1 de Agosto, 2016

La tecnología al servicio de la creación de una sociedad del aprendizaje.

Equipo Editorial Observatorio

Equipo Editorial Observatorio

7 minutos de lectura

La historia de la humanidad nos muestra con evidencias explícitas que ha tenido variadas revoluciones tecnológicas. Las tres últimas son la de la información, la del conocimiento y hoy, aparentemente, estamos ingresando a una revolución que está marcada por la sociedad del aprendizaje. Estas están subrayadas y alimentadas por el desarrollo de las tecnologías de la información.

La sociedad de la información es básicamente entendida como un espacio en el cual la información y el conocimiento son de libre acceso, uso, comprensión y creación. De esta manera los pueblos puedan desarrollar su pleno potencial y mejorar la calidad de sus vidas de manera sostenible. Entre sus aspectos esenciales nos encontramos con que esta diseña y sostiene una sociedad globalizada; que se moviliza en torno y usa como soporte a las Tecnologías de la Información y Comunicación; que aumenta las posibilidades de surgimiento de nuevos sectores laborales y productos que generan nueva riqueza a los países; que crece exponencialmente la información, haciéndose necesario el buscar mecanismos para estudiar enormes bases de datos; que la habilidad de aprender a aprender adquiere una importancia superlativa para aumentar la empleabilidad; esta nueva sociedad provoca un impacto se extiende a todos los sectores pero no a todos los lugares geográficos en el planeta, produciéndose lo que se ha denominado una brecha digital en aquellas zonas que se mantienen al margen; que brota un nuevo tipo de inteligencia, una inteligencia no de la memoria sino una plenamente distribuida, en que las habilidades cognitivas más complejas se desarrollan y, por último, como un aspecto consustancial a la misma: la velocidad de penetración de lo nuevo y también de su muerte temprana.   

Ejemplo de esto último es que de acuerdo con estudios realizados en Estados Unidos mostraron evidencia de cuánto tiempo necesitaron las nuevas tecnologías para masificarse y estar accesibles para la mayoría. Se pudo visualizar que la electricidad se demoró 46 años, el teléfono cerca de 35 años, el automóvil 55 años, la radio 22 años, la televisión 26 años, los computadores personales 16 años e internet 7 años. Se podrían dar más ejemplos actuales de variada tecnología y soporte que nos prueba que cada avance demora cada año menos tiempo en estar disponible para la mayoría de la población.

No tenemos dudas que en este nuevo mundo que hoy existimos, las instituciones educativas deben aprender a modernizarse a la misma velocidad que los cambios tecnológicos, o al menos tener la voluntad de hacerlo. De no hacerlo, los primeros afectados serán los estudiantes e indirectamente la sociedad entera. De esto se deduce la importancia de reevaluar el currículum tradicional y las formas de enseñar en respuesta a las necesidades de la nueva sociedad que aún está en formación. Además, comprender que las instituciones no son los únicos lugares en las que hoy los estudiantes y los trabajadores aprenden. Que hoy el aprendizaje adquirido en lo informal y no formal forma ciudadanos como nunca antes en la historia.

En estas materias relacionadas con la tecnología educativa existe un interesante y aportador libro de Julio Cabero Almenara, profesor de la Universidad de Sevilla, llamado “Tecnología Educativa” y que fue publicado por Paidos, en Barcelona el 2001. En este texto escrito hace quince años, nos escribía, entre otros temas, sobre los mitos de la sociedad de la información y de la tecnología. Del listado que el autor ofrece en dicho libro, algunos de ellos son interesantes de recordar y  pensar si hoy pueden seguir considerándose como mitos:

1) Favorece la educación para todos.  La pregunta es si luego de quince años lo ha logrado.

2) Fomenta la libertad de expresión y participación igualitaria para todos.  Pareciera que aún continúa el liderazgo al interior de las comunidades virtuales y que todavía no existe esta promesa igualitaria.  

3) Amplitud de información y el acceso ilimitado a todos los contenidos. Es verdad ha crecido el volumen de información, pero no es del todo claro ni evidente que exista el acceso ilimitado a ellos.

4) El valor “per se” de las tecnologías. La tecnología no cambia a la institución educativa sino es capaz de relacionarla con todas las variables curriculares y de cómo aplicamos nuevas estrategias didácticas específicas afines a las nuevas tecnologías. Es esencial lograr previamente el cambio de mentalidad en las personas y la empatía de las tecnologías que se desarrollen.

5) Que las TIC son valóricamente neutrales. Sin embargo, toda tecnología no solo transmite información sino también valores y actitudes y que se acrecienta en la medida que más dependientes somos de ellas. Hay que estar conscientes de esto.

6) Que reduce el tiempo de aprendizaje y del costo económico de educar. Todo ser humano necesita que desarrolle una curva del aprendizaje y los tiempos, no necesariamente y a todo evento, los reduce la tecnología educativa.

7) Que manipula la actividad mental y la conducta de las personas. Lo que es cierto es que las tecnologías no funcionan en el vacío sino en la historicidad del hombre y refuerzan sus actitudes y predisposiciones, pero aún no determinan actitudes ni conductas.

8) Que deshumaniza y es alienante. Cuando el hombre pierde su libertad y control de sí mismo, es verdad, puede la tecnología colaborar en alienarlo.

9) Que sustituye al profesor. La verdad que hasta hoy no lo logra. Ya que además de la insustituible presencialidad, hoy actúa como facilitador de información, tutores virtuales, evaluador, asesor, orientador, entre otras tareas.

10) Que fomenta la construcción compartida del conocimiento. Es verdad, hoy se colabora y se comparte lo que antes era imposible. Pero este compartir no es igualitario, siempre hay personas y grupos que ejercen liderazgo e influyen en el resto.

11) Se presenta como una panacea que resuelve todos los problemas educativos. Hasta hoy no ha podido lograrlo y no se observa en el horizonte que pueda tener éxito completo.

Es fundamental entender que la tecnología ni la innovación son un fin en sí mismo. Que la primera siempre es y será soporte esencial para lograr que se instaure una verdadera sociedad del aprendizaje. Lo que de verdad importa no es que solo exista el conocimiento, lo relevante es que este pueda ser aprendido, solo así el conocimiento creado tiene sentido. En una sociedad de masas, hoy no podríamos avanzar materialmente con la velocidad que lo hacemos, si no tenemos la fuerza habitual de la innovación y el soporte material de la tecnología, que hace posible que el bienestar y la calidad de vida de los hombres mejore cada día más.

¿Será posible que la innovación acompañada de la materialidad de la tecnología logre que los estudiantes aprendan más y mejor que ayer?

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