25 de Mayo, 2020

Educar en pandemia.

Equipo Editorial Observatorio

Equipo Editorial Observatorio

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Un axioma es considerar al 2020 como el año más difícil para los educadores y estudiantes del mundo. No lo es solo por las dificultades que posee el educar a distancia, sino también por la incertidumbre de no saber cuándo terminará esta situación educativa excepcional. Esto provoca que sea extremadamente complejo para las autoridades de todos los niveles educativos organizar un plan educativo ad hoc para los siguientes meses.

La gran mayoría de los estudiantes y docentes desean que vuelva la normalidad, pero todos saben que no depende ni del uno ni del otro. Que todos estamos atrapados por una situación pandémica que no nos permite aún volver a esa vieja normalidad. Es compartido el deseo de ambos de nuevamente verse las caras en vivo, de compartir afectos y de establecer diálogos educativos con la finalidad de mejorar los aprendizajes y de mantener vínculos valóricos.

Hoy no existe una estrategia educativa que tenga éxito para todos. El liderazgo de las autoridades potencia la flexibilidad en el trabajo de los profesores y docentes y sabe que las necesidades socioemocionales son visibles y demandantes en todos los actores de la institución, y que encontrar el equilibrio entre el aprendizaje socioemocional y el académico es un desafío de todos los días y para todos. En tal sentido, en la experiencia remota del educar, el profesor y el docente pasan a ser cruciales para navegar y ofrecerse como representantes visibles del Proyecto Educativo de la institución.

En este escenario tan complejo un aspecto esencial es cómo lograr el aprendizaje remoto y de cómo evaluarlo. Estábamos acostumbrados a las aulas físicas y a evaluaciones en que el contacto en vivo es un requisito sine qua non. En variadas oportunidades el docente o profesor observaba como el estudiante demostraba en el hacer todo lo que ha aprendido. El docente miraba en vivo los protocolos de demostración del aprendizaje, y al colocar la nota, esta representaba el saber demostrado del aprendiz. Esta realidad y práctica está aún en suspenso y sin fecha visible de volver en el horizonte observado. Todo depende de la evolución e impacto de COVID-19 en Chile.

También nos afecta una modalidad de educar a distancia que perturba al corazón de la estrategia del aprender haciendo, tan importante para toda institución técnico profesional. Y tampoco tenemos evidencia y experiencia de cómo aprender de situaciones similares en el pasado o de otros países del mundo que hayan experimentado situaciones similares. Todo el planeta está con los mismos dilemas y tratan de aprender sobre qué están haciendo los demás para recoger las mejores prácticas. La dificultad radica en que todos están usando el método de ensayo y error, y hasta ahora la situación pandémica no colabora, porque cuando intentamos avanzar en la vuelta a la presencialidad, a nuestra zona de confort, nuevos brotes epidémicos nos obligan a retroceder.

En este camino de ser eficaces en los procesos de enseñanza y aprendizaje remoto, para educar en variadas Carreras técnicas y profesionales, algunas con más predominio de lo teórico y por tanto menos afectadas para lograr aprendizajes de forma remota, sufren menos el impacto de esta pandemia. Otras con más énfasis en el aprender haciendo, están más expuestos a una disminución de los aprendizajes, porque su historia del aprender estuvo siempre marcada por el hacer y la diaria demostración en vivo.

Pese a toda esta realidad tan abrumadora y desafiante, el momento pandémico es una oportunidad para plantearnos nuevas maneras de educar, más afines al uso intensivo de la tecnología. Finalmente, este es el futuro de la humanidad. La verdad es que disponemos de una enorme cantidad de instrumentos y software que nos ayudan significativamente para lograr novedosos objetivos de aprendizajes. Toda esta tecnología estaba accesible, pero con poco uso por millones de personas. Hoy las hemos visto y forzados a aprender para qué sirven y de cómo las podemos utilizar. Sin duda, muchas Carreras hoy han comprobado que existía tecnología que los podía ayudar mucho a mejorar sus clases y para innovar en las propuestas educativas dirigidas hacia sus estudiantes.

COVID-19 vino a poner a prueba a nuestro sistema inmunológico, a dañarnos y quizás eliminarnos; pero también nos trajo diversos efectos colaterales: Nos mostró nuestra fragilidad ante la naturaleza, a enseñarnos lo importante que es trabajar unidos, a que valoremos la vida, que nos preocupemos de los demás y seamos solidarios, y en materia educativa, a que la repensemos en todos sus procesos, que aprovechemos la tecnología al servicio del aprender y, sobre todo, para crear nuevas forma de educar que estén más coordinadas con los avances de la ciencia y la técnica. Finalmente, nosotros educamos para el futuro, y este está lleno de pigmentos vinculados a los avances científicos y al desarrollo de la técnica.

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