Duoc UC inicia sus clases en abril de 1969 en la actual sede Padre Alonso Ovalle, espacio que en aquel entonces dependía de la Escuela de Pedagogía de la Universidad Católica. Nadie imaginaba todavía que ese lugar se transformaría en un referente simbólico para quienes serían los primeros estudiantes adultos, en un proyecto al que apenas comenzaban a asignársele intenciones de continuidad. Si en esa época la idea de “sede” se entendía solo como un lugar físico de encuentro académico, pronto sería muchísimo más: La expresión viva de un modelo educativo y de una vocación social.
Reviste una especial relevancia que esos primeros cursos, orientados a la recuperación de estudios de enseñanza media, se impartieran en aulas ajenas. Así fue lo que ocurrió en colegios e instituciones estatales, que prestaron sus dependencias a DUOC para ser utilizados en horario vespertino. Ese rasgo, que hoy podría parecernos precario, forjó en la institución una flexibilidad y movilidad que marcaría su impronta: la “sede” no era inicialmente un edificio propio, pero sí un espacio de convivencia y aprendizaje, donde confluyen docentes, estudiantes y las primeras estructuras de administración. Es decir, la “sede” se convirtió en sinónimo de comunidad académica aun sin la propiedad legal del espacio.
La expansión de Duoc UC, que en 1974 ya alcanzaba 106 sedes (104 de ellas basadas en préstamos de espacios), demuestra el ímpetu de un proyecto cuyo objetivo era, antes que nada, abrir oportunidades de capacitación a los trabajadores y a los segmentos más vulnerables de Chile. Si la Iglesia Católica facilitó muchos establecimientos para tales fines, el Estado también se hizo presente con infraestructura que, en horario vespertino, permitía brindar cursos técnicos y de oficios. Así se materializó la misión: La sede era el lugar que acogía gente adulta con ansias de mejorar su situación laboral y, por ende, su proyecto de vida.
En este orden de cosas, la palabra “sede” comenzó a transformarse en un concepto. No se restringía al local físico: representaba la puerta de acceso a la formación, la dignificación profesional y el crecimiento de cada estudiante. Aquellos docentes pioneros, que improvisaban materiales y sorteaban carencias de equipamiento, se convirtieron en mentores de un ideario: “estamos aquí para enseñar y aprender, aunque se haga de noche y con recursos limitados”, era el lema de muchos. Así, la docencia práctica se volvió emblema, encarnando ese espíritu de “aprender haciendo” que, décadas más tarde, seguiría distinguiendo a Duoc UC.
El tránsito hacia una institucionalidad propia
Con la Fundación DUOC constituida legalmente en 1974, la sede ganó reconocimiento jurídico: ya no eran solo “salas prestadas”. Comenzó a requerirse un organigrama que permitiera ordenar la proliferación de estos espacios formativos. Fue ahí que emergió con fuerza el rol de los directores de sede, coordinadores regionales y subdirecciones nacionales. Se instalaba la necesidad de una coordinación mayor para homogeneizar procedimientos y resguardar la misión católica de la institución. El propósito era que, si alguien cursaba una carrera en Arica, Valparaíso o Punta Arenas, viviera una experiencia formativa coherente con la propuesta educativa de Duoc UC.
En ese afán de robustecer la institucionalidad, la primera sede adquirida con propiedad fue la actual Sede Alameda, en 1975, y poco después la sede Padre Alonso Ovalle, cuna original del proyecto. Más tarde, ya cercano el cambio de siglo, surgirían edificios propios en Viña del Mar, Concepción, Valparaíso, San Carlos de Apoquindo, Antonio Varas y otras sedes en distintas comunas de la Región Metropolitana. Ese paso de “espacios arrendados o prestados” a “espacios propios” supuso un viraje trascendental: La sede se pensaba, diseñaba y equipaba expresamente para la enseñanza práctica, acorde con los valores y la visión institucional.
La fuerza de la transversalidad y la misión católica
Desde la década de los setenta, e impulsado por los primeros manuales de procedimientos y organización de sedes (1974), Duoc UC buscó garantizar una transversalidad administrativa y académica ¿Qué significa esto? Que todas las sedes compartiesen el mismo currículum, idénticos parámetros de calidad y una atmósfera anclada en la identidad católica. En la práctica, esta transversalidad implicaba que el estudiante de Telecomunicaciones en Santiago tuviera las mismas exigencias y oportunidades que uno de la misma carrera en Viña del Mar, con talleres y laboratorios equivalentes.
Con todo, la sede conservó un matiz “local”: cada territorio (sea Santiago, Valparaíso, Concepción u otras localidades) desarrolla programas o carreras pertinentes a la demanda estudiantil y a la oferta laboral circundante. Semejante flexibilidad, unida a un estándar académico unificado, le ha permitido a Duoc UC potenciar el arraigo regional, sin perder la coherencia que le da su foco y su misión.
No es casual que, en cada sede, destaque la presencia de una capilla o lugar de oración. De esa forma, la dimensión trascendente se vuelve parte del día a día de la comunidad educativa, recordando el sello católico que inspira el proyecto. Del mismo modo, las carreras se han ido consolidando con una misma malla, lo que se aprecia en la existencia de un currículum único impartido sin distinción geográfica.
Hacia la sede del siglo XXI
Con el correr de los años, se afinaron lineamientos que hoy resultan obvios: Talleres que reproducen la realidad laboral, carreras de acuerdo a la demanda local, estructuras administrativas similares y, en la actualidad, una creciente apertura a modalidades semipresenciales o remotas. El tiempo y los cambios tecnológicos han empujado a que la sede ya no sea únicamente un recinto físico, sino también un espacio virtual de intercambio. Sin embargo, el lugar físico sigue poseyendo un valor simbólico fundamental: es allí donde el estudiante percibe de modo tangible la cultura institucional.
Desde 2005 en adelante, Duoc UC ha levantado más de la mitad de sus sedes actuales, lo cual no solo es un salto cuantitativo, sino también un avance conceptual. Cada nueva sede se piensa como un nudo de comunidad y de colaboración con el entorno. Ya no basta con impartir clases: se requiere incidir en la realidad local a través de proyectos de investigación aplicada, laboratorios especializados y vinculación con la industria regional.
El caso de la sede Arauco y Nacimiento, levantada en conjunto con empresas Arauco y CMPC, ilustra este enfoque. Se conciben como un centro educacional de puertas abiertas y con horarios extendidos, multiplicando actividades con la comunidad y recalcando la integración con la naturaleza y la vida cultural del lugar. Esa bidireccionalidad, en la que la comunidad se beneficia de los recursos y actividades de Duoc UC, y a la vez la institución recibe el aporte de las personas y organizaciones de la zona, proyecta la misión institucional a un escenario más participativo.
El concepto de sede hoy, por todo lo anterior, se constituye en una clave estratégica para Duoc UC. No es un mero “recinto” al que se acude por horas de clase, sino el eje vertebrador que expresa la visión y los valores de la institución. Es la unidad territorial y operativa que encamina la labor educativa, generando identidad, arraigo y sentido de pertenencia en quienes la habitan.
Más allá de la docencia, la sede ofrece un abanico de servicios y oportunidades que crecen con cada Plan de Desarrollo institucional. Tiene la responsabilidad de ser epicentro cultural, donde se fomentan eventos, seminarios, encuentros pastorales y extensión hacia la sociedad. Además, la actual perspectiva de sostenibilidad y conciencia ecológica exige a cada sede ser un espacio amigable con el medio ambiente, que gestione adecuadamente sus recursos y promueva valores de respeto a la creación y al bien común.
En la medida que se va consolidando el nuevo siglo, crece también la urgencia de que el concepto de sede incorpore la virtualidad y los avances tecnológicos sin sacrificar la cercanía humana. Talleres que mezclan la experiencia presencial con el soporte digital, laboratorios remotos, bibliotecas híbridas y espacios flexibles son la síntesis de un estilo educativo que abraza la innovación.
El concepto de sede que emergiera casi como un azar en las viejas aulas de la Casa Central de la UC y en la Escuela de Pedagogía de Alonso Ovalle, hoy encarna un pilar fundamental. Allí convergen pasado, presente y proyección estratégica. Aquellas salas prestadas en la década del setenta demostraron que la enseñanza surge de la colaboración y el compromiso colectivo.
La sede, por tanto, deja de ser solo un contenedor de actividades académicas para convertirse en un agente dinamizador, capaz de dialogar con su entorno y de catalizar oportunidades para las personas, las familias y la sociedad. En suma, la sede de Duoc UC es la raíz local de un árbol que crece sin perder la raíz católica y la vocación de servicio. Cada nueva apertura de sede, cada remodelación y cada plan maestro no hacen sino robustecer este concepto estratégico, uno que, con seguridad, continuará transformándose y enfrentando los desafíos de la educación en el siglo XXI con la misma determinación y esperanza que movió a los fundadores aquel 16 de noviembre de 1968.
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