En esta semana celebraremos el 26 de agosto el día de la Educación Técnico Profesional. En Chile nos remontamos hasta fines del siglo XVIII para encontrar en la Academia San Luis los primeros intentos de construir un modelo educativo, distinto al universitario, que intentó lograr habilidades y destrezas como aprendizajes concretos en sus estudiantes para el mundo laboral.
El curso de la historia presenció las revoluciones industriales que, gracias a avances científicos, alteraron radicalmente la formación y el contenido del aprendizaje. El enfoque se desplazó hacia la comprensión de las máquinas y la adquisición de habilidades relacionadas con los nuevos avances industriales. Los gobiernos empezaron a reconocer el valor formativo de esta educación, especialmente a mediados del siglo XIX, al tratar de generar empleabilidad, una misión que los regímenes monárquicos habían pasado por alto y que los republicanos asumieron como esencial para la nueva ciudadanía democrática. La educación técnica se convirtió, por ende, en un instrumento tanto de formación industrial como de capacitación de ciudadanos para la república.
El 26 de agosto de 1942 marca un hito crucial con la creación de la Dirección General de Enseñanza Profesional, encargada de supervisar la Educación Técnico Profesional. En 1965, la Educación Media se divide en dos ramas, Humanista-Científico y Técnico-Profesional. Además, con la fundación de instituciones como Inacap en 1966 y Duoc UC en 1968, emergen entidades que se posicionan entre la educación media y universitaria. En 1981, se reconoce su estatus como subsector de la educación superior, lo que da inicio al desarrollo sistémico de los modelos de Instituto Profesional y Centro de Formación Técnica en Chile.
Desde mediados del siglo XX en adelante, la Educación Técnico Profesional experimentó una revolución paradigmática. El impresionante desarrollo científico y tecnológico, que ha impactado no solo a las universidades sino también a esta forma de educación, ha planteado desafíos sin precedentes. La transformación de su identidad está en curso, impulsada por la digitalización, la automatización y la inteligencia artificial, lo que exige nuevas competencias y habilidades que están aún por definir.
A partir de 1981, la educación técnica, con los nuevos Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica, se ha convertido en una opción atractiva para quienes buscan carreras con sólidas perspectivas laborales y salarios superiores a los de los egresados de la educación media. Esta alternativa ha contribuido significativamente a reducir la desigualdad social y ha respaldado el crecimiento productivo del país.
Uno de los cambios notables de los últimos años es la disolución de la frontera entre estudiantes universitarios y técnicos, ya que la exigencia de adquirir habilidades y conocimientos avanzados es cada vez mayor en los Institutos Profesionales. La complejidad de las habilidades y competencias requeridas en el futuro demandará una profunda revisión de la educación técnica, para que los egresados estén preparados para la era digital, el metaverso y la convivencia con la inteligencia artificial, robótica y ciborg en desarrollo.
Los Institutos Profesionales que mejor comprendan y se adapten rápidamente al cambio cultural y tecnológico, que capaciten de manera oportuna y efectiva a su personal docente y administrativo, y que logren inculcar las habilidades y conocimientos necesarios en sus estudiantes, serán líderes en esta nueva era. Si bien no todo cambiará, estamos en el umbral de un cambio paradigmático profundo que exige reflexión y acción veloz.
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