8 de Septiembre, 2025

Hacer norma lo que ya funciona: Duoc UC entre la ESTP y las empresas.

Equipo Editorial Observatorio

Equipo Editorial Observatorio

6 minutos de lectura

La distancia entre formación y empresa se reduce cuando se decide, sin titubeos, que el lugar natural del aprendizaje técnico-profesional es la intersección entre aula, taller y operación real. Esa decisión no es retórica: requiere gobernanza, estándares, maestros de la industria, datos y una cultura interna que mida por resultados de aprendizaje y empleabilidad. El país ya conoce el diagnóstico; a nosotros, en Duoc UC, nos corresponde traducir lo aprendido y aportar al país.

En la última década dimos pasos que importan. Campus Arauco inició en 2017 un despliegue dual con maestros guía y tutores de empresas. Allí se probó que la alternancia es viable si se sostiene en una empresa tractora, procesos estandarizados y un acompañamiento que convierte la jornada laboral en experiencia formativa explícita. No fue un ensayo corto: es un caso que maduró con oferta de carreras y titulados, y que hoy puede leerse como evidencia empírica de un valor compartido para un territorio, estudiantes y sector productivo.

Ese aprendizaje se proyectó territorialmente con el Campus Nacimiento CMPC–Duoc UC, que extendió la alternancia hacia nuevas disciplinas y oficios. La lógica es clara: anclar la formación en la realidad operativa de una organización que necesita talento, habilitando trayectorias formativas que no rompen el vínculo con la zona ni con la industria. La infraestructura importa; la gobernanza aún más.

El vínculo empresa–escuela no se agota en la alternancia. Consejos Empresariales a nivel de sede y escuela abren una conversación periódica con actas y compromisos, que ajusta mallas, prácticas y equipamientos según una demanda concreta y localizada. Ese mecanismo cuando opera con disciplina evita currículos autorreferenciales y acerca la evaluación de desempeño académico a los estándares de la industria.

A la par, el Centro de Negocios de Duoc UC ha instalado el aprendizaje basado en desafíos con organizaciones reales: estudiantes que resuelven problemas, producen entregables, defienden decisiones y documentan su proceso. Esa práctica, aun sin alternancia formal, eleva exigencias, integra soft skills con dominio técnico y agrega una evidencia trazable del saber hacer.

Todo esto descansa en una bisagra académica que debemos cuidar: un Modelo Educativo que declara formación con el medio social y laboral, y un proceso CAPE que permite crear, rediseñar o actualizar programas con base en requerimientos del trabajo y resultados de inserción. Si CAPE es el motor, la articulación con empresas es su combustible. Publicar lineamientos, resoluciones y criterios es parte de hacer norma: define umbrales, estandariza decisiones y protege la calidad frente a urgencias coyunturales.

No estamos solos. En el entorno cercano aparecen señales de escala: programas duales empresariales que ya no son pilotos, como la iniciativa de Nestlé que incorpora cohortes de jóvenes en alternancia con maestro guía, y alianzas como Chile Dual–Drivin que crecen a 15 instituciones con formación logística dualizada. Son ejemplos de compromiso privado sostenido y de metodologías que se pueden adaptar a sectores diversos. Observemos con rigor y adoptemos lo transferible[1].

También hay evidencia local de articulación efectiva entre la educación media TP y la educación superior TP: cuando se convalidan asignaturas relevantes en la transición, sube la probabilidad de egresar y titularse, con un impacto especialmente alto en mujeres, sin deterioro del rendimiento posterior. Ese tipo de dato derriba mitos y confirma que la coherencia curricular produce resultados medibles en las trayectorias de vida.

A escala internacional, Unesco insiste en una estrategia 2022–2029 que conecta TVET con transiciones digital, verde e inclusiva, y en informes recientes reafirma lo esencial: trabajar con la industria, levantar inteligencia de habilidades y promover credenciales más flexibles. Nada de eso contradice nuestra identidad ya que más bien la clarifica[2].

¿Qué permanece? La esencia técnico-profesional: verificar competencias en contextos auténticos, resguardar la dignidad del estudiante-trabajador y formar con estándares públicos de calidad y seguridad. Permanece la idea de una comunidad académica con memoria: lo que aprendemos en una sede debe estar disponible para las otras en formatos que se puedan replicar, auditar y mejorar.

¿Qué cambia? La escala, la gobernanza y la métrica. Cambia el estatus de la empresa: de proveedora de prácticas a socia formadora con responsabilidades definidas. Cambia la evaluación: de horas cumplidas a resultados demostrados con rúbricas compartidas y evidencias digitalizadas. Cambia el docente: de experto que enseña solo en aula a profesional con práctica vigente que coordina con los maestros de industria. Cambia el currículo: de estructura cerrada a sistema modular con micro-credenciales.

No se trata de uniformar lo diverso, sino de estandarizar lo esencial y personalizar lo formativo. Habrá carreras con alternancia plena y otras con prácticas patrocinadas o desafíos con organizaciones; todas, sin excepción, deben ofrecer experiencias laborales auténticas, evaluables y seguras. Habrá empresas ancla y redes de pymes; en ambos casos, el estudiante es sujeto de aprendizaje, no mano de obra barata. Habrá territorios con gran industria y otros de servicios; en todos, los consejos y el radar deben modular el currículo en tiempo oportuno.

El entorno internacional empuja en la misma dirección: la estrategia de Unesco para la TVET 2022–2029 prioriza la relación sistémica con la industria, la anticipación de habilidades y la credencialización flexible; CEDEFOP y el Banco Mundial subrayan que la inteligencia de habilidades y la gobernanza compartida son palancas decisivas para una transición verde y digital con empleos de calidad. Duoc UC no necesita esperar nuevas modas: ya tiene dónde afirmarse[3].

La articulación ESTP–empresa no es un proyecto especial: es la manera responsable de formar técnicos y profesionales en el siglo XXI. Donde ya resulta hagámoslo norma. Donde falta pymes, servicios, evaluación en terreno, datos, diseñemos mecanismos y midamos sin indulgencia. Y donde hay señales externas robustas: programas duales corporativos, articulación media-superior, marcos internacionales, aprovechémoslas como palancas y espejos.

El resultado buscado es sobrio y ambicioso a la vez: estudiantes que demuestran competencias en contextos reales; empresas que reconocen valor en formar; escuelas que deciden con evidencia; sedes que retienen talento. Si convertimos esa imagen en estándar institucional, el país tendrá en Duoc UC no solo un caso destacado, sino una institución que enseña a enseñar con el trabajo como aula. Ese es el punto: no celebrar pilotos, sino consolidar una cultura.


[1] Mirar: https://www.nestle.cl/media/pressreleases/allpressreleases/programa-formacion-dual? Ver, además: https://driv.in/noticias-drivin/compromiso-en-marcha-drivin-y-chile-dual

[2] Estrategia 2022-2029 de la Unesco:  https://www.unesco.org/en/articles/transforming-technical-and-vocational-education-and-training-successful-and-just-transitions-unesco

[3] https://www.iesalc.unesco.org/en/articles/higher-technical-and-vocational-education-and-training-strategic-pathway-sustainable-development

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