A menudo caemos en el error de ver a la Educación Técnico-Profesional (TP) como una simple transmisión de destrezas manuales: aprender a usar un torno, programar un código específico o arreglar un circuito. Sin embargo, la realidad laboral del siglo XXI ha hecho estallar ese paradigma. La formación TP que verdaderamente genera empleabilidad no es unidimensional, ya que es una arquitectura compleja que debe sostenerse sobre tres pilares innegociables. Si uno falla, la estructura se derrumba y condenamos al estudiante a la obsolescencia prematura.
Para modernizar nuestra Educación Técnico-Profesional, necesitamos tres niveles de aprendizaje simultáneos.
1. La base no negociable: Conocimientos fundamentales
Existe una deuda histórica y peligrosa. La evidencia comparada (Banco Mundial y otros) nos muestra una realidad incómoda: los estudiantes de la educación TP presentan brechas significativas en matemáticas y lenguaje respecto a sus pares de la educación humanista/científica del nivel secundario o educación media. En todas las carreras, cuando estos postulan a la educación superior, el alumnado inicial, presenta déficit difíciles de nivelar para lo que exige la educación superior. El problema se agrava cuando se trata del uso competente de nuevas tecnologías en este siglo.
No debiera ocurrir que la especialización técnica sea una excusa para descuidar lo básico. Organismos como Cedefop son claros: la formación vocacional no puede renunciar a las competencias clave.
Un técnico brillante en la práctica, pero incapaz de comprender un manual complejo, interpretar estadísticas básicas o comunicarse en un inglés funcional, tiene un techo de cristal sobre su cabeza. Será difícil su ascenso y desarrollo profesional o técnico.
La alfabetización digital, el pensamiento lógico, la cultura científica o humanista no son materias de relleno: son el sustrato que permite a un técnico seguir aprendiendo cuando la tecnología cambie. Sin estos cimientos, estamos formando operarios para el pasado y no técnicos para el futuro.
2. La pertinencia: Conexión real con el sector productivo
El segundo nivel es donde la teoría aterriza en la realidad. Aquí, la recomendación internacional de la OIT y la OCDE es unánime y debe ser nuestro mantra: el aislamiento de los sectores económicos de la ESTP es su sentencia de muerte.
En los programas de estudio:
- Co-construcción: Los programas de estudio no pueden diseñarse sin los empleadores que conocen mejor que nosotros las necesidades del hoy.
- Dinamismo: Los programas deben actualizarse a la velocidad de la tecnología.
- Competencia sobre contenido: Menos memorización de listas de contenidos y más énfasis en estándares de competencia demostrables.
Pero quizás lo más crítico es lo que señala el informe “Learning for Jobs” de la OCDE: el aprendizaje en contexto real (prácticas, educación dual, alternancia) debe ser la columna vertebral del programa, no una colita o un trámite administrativo al final de la carrera. El estudiante debe respirar la cultura laboral desde el día uno.
3. El seguro de vida profesional: Habilidades transversales
Finalmente, llegamos a lo que distingue a un trabajador reemplazable de uno indispensable. Las habilidades blandas o transversales son, en palabras de los expertos, el verdadero seguro de la empleabilidad presente y futura.
En un mundo donde la automatización amenaza las tareas rutinarias, lo humano cobra un valor incalculable. Los estudios sobre empleabilidad en TVET (Educación y Formación Técnica y Profesional) reiteran obsesivamente las mismas competencias:
| Competencia | Por qué es vital hoy |
| Trabajo en equipo | Nadie soluciona problemas complejos en solitario. |
| Comunicación efectiva | De nada sirve una solución técnica si no se puede explicar al cliente o al equipo. |
| Resolución de problemas | La capacidad de diagnóstico y adaptación ante lo inesperado. |
| Ética y responsabilidad | La base de la confianza en cualquier relación laboral. |
Un técnico que sabe organizar su tiempo, que utiliza datos para tomar decisiones y que entiende la ética profesional, es un activo que trasciende su puesto actual. Las máquinas pueden hacer los cálculos, pero la gestión, la empatía y el criterio siguen siendo patrimonio humano.
La empleabilidad sostenible no es suerte, es diseño razonado. Necesitamos egresados que sean ciudadanos cultos (nivel fundamental), expertos competentes (nivel técnico) y profesionales íntegros y adaptables (nivel transversal). Cualquier estrategia educativa que ignore uno de estos niveles no solo está incompleto: es una promesa rota a las futuras generaciones.
Referencias:
Cedefop. (2012). Curriculum reform in Europe: The impact of learning outcomes. Publications Office of the European Union. https://www.cedefop.europa.eu/files/5529_en.pdf
Cedefop. (2016). Analysis and overview of national qualifications framework developments in European countries. Publications Office of the European Union. https://www.cedefop.europa.eu/en/publications/6127
Organización Internacional del Trabajo. (2015). Recomendación sobre el desarrollo de los recursos humanos: educación, formación y aprendizaje permanente (R195). OIT. https://www.oitcinterfor.org/sites/default/files/file_evento/recomendacion.pdf
OCDE. (2010). Learning for Jobs. OECD Publishing. https://www.oecd.org/es/publications/preparandose-para-trabajar_9789264118478-es.html
OCDE. (2019). OECD Skills Outlook 2019: Thriving in a Digital World. OECD Publishing. https://www.oecd.org/en/publications/oecd-skills-outlook-2019_df80bc12-en.html
Unesco-Unevoc. (2013). Advancing TVET for youth employability and sustainable development. Unesco. https://unevoc.unesco.org/fileadmin/up/arab_states_regional_meeting_report_2013online.pdf
World Bank. (2020). Technical and vocational education and training for economic transformation. World Bank. https://www.worldbank.org/en/news/press-release/2023/07/12/improve-technical-vocational-education-training-tvet-meet-skills-labour-mismatch
0