En 1920 el checo Karel Capek creó el concepto de “robot” para aludir a androides en una fábrica que lograba aumentar 2 o 3 veces más la productividad humana. 98 años después, un tema que pertenecía a la ciencia ficción, hoy pasa a ser una realidad visible y con crecimiento exponencial. Percibir este hecho nos obliga a un análisis de lo qué es este fenómeno y de su impacto presente y futuro.
La RAE nos indica que automatizar es: “convertir ciertos movimientos en movimientos automáticos o indeliberados”. Por tanto, si los avances en robótica, inteligencia artificial y el aprendizaje automático, permiten un avance sostenido y creciente de la automatización, esto pasa a ser un tema de obligada reflexión para toda institución educativa. Y lo es porque formamos para el presente y, sobre todo, para el futuro.
Cada una de las actividades laborales y profesiones debe pensar qué procesos pueden ser crecientemente automatizados. Algunas profesiones ya pueden ser automatizadas en un 100 % (5 % del total) y cerca del 60% ya poseen un 30% de las actividades laborales que son posibles de automatizar. Todas aquellas que implican actividades físicas predecibles, recopilación o procesamiento de datos serán las más rápidamente afectadas. Ejemplo de ello tenemos en la manufactura, la industria alimentaria, el comercio, entre otras.
La automatización aún no ingresa con fuerza en las empresas en Chile, pero es inevitable que suceda. Para que esto ocurra se requiere crearla para soluciones de un uso específico y preciso; cubrir el costo y lo recursos para software y hardware. Sin embargo, el costo alto de la mano de obra es acicate para automatizar y las empresas, con esta innovación lograrán mayor productividad, calidad y ahorro en mano de obra. Si a lo anterior sumamos que la población en edad de trabajar disminuye en muchos países, el incentivo es aún mayor para automatizar.
Las máquinas serán complementarias a las personas. La naturaleza del trabajo humano será distinta, cambiando la estructura, organización, modelos de las empresas, como también las tareas esencialmente humanas. Este mundo tecnologizado requerirá trabajadores con habilidades muy precisas en su dominio. Por tanto, se requiere informarse y leer aquellas investigaciones que hoy existen y que nos dan luces sobre las necesidades educativas que nos requerirá el futuro.
En el futuro no disminuirá las posibilidades laborales de los trabajadores. La tecnología no trae desempleo, pero es necesario anticiparse a las profesiones que serán requeridas en el futuro. En las tres primeras revoluciones de la industria, si bien en el inicio hubo creciente desempleo, surgieron nuevas profesiones que dieron empleo lo que permitió que la tasa se estabilizara. Esta cuarta revolución se observa más compleja y con exigencias de mayor calificación laboral que las anteriores. Esta tarea analítica y reflexiva para toda institución educativa hoy es necesaria. Debemos anticiparnos a este futuro incierto en la demanda de profesiones, pero cierto en que estas estarán ancladas al dominio de una insospechada tecnología.
0