, en el uso de espacio de oficinas, restaurantes, ventas de productos al por menor, espacios de entretención público, compra de ropa y venta de productos de numerosas tiendas. Es decir, es un cambio cultural de envergadura y que aún es difícil predecir de cómo será el sistema económico del futuro. Por tanto es evidente que el no consumo de ciertos productos o bienes, implicará el gasto en otros como equipamiento de trabajo para los hogares. Inversión en redes de acceso a internet mejoradas para obtener una conexión más eficaz.

Lo concreto es que estamos en un momento histórico que nos traerá gran incertidumbre futura. Por esto para toda institución educativa es tan importante el estudio cuidadoso de todas estas tendencias. Y esta obligatoriedad de examen no solo es válida para las instituciones de educación superior, sino también para los ministerios de educación para que puedan determinar que será lo mejor como aprendizajes para las futuras promociones de educación básica y media. 

Lo que parece visible es que las instituciones educativas no avanzarán completamente hacia el trabajo remoto o presencialidad de manera exclusiva, sino a un formato híbrido. De esta manera se podrá aprovechar las ventajas del trabajo a distancia como también lo irrenunciable de cierto espacio para la presencialidad. Lo que será un desafío será determinar qué quedará para lo remoto y qué para la presencialidad. Una definición eficaz de ambos espacios y su contenido incidirá de manera decisiva en el éxito y liderazgo futuro de las instituciones.

 [1] Futuro del teletrabajo: análisis de 2000 actividades, 800 empleos en nueve países:

https://www.mckinsey.com/featured-insights/future-of-work/whats-next-for-remote-work-an-analysis-of-2000-tasks-800-jobs-and-nine-countries/es-es

 [2] https://www.mckinsey.com/featured-insights/future-of-work/what-800-executives-envision-for-the-postpandemic-workforce

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