La segunda mitad del siglo XX estuvo dominado por el desarrollo y los avances de la electrónica y de las ciencias de la computación. Nuestro siglo para muchos científicos estará marcado por los avances en la biología humana. Las personas desean no solo vivir más, sino también vivir bien. Algunos sueñan con obtener la vida eterna y cuyo futuro vital pueda conocerse desde el momento de su nacimiento. Se lucha por exterminar el dolor físico y por una defensa eficaz ante cualquier enfermedad vigente o futura.
Las tecnologías de la información están en todo sitio que habiten seres humanos y con sus diferentes expresiones materiales. Nadie duda de la existencia de una verdadera explosión digital que hoy ya permite monitorear nuestro cuerpo humano en tiempo real. Ya sabemos de nuestro ritmo cardiaco, índice de masa corporal, la presión sanguínea, las calorías consumidas, las distancias que caminamos, es decir, nos conocemos más.
Hoy médicos, enfermeros y toda profesión que trabaje con el cuerpo humano no solo debe saber de biología, sino también de tecnología. Asimismo, algunos señalan que los hospitales en el futuro solo cumplirán el papel de gestionar la infraestructura de información digital y el control del almacén de datos e información biológica humana. En tal sentido, estas nuevas realidades permitirán el surgimiento de numerosos empleos y profesiones nuevas centradas en tecnología compleja, en una biología digital y en la administración de bases de datos que proporcionarán una atención médica absolutamente personalizada. Por tanto, ya se habla de un seguimiento digital de la salud, de una nube médica global. Estamos en presencia de una biología regida por la ciencia de los datos.
Algunos de los más importantes avances son los siguientes. La digitalización ya permite realizar mejores diagnósticos. Ya es posible detectar tumores menores a 1 milímetro, como también el escaneo del cuerpo en 3D. Se trabaja en chips de laboratorios que son capaces de diagnosticar enfermedades con solo analizar una gota de sangre. Con el método Crispr C9 se puede intervenir, para bien o para mal, el genoma humano y con facilidades de acceso para las personas asombrosas y peligrosas. Se desarrollan antibióticos que no eliminarán las buenas bacterias para así evitar que malas bacterias puedan contrarrestar a los antibióticos. Asimismo, avances importantes en la reparación de órganos, es decir, en la medicina regenerativa. El uso de nano materiales inyectados en órganos, con recreación de estos con sus propias células utilizando impresoras 3D. Todo esto posible con el uso de biotinta que permite la impresión de órganos y tejidos[1].
En este escenario evolutivamente tan asombroso se mueven los centros de estudios de la salud. Las preguntas que estimamos claves de responder son: ¿Cómo formamos a nuestros estudiantes? ¿Qué Carreras dictamos con certeza razonable que tendrán empleabilidad? ¿Si optamos por medicina, enfermería, técnicos de apoyo, qué debemos enseñarles para que puedan obtener una renta por su trabajo en un futuro incierto? ¿Qué, cuál y cuánta tecnología deben aprender nuestros estudiantes? ¿En una biología que aspira lograr la vida eterna o al menos extender la vida humana a cientos de años, qué rol cumplirán las religiones? ¿Qué cambios jurídicos, económicos, culturales se producirán? Lo anterior no es dramatismo, pero los avances se producen a una rapidez inusitada y con difícil predicción de cuándo y hasta dónde llegarán los avances y logros en el estudio de la biología humana.
Lunes 23 de septiembre de 2019
EQUIPO EDITORIAL OBSERVATORIO
[1] Hasta hoy solo se reproducen órganos en miniaturas y se trabaja para imprimirlos a escala y proporción humana.
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