Desde mediados del siglo XIX se ha buscado definir en qué consiste la Educación Superior Técnico Profesional para distinguirla de la propiamente universitaria. Curiosamente, no ha sido un tema de alto interés en las instituciones de la ETP, sino de intelectuales universitarios que, desde la distancia y en su alejamiento de la realidad propia, han tratado de delimitar sus características. Por esto, es importante que desde el propio sector de estudios ETP, se reflexione sobre esta.
La decisión del Estado de Chile de aumentar la cobertura educativa, manifiesta ya en la Constitución de 1833, se centró en la educación primaria, secundaria y universitaria, relegando en un primer momento el desarrollo de una formación técnica profesional, la cual hasta ese momento tenía apenas un desarrollo fetal.
Contamos con figuras como Ignacio Domeyko, Diego Barros Arana y, más tarde, Abdón Cifuentes, quienes mostraron un genuino interés por delinear una educación de corte utilitarista, práctica y concreta, orientada a educar a la clase media y a los sectores populares, acompañando el embrionario crecimiento industrial del país. Su visión era formar a mandos medios y a ciudadanos de escasos recursos, dotándolos de oficios prácticos que les permitieran vivir dignamente y contribuir al crecimiento material y económico de Chile.
Durante el siglo XX, la ETP fue ganando terreno con la creación de espacios universitarios orientados a la formación técnica –como la Universidad Técnica Federico Santa María (1929) y la Universidad Técnica del Estado (1947)– hasta que, a fines de dicho siglo, en torno a la ley de 1981 y, posteriormente, con la ley N°20.370 de 2009, emergieron los Institutos Profesionales (IP) y Centros de Formación Técnica (CFT). Dichos establecimientos, creados por ley, han consolidado el desarrollo específico del área, diferenciándose de las universidades en aspectos curriculares, en la vinculación directa con el mundo empresarial, en la naturaleza de sus docentes y en el perfil socioeconómico de sus estudiantes.
Hoy, sin embargo, nos encontramos ante un escenario de disrupción sin precedentes: Los avances en inteligencia artificial, internet de las cosas, blockchain, robótica y otras innovaciones esenciales están transformando radicalmente el entorno productivo y social. Es evidente que estas tecnologías no solo remodelan la industria y el mercado laboral, sino que también impactan de manera profunda la naturaleza misma de la ETP.
Algunos ejemplos reales del cambio provocado por las tecnologías emergentes son los siguientes:
- Inteligencia artificial y aprendizaje adaptativo:
La incorporación de sistemas de inteligencia artificial en entornos educativos permite el desarrollo de plataformas de aprendizaje adaptativo, que personalizan el proceso formativo según las necesidades y el ritmo de cada estudiante. Esto es fundamental para estudiantes que, en su gran mayoría, provienen de colegios subvencionados y municipales, y que requieren estrategias de nivelación eficaces para subsanar debilidades en competencias básicas. La IA posibilita el análisis de datos en tiempo real para ajustar contenidos y métodos, ofreciendo una experiencia educativa más inclusiva y eficaz.
- Internet de las cosas y entornos conectados:
El internet de las cosas (IoT) está revolucionando los laboratorios y espacios de formación técnica. Con sensores y dispositivos conectados, se pueden monitorear y optimizar procesos productivos en tiempo real, creando campus inteligentes que integran prácticas industriales en entornos controlados. Esta tecnología no solo mejora la calidad de la formación práctica, sino que también fomenta una mayor vinculación entre la academia y el sector productivo, permitiendo a los estudiantes familiarizarse con sistemas de monitoreo y automatización que son ya una realidad en las empresas modernas.
- Blockchain y la gestión de certificaciones:
La aplicación del blockchain en el ámbito educativo se vislumbra como una herramienta innovadora para la certificación y trazabilidad de los logros académicos. La utilización de esta tecnología garantiza la autenticidad y seguridad de los títulos y credenciales, facilitando la movilidad y el reconocimiento de competencias en un mercado laboral cada vez más globalizado. Esto es especialmente relevante para la ETP, donde la vinculación directa con la industria exige mecanismos transparentes que respalden la formación y la experiencia adquirida por los estudiantes.
Frente a estas disrupciones, parece necesario conceptualizar una nueva era para la ETP, la Educación Técnico Profesional 4.0. Este modelo se fundamenta en la integración profunda de las tecnologías emergentes en todos los aspectos del proceso formativo y en la estrecha colaboración con el sector productivo. Sus pilares podrían ser:
- Currículo dinámico y flexible: Adaptado en tiempo real a los avances tecnológicos y a las demandas de la industria, integrando módulos de inteligencia artificial, IoT, blockchain y robótica en la formación básica y especializada.
- Metodologías híbridas e innovadoras: Combinación de aprendizaje presencial con herramientas digitales, simuladores, realidad aumentada y virtual, que permitan a los estudiantes vivir experiencias prácticas en entornos de alta tecnología y con una clara orientación a la solución de problemas reales.
- Docentes y profesionales en constante actualización: Promoción de la formación continua de los docentes, mediante alianzas con la industria y programas de actualización tecnológica que aseguren la transmisión de conocimientos de vanguardia y una práctica profesional sólida.
- Gestión y certificación transparente: Implementación de sistemas basados en blockchain para la gestión segura de las certificaciones y la validación de competencias, facilitando el reconocimiento internacional de la formación técnica profesional.
- Inclusión y atención personalizada: Uso de la inteligencia artificial para diseñar rutas de aprendizaje adaptativas que respondan a las necesidades individuales de los estudiantes, reforzando las competencias básicas y potenciando el talento en un entorno de masificación y diversidad.
En definitiva, la Educación Técnico Profesional del futuro se configura como una respuesta ágil y versátil a las demandas de un mundo en transformación, en el que la innovación tecnológica se erige como un motor de crecimiento y de desarrollo social. Si bien conserva sus raíces históricas en la formación práctica y utilitaria, deberá evolucionar hacia una modalidad que prepare a los ciudadanos para liderar en la era digital, en la que la creatividad, la adaptabilidad y el dominio de las nuevas tecnologías son imprescindibles.
Esta conceptualización, que denominamos ETP 4.0, se erige como un puente entre la tradición y la innovación, integrando los fundamentos históricos de la formación técnica con las exigencias de un mundo en transformación digital.
Rodrigo Figueroa
Muy interesante nota, indirectamente se plantea un desafío que requiere colaborar fuertemente entre el equipo docente, hecho no menor que nos implica coordinar muy bien el logro de los aprendizajes individuales y colectivos.