29 de Mayo, 2023

Los institutos técnicos y su evolución desde el siglo XV al XXI.

Equipo Editorial Observatorio

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La evolución del concepto y del quehacer de la educación técnica desde el siglo XV hasta el siglo XXI, ha sido un proceso marcado por importantes transformaciones sociales, económicas y tecnológicas. Este tipo de estudios ha sido, es y será muy sensible a su contexto social y económico, dado que su fortaleza está en formar el capital humano calificado para las empresas que han sido impactadas por el avance y desarrollo de la tecnología y la ciencia, y este hecho es cada día más decisivo y sistemático. Podemos decir, entonces, que ha pasado de ser considerada como una ocupación y estudio de menor categoría respecto a la formación universitaria, a convertirse en una vía de acceso y necesidad sine qua non para ayudar a lograr el desarrollo y el progreso para las familias y el conjunto del país.

En el siglo XV la educación técnica, como sabemos, estuvo estrechamente vinculada con los gremios y las artes mecánicas. Los aprendices se formaban en talleres y adquirían habilidades prácticas en oficios como la carpintería, la herrería y la albañilería, entre otros oficios existentes en la época. Esta forma de educación técnica se centraba en el conocimiento y la aplicación de técnicas tradicionales, transmitidas de generación en generación. Y no podía ser de otra manera, el desarrollo tecnológico aún no explotaba ni se aceleraba.

Con la llegada de la Revolución Industrial en los siglos XVIII y XIX, la educación técnica experimentó un cambio significativo. Surgieron las escuelas e institutos técnicos y se hizo hincapié en la formación en ciencia y tecnología. La educación técnica se orientó hacia la capacitación en nuevas habilidades relacionadas con las maquinarias y los avances industriales. Esta evolución fue impulsada por la necesidad de mano de obra calificada para el creciente sector industrial. Ya no bastaba el saber milenario, sino el aprender el cómo aplicar los nuevos descubrimientos en empresas y oficios que comenzaban a ser impactados por los nuevos inventos, fruto de la creciente investigación científica.

Con la llegada del siglo XX, con el advenimiento de la era digital y la globalización, los institutos técnicos se adaptaron a los rápidos cambios tecnológicos y económicos. Surgieron programas de formación técnica más especializados, que abarcaban desde la electrónica y la informática hasta la ingeniería y la biotecnología en la educación superior. La educación técnica se convirtió en una opción atractiva para aquellos que buscaban una carrera con buenas perspectivas laborales. Pero ahora los conocimientos disciplinares comenzaron a ser más específicos, dado los avances científicos y tecnológicos, tanto que exigieron a sus estudiantes una base de conocimientos muy superior a lo requerido en los siglos anteriores. Se necesitaba más lenguaje, más matemática, más inglés y más el dominio de habilidades de orden superior. Las universidades necesitaron el apoyo de institutos técnicos que se complementaran con aquellas para formar a los futuros empleados calificados. Era una demanda del conjunto del país: poseer una educación superior con instituciones complementarias en su formación y quehacer.

A medida que avanzaba el siglo XX, los institutos técnicos comenzaron a reconocer la importancia del desarrollo de habilidades blandas como la comunicación y el trabajo en equipo. Los programas educativos incorporaron enfoques más holísticos, combinando conocimientos técnicos con competencias interpersonales y habilidades para resolver problemas. Se buscaba formar profesionales capaces de enfrentar los desafíos complejos y multidisciplinarios del mundo laboral.

En las últimas décadas los institutos técnicos han experimentado una mayor integración con las universidades, para formar ambos el sector de la educación superior. De hecho, en Chile pasó a ser un subsector de la educación superior en 1981. Además, en esta búsqueda de más vínculos se han establecido alianzas entre instituciones educativas y empresas para ofrecer programas de formación dual, programas en que los estudiantes combinan la adquisición de conocimientos teóricos con experiencias prácticas en el entorno laboral. Estos dos hechos han provocado mayores exigencias de calidad de orden superior para las instituciones técnicas, como también una mayor relevancia y pertinencia de este tipo de educación en el mercado laboral.

A fines del siglo XX el avance de las tecnologías de la información y la comunicación ha revolucionado la forma en que se imparte la educación técnica. La educación en línea y los recursos digitales han ampliado el acceso a la formación técnica, permitiendo a las personas acceder a cursos y programas desde cualquier lugar del mundo. Por tanto, los institutos técnicos se han vuelto más flexible y adaptable a las necesidades y demandas de los estudiantes. En consecuencia, ha crecido exponencialmente la demanda de laboratorios y simuladores virtuales que ayuden a continuar con la técnica pedagógica del aprender haciendo, tan esencial desde el siglo XV hasta hoy en la educación técnica.

En el siglo XXI los institutos técnicos enfrentan desafíos importantes en un entorno globalizado y altamente tecnológico. Estos desafíos tienen como objetivo preparar a los estudiantes para los rápidos cambios en el mundo laboral y para abordar los problemas complejos de la sociedad contemporánea.

Los institutos técnicos intentan mantenerse actualizados y relevantes frente a los avances tecnológicos constantes. Los rápidos cambios en campos como la inteligencia artificial, la robótica y la ciberseguridad requieren que los programas educativos se adapten y proporcionen conocimientos y habilidades actualizados. Por tanto, es imperioso que los docentes estén al tanto de las últimas tendencias y avances científicos y tecnológicos y generen aprendizajes pertinentes para el presente y futuro de sus estudiantes.  

Enfrentan el desafío de fomentar habilidades creativas y de pensamiento crítico en los estudiantes. A medida que las máquinas asumen tareas rutinarias, se valora cada vez más la capacidad de los individuos para resolver problemas complejos y pensar de manera innovadora. La educación técnica debe promover la creatividad y el pensamiento crítico a través de proyectos y actividades que desafíen a los estudiantes a encontrar soluciones originales.

Deben abordar la creciente demanda de habilidades interdisciplinarias. Los desafíos actuales requieren enfoques que integren diferentes disciplinas y promuevan la colaboración entre profesionales de diversas áreas. Hay que romper las barreras tradicionales entre las disciplinas y fomentar la integración de conocimientos y habilidades de diferentes campos, como la ingeniería, la informática y las ciencias sociales. Asimismo, es necesaria más capacitación disciplinar, que actualice y mantenga la empleabilidad de los estudiantes de los institutos profesionales y técnicos.

Se enfrentan estas instituciones al desafío de la inclusión y la equidad. Es crucial garantizar que todos los grupos de la sociedad tengan acceso a oportunidades educativas técnicas y que se eliminen las barreras que impiden la participación plena de las mujeres (sobre todo en carreras STEM), las minorías étnicas y los con capacidades diferentes. Se debe promover la diversidad y la igualdad de oportunidades, creando entornos inclusivos y programas accesibles para todos.

La educación técnica debe preparar para el futuro del trabajo que se caracteriza por la automatización, la digitalización y con la existencia de visiones antropológicas muy distintas sobre el ser humano. Los empleos están evolucionando y surgen nuevas formas de trabajo. Incentivar el desarrollo de habilidades transferibles como el aprendizaje continuo, la adaptabilidad y la resiliencia, para permitir a los estudiantes enfrentar los cambios en el mercado laboral y fomentar carreras sostenibles a lo largo del tiempo.

Cuando vemos asombrados el avance de la inteligencia artificial, el metaverso, la posibilidad de conexiones entre el cerebro y las computadoras por medio de insertos tecnológicos en las neuronas, el desarrollo de ciborg con inteligencia artificial, la posibilidad cierta que mañana no saber de ciencia y tecnología será existir como analfabetos y sin posibilidad alguna en el futuro de encontrar un trabajo, entonces el rol de las instituciones técnicas será esencial para formar a personas para que no pierdan su dignidad esencial: el sentirse útiles para formar una mejor sociedad.

La educación técnica está más viva que nunca y las personas la necesitan más que ayer para lograr una fortalecida empleabilidad, su armonía vital y el ejercicio de una responsable libertad.

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