La esencia de la ETP ha estado siempre ligada a su capacidad para formar a técnicos y profesionales capaces de ejecutar tareas específicas con eficiencia. Este enfoque en la formación práctica ha sido uno de los mayores atributos del modelo ETP, destacando su fuerte y siempre presente vinculación con el mundo laboral. Algunas de las características esenciales de la ETP hoy son:
Enfoque práctico y aplicado: La ETP se distingue de otras modalidades de educación superior por su énfasis en la aplicación inmediata de los conocimientos. Los estudiantes no solo aprenden teorías o principios, sino que también desarrollan habilidades concretas y específicas que pueden utilizar de manera inmediata en el entorno laboral.
Vinculación con la industria: Uno de los mayores puntos fuertes de la ETP es su conexión directa con las necesidades de las industrias. En muchos países, los programas de ETP son diseñados en colaboración con empresas, lo que asegura que los estudiantes egresen con competencias que son demandadas por el mercado.
Flexibilidad y adaptabilidad: A diferencia de las universidades, que suelen tener programas más largos y teóricos, los institutos técnicos profesionales y centros de formación técnica pueden adaptar sus currículos con mayor rapidez, integrando nuevas tecnologías y adaptándose a las tendencias emergentes del mercado laboral.
Competencias basadas en el mercado laboral: La ETP ha adoptado un modelo de formación basado en competencias, centrado en la adquisición de habilidades prácticas y capacidades específicas que son esenciales para el buen desempeño en los sectores productivos.
Acceso y equidad: En muchos países, la ETP ha sido una herramienta clave para mejorar la equidad educativa, proporcionando oportunidades de formación a grupos sociales que históricamente han tenido menos acceso a la educación superior, y permitiendo que estos grupos logren una rápida integración laboral y, por supuesto, más alta empleabilidad.
El reto de la transformación
Aunque la ETP ha demostrado su eficacia a lo largo de los años, el avance de la Cuarta Revolución Industrial marcada por la digitalización, la automatización, la inteligencia artificial y el cambio constante en las necesidades laborales, está desafiando la capacidad de la ETP para seguir siendo un motor clave de empleabilidad. En este contexto, las instituciones de Educación Técnico Profesional enfrentan la urgencia de transformarse para seguir siendo relevantes y garantizar que sus egresados tengan las competencias y habilidades transversales necesarias para enfrentar los desafíos de un mercado laboral en rápida evolución.
El reto no es solo actualizar los currículos, sino redefinir el enfoque mismo de la ETP. La educación técnica no puede limitarse a formar trabajadores que sepan ejecutar solo tareas específicas, ya que debe evolucionar hacia la formación de técnicos capaces de innovar, adaptarse a nuevos contextos y liderar procesos de transformación en sus áreas de especialización.
¿Cómo transformarse?
Para que la ETP logre una verdadera transformación, es necesario que sus instituciones tomen una serie de pasos fundamentales:
Fomentar una cultura de la innovación: El aprender haciendo sigue siendo relevante, pero debe complementarse con un enfoque que promueva la creatividad y la innovación. Los estudiantes de la ETP no solo deben aprender a ejecutar tareas, sino también a mejorar procesos, identificar oportunidades de innovación y adaptarse rápidamente a nuevas tecnologías y métodos de trabajo.
Integración de tecnologías avanzadas: Las tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la automatización, el Internet de las Cosas (IoT), la robótica y los sistemas de gemelos digitales, se sugiere integrarse en cada uno de los programas de estudio. Esto no solo permitirá a los estudiantes adquirir competencias técnicas avanzadas, sino también desarrollar una comprensión profunda de los sistemas complejos en los que trabajarán.
Formación en competencias transversales: Además de las competencias técnicas específicas, se cree necesario que los estudiantes sean formados en habilidades blandas y transversales como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la adaptabilidad y la capacidad de trabajar en equipo. Estas competencias son cada vez más valoradas en el mercado laboral, ya que permiten a los trabajadores adaptarse a un entorno de trabajo cambiante y lleno de incertidumbre.
Vinculación con el mundo laboral como co-creadores: La vinculación con la industria ha sido un eje central de la ETP, pero debe profundizarse para convertirse en una verdadera co-creación. Las instituciones de educación técnica no solo deben actualizar sus currículos basados en las demandas del mercado, sino que deben trabajar junto a las empresas en la creación de soluciones innovadoras que beneficien tanto a los estudiantes como a las industrias.
Adaptabilidad institucional: Las instituciones de ETP deben ser más ágiles y flexibles, no solo en sus currículos, sino también en sus estructuras y formas de trabajo. La capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios tecnológicos y a las necesidades del mercado será clave para mantener la relevancia de la ETP en el futuro. Por ejemplo, dominar el uso de la IA parece ser urgente ya que hoy se está demandando el buen dominio de esta para todo tipo de trabajos.
Hacia una nueva definición de la ETP
Por tanto, la transformación de la ETP debe partir de una nueva definición que la posicione no solo como una educación para el trabajo, sino como una educación para la innovación. En este sentido, la ETP debe evolucionar de ser una plataforma que prepara a los estudiantes para empleos existentes, a una que los capacite para crear, liderar y adaptarse a los empleos del futuro. Esto requiere una visión más amplia y estratégica, en la que las instituciones de ETP se conviertan en actores clave en la creación de conocimiento aplicado y en el desarrollo de soluciones que impulsen la competitividad de las industrias y la economía.
El futuro de la ETP
El futuro de la ETP estará definido por su capacidad para adaptarse y transformarse. Si bien la ETP ha sido históricamente una vía para la formación técnica de calidad para trabajos concretos y repetitivos, ahora debe convertirse en una vía para la formación de innovadores y líderes técnicos. La integración de tecnologías avanzadas, el fomento de una cultura de innovación, la adaptación a las nuevas demandas del mercado laboral y la co-creación con la industria son los elementos clave para asegurar que la ETP siga siendo relevante en las próximas décadas, acompañando el desarrollo económico de Chile.
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