Queridos hermanos: Con gran alegría nos reunimos para celebrar el día de San José, patrono de esta querida institución[1].
Las lecturas que se han proclamado nos hablan del valioso don de la fe a partir del ejemplo de David, Abraham y del mismo José, quienes contra toda adversidad fueron testigos ardientes de su amor a Dios. Y ante estos hombres creyentes el Señor no falla. Como dice san Pablo: “la promesa está asegurada ante aquel en quien creyó”.
Hablar de la fe en nuestro tiempo resulta particularmente pertinente porque, sin duda, la crisis más profunda que vive nuestra cultura es justamente la falta del don de la fe. El alejamiento de Dios va entrañablemente unido al acercamiento a las idolatrías del materialismo, del animalismo, y a tantas otras distorsiones de la naturaleza que, bajo apariencia de bien, nos confunden. Los síntomas están a la vista: más importa el bolsillo que la vida, los animales que los niños, las ideologías que la realidad. La aproximación actual a la naturaleza, por ejemplo, muchas veces se aleja de ser una valorización de la Casa común, algo tan necesario, para convertirse en un pseudo panteísmo. Nuestra cultura, encandilada por las nuevas corrientes de pensamiento o movimientos activistas se pierde en sus valores y abraza, sin el adecuado discernimiento, ideologías totalitarias. Un signo reciente de ello es que en nombre de los derechos reproductivos se instale en un proyecto constitucional que el aborto es un derecho hasta los nueve meses de gestación. Más allá de la gravedad de este hecho este es un síntoma más de que la falta de fe nos lleva a abrazar la cultura del descarte y a perder la óptica cristiana de la vida humana en todos sus aspectos.
Esta crisis cultural también toca la vida de la Iglesia y sus instituciones. Muchos cristianos van licuando su fe y seducidos por el pensamiento dominante se vuelven sincréticos. Otros desertan o se alejan aduciendo múltiples excusas. Sin embargo, lo que realmente ocurre es que se les enfrió la fe, perdieron el contacto con el Señor y se empezaron a volver, sutilmente, paganos. El materialismo práctico fue debilitando la fe hasta el extremo de que viven como si Dios no existiera. Esto golpea fuertemente a las instituciones católicas, muchas permeadas por ideologías de moda, estilos paganos y comprensiones de la realidad abiertamente contrarios a la fe.
Más de alguno se preguntará por qué pongo estas alertas ante una comunidad educativa cristiana como el Duoc UC. Queridos hermanos, lo hago porque la fe hoy no es un supuesto ni en la sociedad ni entre los católicos. Todos estamos expuestos a ser ‘secuestrados’ por el pensamiento dominante que, bajo la apariencia de bien, nos provoca a abrazar ideologías no cristianas sobre el hombre, la naturaleza y la cultura. Por lo mismo, debemos ser conscientes que hoy la fe no se vigoriza naturalmente, no está protegida por la cultura y, por tanto, no es un supuesto. Ella debe ser trabajada con empeño, ha de madurar todos los días y no permite descuidos. Si nuestra fe no se custodia corremos el riesgo de ser cristianos vacíos y nuestra institución se debilitará en sus cimientos; y también corremos el riesgo de que el contexto cultural nos transforme llevándonos, sin darnos cuenta, a un debilitamiento creciente de la identidad. Por ello, custodiar el don de la fe y pedir la gracia para que ella madure es una tarea insustituible que nos compromete a todos. Por ello, les recuerdo: la experiencia de Dios, que ha de ser en nosotros consistente y conmovedora, fundante e incidental, ha de ser aquello que está a la base de lo que seamos como institución educativa.
Ante este escenario, que nos enseña San José, nuestro luminoso patrono. Humildemente me atrevo a señalar tres intuiciones que pueden ayudarnos a renovar nuestra vida como cristianos.
San José, el hombre creyente. Este santo fundamenta su vida y su aporte en la historia de la salvación al hecho de que sus decisiones están fundadas en la fe que profesa. El no estuvo exento de dudas y de legitimas inquietudes. San José piensa y actúa como creyente, con una coherencia virtuoso y no exenta de exigencias extraordinarias. Quizás una primera invitación que brota de nuestro patrono es a no claudicar en los esfuerzos para pensar y decidir como cristianos, a pesar de las contrariedades que la época nos puede presentar. Movernos con los criterios de la fe nos impulsa a no claudicar en nuestras convicciones, a asumir los sacrificios que conlleva la coherencia y a avanzar con convicción segura en el camino trazado sabiendo que en ello hacemos un bien a los jóvenes, a Chile y a la institución.
Lo segundo que parece enseñarnos hoy San José es que debemos de creer con toda esperanza. Esto implica que, en medio de las vicisitudes, que no son pocas, tenemos la certeza de que, como señala la primera lectura, “la promesa está asegurada ante aquel en quien creyó”. Por ello, con convicción, seamos portadores de la auténtica esperanza que lejos de toda ingenuidad se fundamenta en que Dios premia a quien es fiel. Y estos se debe traducir en que nuestra propuesta educativa no tranza ante las ideologías dominantes porque estamos convencidos que lo que tenemos es un tesoro para la cultura.
Lo tercero que nos enseña san José es que trabaja mucho, pero habla poco, no se gloría de sus logros, sino que sirve con discreción. En un tiempo tan signado por la auto referencialidad San José nos enseña un modo de ser y de trabajar que, fundado en la fe, no busca la gloria mundana sino que, como dice la escritura, su nombre esté escrito en el cielo”. Este silencio en el trabajo nos permitirá ser más incidentales ya que lo que nos moverá no es la gloria personal, sino que el bien de quienes servimos.
Queridos hermanos, no puedo concluir sin animarlos en esta preciosa tarea que tienen en esta bendecida institución. Acá se forman jóvenes para que sean buenos ciudadanos, buenos profesionales y que vivan los valores cristianos. Nuestro aporte es tremendamente incidental. Y será cada día más en la medida que sigamos creciendo en excelencia y en identidad. Por eso, siguiendo el testimonio laborioso de San José, los invito a cuidar la identidad, a trabajarla cada día más para que responda a las categorías del tiempo; también los invito a forjar una creciente excelencia en el trabajo sabiendo con el aportamos decididamente al bien de Chile a través de los jóvenes.
San José. Ruega por nosotros.
Viernes 18 de marzo de 2022.
Publicado Lunes 21 de marzo de 2022
[1] Misa realizada en la sede Antonio Varas de Duoc UC para recordar el día de San José. El texto corresponde a las palabras pronunciadas por el Monseñor Cristián Roncagliolo Pacheco.
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